Justo antes de anunciar la “histórica” asociación entre Intel y Nvidia, las dos grandes fabricantes de chips de Estados Unidos de las que son CEOs, Jensen Huang y Lip-Bu Tan tuvieron un aparente incidente de “micrófono que quedó abierto”: Huang elogiaba efusivamente el “excelente” coñac de 1912 que había saboreado la noche anterior en el banquete de Estado junto al rey británico Carlos III y el presidente norteamericano Donald Trump. El problema, bromeó Huang, es que no había suficiente…
Huang tiene sobrados motivos para celebrar. Codear son reyes y presidentes es apenas una evidencia más de su extraordinario ascenso, gracias al rol crucial que juega Nvidia en el desarrollo de la inteligencia artificial generativa (IAg) y que la ha convertido en la empresa más valiosa del mundo: su valuación de mercado alcanza los US$4,3 billones. Y Huang también está usando su actual posición para jugar astutamente a la política.
Su anuncio de que Nvidia invertiría US$5000 millones en Intel llegó menos de un mes después de que el gobierno de Trump adquiriera una participación del 10% en la misma empresa. Por lo tanto, tras su anuncio las acciones de Intel subieron hasta un 28%, incrementando el valor de la participación del Tío Sam en casi US$5000 millones. Así que Trump, artífice del acuerdo del gobierno con Intel, estará disfrutando tanto como Huang disfrutó del coñac. Además, estos movimientos hacen que Intel no sea la vergüenza nacional en la que rápidamente se estaba convirtiendo.
El acuerdo no se limita a la inversión. Nvidia e Intel acordaron el desarrollo conjunto de chips para centros de datos y computadoras personales. Según Huang, solo eso representa una oportunidad de mercado de hasta US$50.000 millones al año. Eso permitirá que Intel pueda integrar más fluidamente sus x86 de CPU en los centros de datos de última generación de Nvidia, beneficiando a los clientes del servicio de computación en la nube de Intel. Y también permitirá que Nvidia integre sus unidades de procesamiento gráfico (GPU) en los ordenadores personales de Intel que tienen procesadores x86.
La columna vertebral de esta colaboración es NVLink, de Nvidia, que acelera la comunicación entre GPUs y entre GPU y CPU, y que recientemente Nvidia ha hecho disponible para terceros. Esto refuerza la posición de Nvidia como socio de referencia en el mundo de la IA. “La economía de la IA se basará en sistemas donde el estándar será NVLink, y será Nvidia quien decida quién se conecta”, dicen los analistas de Futurum Group, una firma de investigación de TI. Tras el anuncio, las acciones de Nvidia subieron casi un 3,5 %.
El acuerdo se venía gestando desde hace aproximadamente un año y representa un voto de confianza muy necesario para Intel, que en la era de la IA tenía problemas para competir con fabricantes de CPUs rivales, como Arm —cuyo dueño mayoritario es el banco japonés SoftBank— y Advanced Micro Devices —cuyas acciones cayeron tras el anuncio—. Pero si bien su nueva sociedad con Nvidia dará impulso al negocio de CPU de Intel, no beneficiará en absoluto su negocio de fabricación por contrato —o “fundición de semiconductores”—, otro pilar clave de su supervivencia. Ni Huang ni Tan dieron a entender que Nvidia estuviera interesada en el negocio de fundición de Intel. De hecho, elogiaron efusivamente a TSMC, el mayor fabricante de chips por contrato del mundo, que tiene su sede en Taiwán y que entre sus clientes tiene a ambas empresas estadounidenses. Pero la inversión de Nvidia tal vez ayude a hacer la vista gorda con ese incómodo detalle: al fin y al cabo, siempre es posible que esa sociedad vaya evolucionando con el tiempo.
Sin embargo, lo que no puede pasarse por alto es la creciente incestuosidad del negocio de la IA. A Nvidia se le ha hecho costumbre cerrar acuerdos con empresas en las que posee grandes participaciones. Hace poco, por ejemplo, cerró un acuerdo de computación en la nube por US$6300 millones con Coreweave, una prometedora empresa de centros de datos de la que ya tenía el 6,6% del paquete accionario. Es muy delgada la línea entre aprovechar oportunidades comerciales y lanzar salvavidas…
Si la burbuja de la IA estalla, esta interconexión podría hundirlos a todos. Pero por ahora todo es bullishness y optimismo. Huang dice que Nvidia está encantada de ser accionista de Intel. No es para menos. Antes del anuncio, su empresa compró acciones de Intel a US$23,28 la unidad: al cierre del mercado, valían US$30,57. ¿Se merecía o no se merecía ese coñac?
(Traducción de Jaime Arrambide)