Renovar la deuda en pesos se vuelve cada vez más costoso para el Tesoro. Luego del desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) a comienzos de julio, el Gobierno inició un agresivo apretón monetario para intentar absorber el aluvión de pesos que daban vueltas en el mercado y evitar que presionaran al dólar. Una de las consecuencias fue la suba de las tasas de interés, que no solo afecta a la actividad económica, sino que también encarece el financiamiento futuro para el Gobierno.
El ejemplo más reciente de esto fue la licitación que se llevó adelante el miércoles pasado, en la cual el oficialismo convalidó tasas elevadas. Las Lecap se colocaron en promedio a una tasa del 4,3% de tasa efectiva mensual (TEM), que más que duplican la inflación de los últimos tres meses. A modo de comparación, en los primeros meses tras la salida del cepo y hasta el desarme de las LEFI, pagaban en torno al 2,5% y 2,6% mensual, según GMA Capital. “El costo de fondeo se encarece a medida que crece la necesidad de garantizar la renovación de la deuda en pesos”, agregaron.
“Esto es consecuencia del apretón monetario ejecutado post desarme de las LEFI. El Gobierno en las licitaciones de deuda fue convalidando tasas cortas que son cada vez más altas en términos reales, crecientes, y eso a mediano plazo puede traer problemas. Si pasa más de seis meses o un año con estas tasas, la deuda va a tener un crecimiento en términos de la recaudación y en términos del PBI bastante grande. Mientras que esto dure un par de meses y luego el Gobierno pueda financiarse a tasas bajas, no sería un problema. Esto recuerda que, al endogenizar las tasas, la volatilidad puede llevar a que el Tesoro pague tasas muy altas. Lo que se tiene que evitar es que se perpetúe, porque si no complica la administración de la deuda, tanto en pesos como en dólares”, dijo el consultor económico Jorge Neyro.
Desde la consultora MAP le pusieron número a esta carga invisible. El costo extra de haber pasado de tasas en torno al 35% anual en junio a niveles cercanos al 60% bajo el supuesto rolleo total de intereses y amortizaciones en cada licitación entre julio y diciembre cuesta 0,6% del PBI. “La suba de tasas del último mes y medio encarece el costo de financiamiento del Tesoro. Aunque no se refleje en las cuentas públicas, exige un mayor esfuerzo de ajuste fiscal”, remarcaron.
El superávit primario fue de 1,1% del PIB en los primeros seis meses del año, menor al 1,4% registrado en el mismo período de 2024. La relativa desmejora fiscal responde a que, en el acumulado anual, el gasto primario creció 3,6% real, mientras que los ingresos retrocedieron 0,7% en términos reales. En julio, el Tesoro registró el primer déficit financiero del año, en un mes cargado por el pago de aguinaldos y por el aumento estacional de subsidios asociado al mayor consumo de electricidad durante el invierno.
“Gracias a que la inflación perforó el 3% mensual previo al desarme de las LEFI las tasas ya eran positivas y posteriormente llegaron a niveles históricamente altos. Lo importante es que el Tesoro mantenga el superávit primario como señal y siga un camino de reducción escalonada de las tasas. La contracara seguramente será un tipo de cambio más alto, que si bien puede ser más costoso en términos electorales, conlleva menos costos para el régimen macroeconómico. Mientras tanto, sí hay un impacto negativo y más riesgoso para las empresas y también para los gobiernos provinciales y municipales“, agregó Claudio Caprarulo, economista de la consultora económica Analytica.