Por ahora, el Fondo Monetario Internacional (FMI) eligió un incómodo silencio, luego de la intervención del Gobierno en el mercado de cambios para reducir la volatilidad de la cotización. El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, tampoco hicieron comentarios ante una medida que refuerza la idea de que, después de las elecciones legislativas nacionales, el actual esquema cambiario y monetario podría sufrir modificaciones.
Esta es la expectativa tanto del mercado como de exfuncionarios que en el pasado negociaron con el FMI y conocen la idiosincrasia del organismo, según pudo saber LA NACION. La razón es simple: los acuerdos con el Fondo tienen como objetivo acompañar al país hasta que pueda volver a los mercados internacionales y financiarse de manera voluntaria. En efecto, esto aún no ocurrió. El riesgo país se ubica en 898 puntos básicos, un 24% por encima de los 726 registrados cuando se anunció el nuevo programa, a mediados de abril pasado.
“En general, es mejor cuando el Fondo saca un comunicado diciendo que lo anunciado está en línea con el acuerdo”, explicó en reserva un exfuncionario nacional que solía tener trato diario con los técnicos del organismo. En abril de 2019, cuando el Gobierno de Mauricio Macri también decidió interrumpir de manera anticipada el esquema de flotación libre entre bandas, recibió el visto bueno del FMI después de un fin de semana de intensas negociaciones.
“El Banco Central implementó hoy importantes medidas para abordar la reciente volatilidad de los mercados financieros y cambiarios. Apoyamos estas medidas, que se ajustan perfectamente a los desafíos que enfrenta la Argentina”, publicó entonces en Twitter (ahora X) quien era el vocero del Fondo, Gerry Rice.
Ese comunicado del FMI había representado un cambio con respecto a lo ocurrido un año antes, cuando Caputo, entonces presidente del BCRA, utilizó reservas para intervenir en el mercado sin la autorización del organismo, lo que derivó en su salida del gobierno de Macri.
LA NACION consultó al FMI acerca de la nueva medida del Gobierno, pero no tuvo respuestas y el organismo no se expidió públicamente. Por parte del equipo económico, tanto Pablo Quirno, secretario de Finanzas, como Federico Furiase, director del Central, dijeron que la medida había estado “coordinada” con el organismo multilateral.
Gabriel Rubinstein, exviceministro de Economía de Sergio Massa, opinó que el anuncio actual “no puede agradarle en absoluto al FMI”, aunque el organismo quedó “atrapado” entre dos riesgos.
“El Fondo tampoco quiere que el dólar llegue al techo y el Banco Central tenga que vender divisas del acuerdo, porque es una canilla que se abre y no se sabe cuándo se cierra. En cambio, vender algunos dólares del Tesoro dentro de la banda, si bien distorsiona el esquema, evita lo otro y se disimula un poco más”, indicó el economista.
Aun así, Rubinstein afirmó que el piso de la banda no existe y que el techo es muy frágil. “Las bandas murieron. Después de octubre imagino otro esquema, que sería aceptar un dólar más alto. Aunque al Gobierno le vaya bien en las elecciones, no se espera que el riesgo país baje de 500 puntos. El mercado está en un loop negativo y quiere ver al BCRA comprando dólares, pero no lo puede hacer porque el tipo de cambio ya está cerca del techo de la banda cambiaria. Debería sacar el techo. Recién ahí el riesgo país puede bajar”, señaló.
Actualmente, el Tesoro tiene un poder de fuego limitado para intervenir. Según los últimos registros oficiales, dispone de depósitos por US$1700 millones en el BCRA y US$300 millones en el Banco Nación. De acuerdo con operadores del mercado, ayer el Tesoro habría vendido US$100 millones. Si mantiene este ritmo de ventas, no llegaría con fondos propios al 26 de octubre, a menos que emita una letra al BCRA para eventualmente recomprarle los dólares que giró el Fondo.
“Todo el marco de la política monetaria es frágil y confuso, y debe ser reformulado después de las elecciones. Seguramente el FMI piensa algo similar. En ese contexto, es probable que haya existido una comunicación previa con el organismo, que quizás no objetó la medida, pero tampoco quiere salir a respaldar públicamente algo que perciben como un parche dentro de un esquema que necesita una reforma integral”, opinó otro exfuncionario nacional con experiencia en las negociaciones con el organismo multilateral de crédito.
El economista añadió que los dos principales errores fueron haber eliminado el corredor de pases sin ofrecer un reemplazo eficiente y no haber comprado dólares cuando las bandas, en términos reales, mostraban un tipo de cambio más competitivo. Hoy, el techo de la banda se ajusta al 1% mensual, mientras que la inflación se mantiene en torno al 2%.
“Aun si al Gobierno le va bien en las elecciones, necesitará converger hacia tasas de interés reales más normales y permitir que el tipo de cambio se mueva con mayor libertad. En este esquema, el carry trade tal vez pierda atractivo y el Gobierno deba reemplazar dólares financieros por dólares comerciales para financiar la cuenta corriente”, dijo el exfuncionario.
En el corto plazo, la Argentina enfrenta varios vencimientos de deuda. El más relevante llegará a comienzos de enero, cuando deba afrontar pagos por US$4300 millones en bonos Bonares y Globales. Antes, deberá cancelar cerca de US$800 millones en intereses y otros cargos con el FMI, además del primer pago del Bopreal Serie 3, por US$1000 millones. Mientras tanto, las reservas netas son negativas en torno a US$8000 millones y el acceso al mercado internacional se mantiene cerrado.