WASHINGTON.- Los ataques estadounidenses contra tres instalaciones nucleares iraníes durante el fin de semana no destruyeron componentes clave del programa nuclear iraní y probablemente solo retrasaron meses su lanzamiento, según una evaluación inicial de inteligencia estadounidense a la que tuvieron acceso The New York Times y CNN.
La evaluación fue elaborada por la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), el brazo de inteligencia del Pentágono.
Se basa en una evaluación de daños en combate realizada por el Comando Central de Estados Unidos tras los ataques, según una de las fuentes.
El informe clasificado de cinco páginas es solo una evaluación inicial. El análisis de los daños a las instalaciones y el impacto de los ataques en las ambiciones nucleares de Irán está en curso y podría cambiar a medida que se disponga de más información.
Sin embargo, las conclusiones iniciales contradicen las reiteradas afirmaciones del presidente, Donald Trump, de que los ataques “destruyeron total y completamente” las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán.
El informe preliminar afirma que el bombardeo estadounidense de las instalaciones nucleares de Irán bloqueó las entradas a dos de las instalaciones, pero no llegó a derrumbar sus edificios subterráneos.
Dos de las personas familiarizadas con la evaluación afirmaron que las reservas de uranio enriquecido de Irán no habían sido destruidas. Una de ellas aseguró que, de hecho, las centrifugadoras estaban prácticamente “intactas”.
“Por lo tanto, la evaluación [de la DIA] es que Estados Unidos retrasó su trabajo unos pocos meses, como máximo”, añadió esta fuente.
Antes del ataque, las agencias de inteligencia estadounidenses habían dicho que si Irán intentaba apresurarse a fabricar una bomba, tardaría unos tres meses. Tras el bombardeo estadounidense y días de ataques de la Fuerza Aérea israelí, el informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa estimó que el programa se retrasó menos de seis meses.
El informe también indicó que gran parte de las reservas iraníes de uranio enriquecido fueron trasladadas antes de los ataques, que destruyeron poco material nuclear. Parte de este material podría haber sido trasladado a instalaciones nucleares secretas mantenidas por Irán.
Algunos funcionarios israelíes coincidieron en que Irán podría contar con pequeñas instalaciones secretas de enriquecimiento, construidas con la idea de que el gobierno iraní pudiera continuar su programa nuclear en caso de un ataque a las instalaciones más grandes.
La Casa Blanca cuestionó la evaluación. Karoline Leavitt, vocera del gobierno, la calificó de “totalmente errónea”.
“La filtración de esta supuesta evaluación es un claro intento de desprestigiar al presidente Trump y desacreditar a los valientes pilotos de combate que llevaron a cabo una misión impecable para aniquilar el programa nuclear iraní”, declaró en un comunicado. “Todos saben lo que ocurre cuando se lanzan 14 bombas de 13.600 kilos con precisión sobre sus objetivos: una aniquilación total”.
Las agencias de inteligencia estadounidenses habían concluido antes de los ataques que Irán no había tomado la decisión de fabricar un arma nuclear, pero poseía suficiente uranio enriquecido como para que, si decidiera fabricar una bomba, pudiera hacerlo con relativa rapidez.
Según el informe al que accedieron los medios norteamericanos, los ataques dañaron gravemente el sistema eléctrico de Fordo, ubicado en las profundidades de una montaña para protegerlo de ataques, según informaron las autoridades. Se desconoce cuánto tiempo le tomará a Irán acceder a los edificios subterráneos, reparar los sistemas eléctricos y reinstalar el equipo trasladado.
Antes del ataque, el ejército estadounidense ofreció a los funcionarios un rango de posibilidades sobre cuánto podría retrasar el ataque el programa iraní. Estas oscilaban entre unos pocos meses, como mínimo, y años, como máximo.
Algunos funcionarios advirtieron que esas estimaciones son imprecisas y que es imposible saber exactamente cuánto tiempo le tomaría a Irán reconstruirse, si decidiera hacerlo.
Trump declaró que los bombardeos B-2 y los ataques con misiles Tomahawk de la Marina “destruyeron” las tres instalaciones nucleares iraníes, una afirmación que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, repitió en una conferencia de prensa en el Pentágono el domingo.
Pero el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, ha sido más cuidadoso al describir los efectos del ataque.
“Esta operación fue diseñada para degradar severamente la infraestructura de armas nucleares de Irán”, dijo el general Caine en la conferencia de prensa del domingo.
La evaluación final de los daños causados por la operación militar contra Irán, declaró el general Caine el domingo, junto a Hegseth, aún estaba por realizarse. Añadió que la evaluación inicial mostró que las tres instalaciones nucleares iraníes atacadas “sufrieron graves daños y destrucción”.
En una audiencia del Senado el lunes, los demócratas también adoptaron un tono más cauteloso al desafiar la evaluación de Trump.
“Todavía estamos esperando las evaluaciones finales de los daños de la batalla”, dijo el senador Jack Reed de Rhode Island, el demócrata de mayor rango en el Comité de Servicios Armados.
Oficiales militares habían dicho que para causar daños más significativos a los sitios subterráneos, sería necesario realizar múltiples ataques. Pero Trump anunció que detendría los ataques tras aprobar la primera oleada.
Las agencias de inteligencia estadounidenses habían concluido antes de los ataques que Irán no había tomado la decisión de fabricar un arma nuclear, pero poseía suficiente uranio enriquecido como para que, si decidiera fabricar una bomba, pudiera hacerlo con relativa rapidez.
Aunque los funcionarios de inteligencia habían predicho que un ataque a Fordo u otras instalaciones nucleares por parte de Estados Unidos podría impulsar a Irán a fabricar una bomba, los funcionarios estadounidenses dijeron que aún no saben si Irán lo haría.
Agencia ANSA y diario The New York Times