Villarruel decide por Ficha Limpia, más cargos para la política y la confesión de Macri sobre Milei

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Cuando Sagasti avivó a los mileístas

Para encontrar algún movimiento que se aparte de la provisoriedad de las campañas, que son l´empire de l´éphemere (el imperio de lo efímero diría Gilles Lipovetzky, que tituló así uno de sus ensayos más conocidos), hay que ponerle esta semana un ojo al Senado. Victoria Villarruel debe aún convocar a la sesión que Labor Parlamentaria fijó este miércoles 7 para tratar el proyecto de Ficha Limpia. El oficialismo dice contar con los 37 votos para arrancar el debate y para votar el proyecto.

Es un compromiso que tambalea después de que la senadora peronista Anabel Fernández Sagasti los intimara en la última sesión de Labor. Hicieron salir a todos los secretarios para que no hubiera testigos que contasen esto: “Nosotros no queremos que salga Ficha Limpia”, dijo Anabel. “Pero ustedes son unos pelotudos -se enojó-, porque le van a dar una bandera de campaña a la Lospennato justo ahora que tienen elecciones en Capital el 18 de mayo”.

En manos de Villarruel

Se mosqueó Ezequiel Atauche, jefe del bloque de La Libertad Avanza, y se desmarcó: “Bueno, si les parece podemos pasar la sesión a después de las elecciones en Capital”. Quedó picando y todo vuelve a depender del sentido de la oportunidad de Villarruel. Que necesita como nadie una sesión para designar al nuevo secretario administrativo de la cámara, el cordobés Emilio Viramonte Olmos. Será el cajero de la casa, pero el trámite depende de que los bloques se lleven lo suyo: el peronismo pide cambios en las comisiones.

Un atajo puede ser aprobar Ficha Limpia con reformas y que vuelva a Diputados: un triángulo de las Bermudas para que muera allí de inanición. La votaron en esa cámara 144 votos afirmativos, 98 negativos, 2 abstenciones y 13 ausentes. El Senado puede agregar delitos inhabilitantes al candidato o agregar la instancia de la Suprema Corte. Para insistir en el texto original se necesitan dos tercios, o sea 170. Si el Senado la rechaza, el proyecto pierde estado legislativo.

El Gobierno avanza sobre la Auditoría

Más importante que este proyecto -que apasiona a los savonarolas y eticistas de la política- es la luz verde que dará el Senado al proyecto de reformas de la Auditoría General de la Nación. Atauche, que tiene línea directa con la Casa de Gobierno, avisó que esta semana la comisión de Asuntos Constitucionales debatirá, y hasta puede dictaminar a favor, los proyectos de los senadores José Mayans (peronismo) y Juan Carlos Romero (Los 37 no pejotistas).

Los dos caciques legislativos proponen cambios que pueden conciliarse: reducir de ocho a cuatro o cinco los años de mandato de cada auditor; aumentar de tres a cuatro los representantes de cada cámara; y enganchar los sueldos a los de los legisladores. Hay entusiasmo en las partes porque permitirá un reparto entre las representaciones de todas las tribus, incluyendo a La Libertad Avanza, que en todas las negociaciones que hubo hasta ahora, se ha quedado con la ñata contra el vidrio. Busca crear nuevas posiciones para negociar, en un país en donde la bipolaridad tradicional que rigió hasta finales del siglo XX no funciona más.

La manía por los DNU

El Gobierno promete darle un empujoncito a la iniciativa: si la aprueba el Senado, se mandarán un DNU atornillando el nuevo sistema sin esperar a que lo vote Diputados, en donde el debate puede enredarse. Ese decretazo citaría la voluntad de los Senadores para ponerle un fast track a este súbito interés del Ejecutivo por quienes lo tienen que controlar.

Flota también la idea de que un DNU más drástico podría terminar con la colegiación de la auditoría, loteada entre los bloques parlamentarios. El proyecto original de creación de la AGN, enviado por Domingo Cavallo en los albores del menemismo, preveía un Contralor General y un Contralor Adjunto. Nada más. La colegiación partidaria nació de las negociaciones entre peronismo y radicalismo para que esa ley fuera aprobada -es un capítulo de la Ley de Administración Financiera de 1992-.

Macri al confesionario

Hoy la AGN está regida por su presidente, el dirigente peronista Juan Manuel Olmos (candidato 11° a legislador en la lista de Unión por la Patria). Los auditores designados por Diputados y Senado han cesado en sus cargos. Esta semana, además, Miguel Pichetto presidirá la sesión de la Comisión Bicameral que controla a la AGN. Debe tratar nada menos que la ejecución del gasto de 2017 de Macri.

Hay dos dictámenes, uno del peronismo que se abstiene de opinar, y otro que aprueba el gasto con observaciones, firmado por auditores ligados a lo que fue Juntos por el Cambio. Abstenerse es una manera de descalificar la gestión presidencial de Juntos por el Cambio. La AGN ya dictaminó la ejecución de 2018 y 2019 de Macri, y las rechazó. También aprobó ya la de Alberto Fernández, de 2020, con observaciones. Es otro ingrediente para la campaña, que se traga todo y da poco.

El destrato de los conservadores

La cúpula del PRO no termina de asumir el error estratégico original que cometió Macri al subordinarse antes de las elecciones de 2023 a la opción Milei. Lo llevó a la mesa de Cambiemos para que lo anotasen como precandidato a presidente en la PASO de aquella coalición. Se lo rechazaron e insistió en esa opción al alejarse de Larreta y sus aliados, que estaban en la mira de Milei. Terminó atado al desastre de la derrota de Patricia Bullrich.

Al quedar afuera del balotaje, convenció a Milei de competir contra Sergio Massa, y lo ayudó en el financiamiento de la campaña. Cuando Milei ganó, le puso a disposición sus programas y funcionarios y le dio respaldo en el Congreso durante el primer año del Gobierno. Sordo a los destratos, como hacerlo hablar antes que el vocero presidencial en la cena de los conservadores de la Fundación Libertad, que hasta ahora era su casa, ahora se lamenta de que Milei no quiere un acuerdo con el PRO.

“Deberían querer ir con nosotros”

El miércoles pasado Macri recibió en la sede partidaria de la calle Balcarce a los senadores bonaerenses de su partido. Querían explicarle que el peronismo unido lleva las de ganar si se repite el ticket de 2023. En esas elecciones a gobernador la suma de las listas de los perdedores Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio, 26,61%) y Carolina Píparo (LLA, 24,57%), lograba el 53,18%, mientras Axel Kicillof pudo reelegir con 10 puntos menos, 44,94%. “Tienen razón -respondió Mauricio-, pero para eso ellos deberían querer ir con nosotros”. Este diálogo revela que Milei prefiere perder elecciones a darle a Macri una chance de sobrevivencia.

Impericias concurrentes

El entuerto le da oxígeno al peronismo unido, y revela la impericia tanto de Macri como de Milei para sacar provecho de su relación, al punto de que les resta capacidad competitiva ante su adversario. Milei demuestra incapacidad para encontrarle algún lugar a Macri, que le gobierna sin pedirle mucho, pero que cuando le interesa le hace daño, como cuando le volteó la licitación de la Hidrovía, cuando le tumbó el DNU de fondos para la SIDE o le dobló el brazo en el debate sobre las candidaturas de Lijo y Mansilla a la Corte.

También Macri prueba incapacidad para encontrar él mismo algún lugar mejor que lamentarse en público del destino becqueriano de arpa vieja que le depara Milei (“Del salón en el ángulo oscuro, /de su dueñ@ tal vez olvidada, /silenciosa y cubierta de polvo”, Rima VII).

Inexplicable

Las dos semanas que vienen son un festival de pirotecnia con las provincias que van a elecciones hasta el 18 de mayo, cuando se eligen legisladores de la ciudad de Buenos Aires. Las campañas tienden un follaje efímero sobre lo permanente. La pelea por el poder territorial desnuda, además, las intenciones más crudas de la condición humana.

La vidriera principal es el distrito de los Macri, sitiado desde hace años, en vano, por el peronismo que ahora ha sumado al mileísmo en la misión de desmoronar el último bastión del PRO. Es la plaza en donde esa fuerza ha gobernado durante casi dos décadas sin competencia a la vista. Cambió la antropología política del distrito y la trasladó después al orden nacional.

El PRO de Mauricio fue el eje de la coalición que representó con éxito en la última década a la familia política del no peronismo: desde 2015 a 2023 tuvo más del 40% de los votos, perdiendo o ganando. Fue el eje de Juntos por el Cambio. Macri debe aún la explicación de por qué en 2023 decidió dinamitar esa coalición que perdió, entre 2021 y 2023, 18 puntos porcentuales de voto, y sin gobernar. Sólo por despachar rencillas de familia en los medios.

Ese suicidio en público precipitó la derrota de la coalición en la primera vuelta de 2023. Sin candidato para el balotaje, el voto de Cambiemos se sumó a lo que había cosechado Javier Milei en la primera ronda. Los cursis y los oportunistas dicen que fue un cambio de época. Para algunos lo fue para su medro personal, para el electorado del no peronismo fue una de las trampas de la política, que es el territorio del error.

El control de la virtud ajena

¿A qué tanto detalle? A que el control de la virtud ajena es un demonio que ya actúa en la puja entre mileísmo y macrismo. Mauricio disparó contra la falta de transparencia del Gobierno nacional que perjudica al lugar de la Argentina en el ranking mundial. Ahora responderá el mileísmo, que ya sacó al presidente a la calle, aunque protegido.

Hubo en Lugano francotiradores (a favor, claro) y el Gobierno de la Ciudad dijo haber censado a por lo menos 300 efectivos de la Prefectura. Cristina de Kirchner no salía a la calle (antes de haber sido atacada en la puerta de su casa) con menos protección. Después de todo, los custodios se reclutan en las clases populares y podrían, de ser necesario, entonar el “¿Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está?”.

“Hundan a Horacio”

Según los sondeos que llegan sobre la elección en CABA, el peronismo suma 25% de intención de voto -razonable si sacó 32,7% en 2023 contra Jorge Macri en la elección a jefe de Gobierno-. El mileísmo de Manuel Adorni suma 20% y el PRO de Silvia Lospennato 19%. Horacio Rodríguez Larreta oscila entre 5 y 8 puntos.

En la reunión de estrategia del comando del PRO del jueves por la mañana, decidieron la táctica de “hundan a Larreta” (evoca al Churchill del filme “Hundan al Bismark”, el acorazado alemán que asolaba los mares en la Segunda Guerra Mundial; por favor, no es una banalización de ningún genocidio). Un chusco preguntó: “¿Van a hablar de negocios en la ciudad? Nooo, le respondieron, los negocios son de todos”.

Duelo al sol

Esta táctica es vicaria de la confusión dirigencial del oficialismo porteño, que es no asumir que el mileísmo va por la cabeza de los Macri en la Ciudad para desplazar del escenario a Mauricio como referente del voto de centro derecha. Se pregunta uno porqué la campaña del PRO en CABA lo trata tan bien a Adorni. Responden los campañólogos: porque compartimos el mismo electorado.

Prefieren ir contra Larreta que les saca votos. Es comprensible, con lo que le dan las encuestas, y es impensable cómo con un Horacio de, digamos 8 puntos, Lospennato pueda ganarle a Santoro, que tiene un techo de 32% (el porcentaje de votos que sacó en las últimas elecciones a jefe de gobierno).

No se comprende cómo la coalición -que gobierna el distrito desde hace 16 años en gloria y majestad, sin una oposición que le haga sombra-, va a este duelo al sol disparándose entre dirigentes del mismo palo. Amagan, o cuanto más se defienden, explotando la identificación de Adorni con Karina Milei, y no con Javier. La presidencial hermana tiene, en encuestas que lee el asesor del macrismo Antoni Gutiérrez-Rubí, un 70% de imagen negativa.