Los factores que detonaron las explosivas protestas de la Generación Z en Nepal

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KATMANDÚ.- La furia y el desencanto de los manifestantes que esta semana ganaron las calles de Katmandú, capital de Nepal, se venía gestando desde hace años, pero la chispa que encendió la mecha fue la prohibición de las principales redes sociales que impuso el gobierno pocos días antes.

Los manifestantes, autoproclamados voceros de la Generación Z nepalesa, no expresaban solo su indignación por la violencia de la represión estatal que sufrieron el lunes en las calles, sino también por problemas sociales que viene sufriendo Nepal desde que reemplazó su monarquía por una república democrática, hace 10 años.

El martes por la noche, la situación empujó la dimisión del primer ministro, K. P. Sharma Oli y varios de sus ministros, pero el escarmiento recién había empezado a tronar…

La mayor crisis que viene incubando Nepal es la que concierne al empleo: en esta nación montañosa de 30 millones de habitantes situada entre China y la India, conseguir trabajo es una tarea titánica. Según la Encuesta sobre el Nivel de Vida en Nepal, publicada por la Oficina Nacional de Estadística, en 2024 la tasa de desempleo del país fue del 12,6%, más de un punto más alta que cinco años antes.

Pero esas cifras subestiman la gravedad del problema, porque representan únicamente a los trabajadores de la economía formal y dejan fuera a la mayoría de los nepalíes, que trabajan en negro, principalmente en la agricultura. Además, el desempleo se concentra fundamentalmente entre los adultos jóvenes.

Los manifestantes nepaleses corean consignas durante las violentas protestas contra la decisión del gobierno de prohibir las redes socialesAryan Dhimal – ZUMA Press Wire

Al no encontrar oportunidades, cientos de jóvenes nepalíes abandonan diariamente su país con contratos de larga duración en los ricos países petroleros del Golfo Pérsico y en Malasia. Y hay decenas de miles de nepalíes que trabajan en la India como migrantes temporales. Los datos oficiales del gobierno de Nepal muestran que el año pasado abandonaron el país más de 741.000 personas, principalmente para buscar trabajo en la rubro de la construcción o en agricultura.

El resto de Nepal depende en gran medida de las remesas que envían los alrededor de 2 millones trabajadores nepalíes que están en el extranjero. En 2024, los 11.000 millones de dólares que remesaron a Nepal representaron más del 26% del PBI del país. Con ese dinero, sus familias en Nepal pueden llenar la heladera, comprar medicamentos, y mandar a sus hijos a la escuela. Pero la prohibición de las redes sociales ahora impuesta por el gobierno aisló a esas familias de quienes tuvieron que irse lejos para ganarse el pan y mandarles ayuda.

Si tuvieran que señalar una única causa para ese conjunto de problemas económicos, muchos nepalíes, especialmente aquellos que participan activamente en esta protesta de la Generación Z, apuntarían a la corrupción. Les parece deleznable el espectáculo de una pequeña élite nepalí que acumula vastas propiedades para dejárselas a sus hijos. Según el listado de Transparencia Internacional, una organización independiente sin fines de lucro dedicada a exigir que los gobiernos rindan cuentas de sus actos, Nepal es uno de los países más corruptos de Asia.

El resentimiento popular se alimenta por la imparable catarata de escándalos que se conocen a diario, generalmente relacionados con la connivencia entre políticos electos y funcionarios supuestamente independientes. Pero muy pocas de esas denuncias llegan a juicio.

Las protestas continuaron el 9 de septiembre, desafiando el toque de queda para expresar la ira por una de las represiones más letales contra los manifestantes en años, a pesar de que todas las principales aplicaciones de redes sociales reanudaron sus operaciones en línea y el gobierno pidió calmaPRABIN RANABHAT – AFP

Una investigación parlamentaria, por ejemplo, reveló que se malversaron al menos 71 millones de dólares en la construcción de un aeropuerto internacional en la ciudad de Pokhara: los préstamos del Banco Exim de China se evaporaron en los vericuetos de los nexos entre funcionarios, políticos electos y empresas constructoras chinas. La fiscalía pidió profundizar la investigación y tomar medidas específicas contra los acusados, incluido el director general de aviación civil. Sin embargo, nadie fue procesado.

En otra causa se descubrió que dirigentes nepalíes les pedían dinero a jóvenes que aspiraban a encontrar trabajo en Estados Unidos pretextando su condición de refugiados, una medida destinada a personas de etnia nepalí que habían sido deportadas por la fuerza del vecino Bután. A esos jóvenes nepalíes desempleados les entregaban documentos falsos con la identidad de butaneses desplazados. En el transcurso de las investigaciones surgieron los nombres de políticos de todos los partidos, pero solo fueron acusados los miembros de la oposición.

Y los nepalíes de a pie son muy conscientes de cuánto mejor podrían estar con un Estado mejor financiado: los gastos en salud y educación son altísimos, los productores rurales carecen de fertilizantes esenciales durante la siembra de arroz, y la inflación hace insostenible la vida en Katmandú, que es a donde van a vivir los jóvenes que quieren educación superiores o conseguir trabajo.

Nepal tuvo que hace run gran esfuerzo para deshacerse de la monarquía, pero la democracia no ha cumplido con las aspiraciones que esta semana llevaron a los manifestantes a ganar las calles. La indignación de muchos de los manifestantes de la Generación Z se concentra en el hijo y la nuera del ex primer ministro, Sher Bahadur Deuba, y postean con resentimiento las imágenes de ellos y de los hijos de otros políticos haciendo ostentación de su lujoso estilo de vida.

Desde la entrada en vigor de la nueva Constitución, en 2015, al frente del gobierno de Nepal se han ido rotando tres líderes: Oli, Pushpa Kamal Dahal y Deuba. Para los jóvenes, este “juego de las sillas” electoral, en el que cada primer ministro dura en su cargo solo uno o dos años, resulta exasperante.

Oli, el actual primer ministro, es un activo usuario y consumidor de las redes sociales, y sus allegados aseguran que lee personalmente todos los comentarios que reciben los videos que publica. Otros líderes nepaleses también están obsesionados con las redes sociales, aunque quizá no las usen tanto. En noviembre de 2023, el entonces primer ministro Dahal prohibió TikTok, según él, para “restaurar la armonía social”. Fue el mismo Oli quien al regresar como primer ministro, nueve meses después, levantó la prohibición.

Traducción de Jaime Arrambide

Por Bhadra Sharma y Alex Travelli