Fukushima, una localidad japonesa, fue escenario de una de las mayores tragedias de la historia reciente. Allí, donde el tiempo parece haberse detenido desde el desastre nuclear ocurrido hace más de una década, permanecen los vestigios de aquel día. Entre ellos, cientos de autos (muchos de ellos clásicos) abandonados, que hoy funcionan como un retrato silencioso de lo que pasó.
El hallazgo fue realizado por Bob Thissen, un explorador y documentalista holandés de 34 años que desde hace casi dos décadas recorre el mundo en busca de rincones olvidados por la humanidad. Integrante del movimiento conocido como urban explorers, se dedica a ingresar a sitios deshabitados para registrar, con su cámara, cómo la naturaleza y el paso del tiempo se apoderan de lo que alguna vez fue símbolo de actividad y modernidad.
A través de su canal de YouTube, Exploring the Unbeaten Path, y de sus redes sociales, Bob Thissen compartió imágenes y videos de los enigmas antropológicos y los tesoros ocultos que descubre en cada recorrido. Su objetivo es registrar la realidad actual de sitios que quedaron abandonados, lo que lo llevó a viajar por cinco continentes y recorrer más de 75 países.
En la descripción de su canal, resume su filosofía de una manera contundente: “Arriesgo mi vida, libertad y salud haciendo esto. Donde otros quieren frenar, yo elijo ir a fondo. Por eso termino en lugares que llevan mucho tiempo sin ser habitados”.
¿Qué ocurrió en esa ciudad? El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter sacudió el noreste de Japón y desató un tsunami con olas de hasta 15 metros que golpearon de lleno a la central nuclear de Fukushima Daiichi.
El agua anegó los sistemas de enfriamiento de emergencia y provocó la fusión del núcleo en tres de los seis reactores, lo que derivó en su destrucción.
El episodio fue catalogado como nivel siete en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos, la máxima calificación posible, debido a las elevadas emisiones de radiación registradas en los días posteriores al siniestro.
El balance humano fue devastador, ya que unas 19.500 personas perdieron la vida como consecuencia directa del terremoto y el tsunami, mientras que otras 2313 murieron por causas vinculadas a la contaminación radiactiva. Además, más de 100.000 residentes de los alrededores de Fukushima tuvieron que ser evacuados.
Con esa historia de fondo, el youtuber viajó hasta la zona de exclusión de Fukushima y compartió en sus redes imágenes impactantes: cientos de vehículos que quedaron abandonados aquel 11 de marzo y que nunca más volvieron a circular.
En ese escenario detenido en el tiempo se mezclan todo tipo de unidades. Desde autos de uso cotidiano —Honda, Toyota, taxis y utilitarios— hasta piezas de lujo como Mercedes-Benz, Porsche, Jaguar o incluso un coche fúnebre artesanal con detalles de templo budista.
Aunque a simple vista algunos podrían parecer recuperables, la realidad es que ningún vehículo hallado en la zona puede volver al mercado: los metales de sus carrocerías absorbieron partículas radiactivas que superan el límite de 0,3 microsieverts permitido para su exportación. El propio documentalista contó: “Había innumerables autos en las zonas de exclusión actuales y en las antiguas. Con los años se retiraron algunos, pero todavía quedan muchísimos”.
Lo que a primera vista parece un cementerio de autos es, en cierto modo, un archivo involuntario de la movilidad japonesa en los primeros años del 2000. Thissen registró desde el Toyota Crown Comfort —el taxi más característico del país en aquella época— hasta deportivos muy buscados en el mundo JDM, como el Nissan Skyline o el 300ZX.
También quedaron en el olvido ejemplares de marcas extranjeras, entre ellos un Mercedes-Benz Clase S, un Chevrolet Impala SS y un Porsche 911 Carrera. Todos, sin excepción, condenados al abandono por su peligrosidad invisible.