Juan Ignacio Carranza: “Los inversores miran si Milei mantiene respaldo de la sociedad para su programa económico”

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Juan Carranza pertenece a una generación de analistas que se mueve entre la economía, la política y la energía para explicar la región a los grandes inversores internacionales. Abogado formado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), dejó el país en 2020 para continuar su carrera académica en el exterior: primero con una maestría en Políticas Públicas Internacionales en University College London (UCL), y luego con un MBA en la Escuela de Gobierno de Harvard (Kennedy School).

Hace un año y medio se incorporó a Aurora, una consultora con base en Nueva York, donde cubre la Argentina, Colombia, Chile y Perú. Su trabajo consiste en identificar tendencias económicas y políticas y traducirlas en señales para los inversores que observan a la región.

A diferencia de lo que suele pensarse en América Latina, explica Carranza, hoy los presidentes ya no concentran todo el poder. “Pasamos de un hiperpresidencialismo a un escenario en el que hay que mirar también al Congreso, a los bancos centrales y a la Justicia. Allí es donde se decide, en gran medida, el rumbo económico de los países”, dice.

“Los presidentes llegan debilitados al poder: alcanzan la segunda vuelta sin mayorías propias en el Congreso y sin una maquinaria política sólida, lo que condiciona su capacidad de gobierno”, agrega.

En este contexto, la Argentina no es la excepción. Carranza describe a Javier Milei como un presidente con una debilidad estructural. Si bien logró aprobar la Ley de Bases —reducida en el proceso legislativo a una “mini ley ómnibus”— y obtuvo facultades delegadas, luego sufrió rechazos a decretos clave.

Esa debilidad se traduce en la mirada de los inversores. “Hoy predomina la cautela, una visión de wait and see”, dice Carranza. La atención está puesta en las elecciones de medio término: no tanto en si Milei consigue mayorías —algo improbable—, sino en si logra revalidar el respaldo de la sociedad para su programa económico.

–¿Qué interés hay en la Argentina?

–Hay dos momentos. En 2023, durante las elecciones, cuando todo estaba tan depreciado, había una oportunidad de compra y por eso interés. Pasado ese rally, hoy predomina la cautela frente al gobierno de Milei. La visión es de wait and see. Nosotros creemos que no alcanza con mirar solo al Presidente, también importa lo que pasa en el Congreso y en la Justicia. Un ejemplo: ser independiente no significa no tener intereses, pero la Corte Suprema reaccionó rápido cuando Milei quiso nombrar por decreto a dos jueces. No se dejó presionar ni por el Senado ni por el Ejecutivo. A Manuel García Mansilla le tomaron juramento un lunes a la mañana y el tema volvió al Senado. Eso muestra que, en América Latina, otros poderes pueden plantarse frente al Ejecutivo.

–Ese wait and see de los inversores, ¿de qué depende?

–Principalmente del resultado electoral. Lo que ocurra en la provincia de Buenos Aires será clave. Vemos la suba de tasas y sus complicaciones, pero la gran pregunta es: ¿cómo se sostiene el programa económico de Milei? Hoy sabemos que apuesta a un peso fuerte, pero con déficit de cuenta corriente eso solo se mantiene con financiamiento externo o con una balanza comercial muy favorable. Ahí entran Vaca Muerta, la minería y el agro. Para sostener ese modelo, sin embargo, hay que bajar costos y avanzar con reformas. Por eso miran tanto las elecciones de medio término: sin mayoría parlamentaria, Milei necesitará un cambio de clima político que le permita negociar. El superávit comercial ya no es el mismo que en 2024, porque se diluyó el efecto de la devaluación inicial. Además, para desarrollar Vaca Muerta es clave bajar el costo de capital: sin inversiones no hay expansión energética.

–Si al Gobierno le va mal en las elecciones, ¿qué alternativa queda?

–Un escenario es mantener el esquema actual, pero sin reformas surge un problema: ¿cómo sostener un peso competitivo? Energía, agro y minería son competitivos, pero otros sectores enfrentan costos muy altos. Incluso el agro. Entonces habrá que ver si Milei cambia de plan si no logra avanzar con reformas. Por ahora, lo que consiguió es generar expectativas.

–Usted plantea que, si al Gobierno le va mal, le costará más defender un tipo de cambio fuerte.

–Exacto, porque además pesan los vencimientos de deuda del próximo año. ¿Hasta qué punto se pueden cumplir sin acceso a los mercados? Hoy el superávit permite comprar dólares y pagar, pero la expectativa es que la Argentina vuelva a emitir deuda. Hay dos antecedentes que alimentan la confianza: los bonos Bontes y los subnacionales, y el project finance del oleoducto Vaca Muerta Sur (VMOS), que consiguió financiamiento a tasas competitivas y sin participación estatal ni de organismos multilaterales, solo con un consorcio de bancos apalancados en futuros contratos de exportación. Eso ocurrió incluso después del fallo de la Justicia de Nueva York que ordenaba entregar el 51% de las acciones de YPF. Es una señal positiva, aunque difícil de replicar en otros sectores. Vaca Muerta es un activo de clase mundial, pero con menor riesgo soberano el potencial sería mucho mayor.

“Vaca Muerta es un activo de clase mundial, pero con menor riesgo soberano el potencial sería mucho mayor”, dice Juan Ignacio Carranza

–¿Cómo se ve desde afuera la política argentina?

–Es bastante estable en el sentido de que hay dos polos que se van reconfigurando. Milei ya absorbió a buena parte de Juntos por el Cambio, antes liderado por Mauricio Macri. Habrá que ver qué rol juega Macri en la Ciudad y qué hacen dirigentes del PRO que ya migraron a La Libertad Avanza (LLA) sin que eso le cueste demasiado a Milei. El interrogante está en el otro polo: el peronismo. Tras la salida de Cristina Kirchner, el peronismo funciona como una confederación, con el kirchnerismo y, sobre todo, la provincia de Buenos Aires como ejes. Pero si el 7 de septiembre o el 26 de octubre los resultados son malos, puede haber una crisis de liderazgo. No está claro dónde surgiría la renovación, quizá desde los gobernadores. A diferencia de la era Macri, cuando el peronismo estaba dividido, hoy se mantiene bastante unido y organizado. Macri, de hecho, tuvo un Congreso más favorable. Esa es una diferencia importante que influirá en las elecciones de medio término.

–¿Qué preocupa a los fondos de inversión o empresas que quieren entrar al país?

–El riesgo político. En energía, preguntan mucho por la Ley de Bases, porque facilita las exportaciones aunque bajo control de la Secretaría de Energía. Su reglamentación busca un equilibrio entre seguridad energética y libre disponibilidad. Pero lo primero que preguntan es: ¿esto se puede revertir? Y la respuesta es sí, con otra ley. También observan el cambio regulatorio hacia menor intervención estatal y más liberalización en electricidad e hidrocarburos. Además, se avanzó en la baja de subsidios, aunque con cautela por la inflación. La preocupación es la discrecionalidad: los entes reguladores (Enargas y ENRE) están intervenidos, lo que deja decisiones clave al arbitrio de funcionarios. El mayor riesgo es que un cambio de ministro implique un giro de política.

–¿Qué podría hacer el Gobierno para reducir ese riesgo?

–En energía, sería clave unificar y normalizar los entes reguladores de gas y electricidad. Eso daría previsibilidad, porque hoy ambos están intervenidos.

–¿Y en términos más generales?

–El Gobierno de Milei se muestra cerrado: plantea que son “ellos o nadie”. No ha dado señales de buscar consensos con otras fuerzas, lo que eleva el riesgo político si no gana. Lo mismo pasa con el Banco Central: la idea de dolarizar genera incertidumbre. Por ejemplo, se dice que Nubank podría desembarcar en la Argentina, incluso comprando Brubank, pero están mirando de cerca la política monetaria y fiscal: si el Banco Central y el Tesoro mantienen independencia, si la lucha contra la inflación es consistente y si la deuda es sostenible con relación al PBI. Eso es lo primero que analizan.

–El Gobierno jugó todo a la idea de que “son ellos o nadie” quienes pueden salvar al país. Si les va mal en las próximas elecciones, ¿cómo podría complicarse la gobernabilidad en los dos años restantes?

–Es un riesgo que asumieron desde el inicio. Cuando Milei llegó al poder, Juntos por el Cambio podía haber sido un aliado, pero el Gobierno decidió no integrarlos. Sumaron algunos apoyos puntuales, pero en el Congreso siguen siendo débiles. Una mala elección aumentaría la presión sobre el tipo de cambio. Ahora bien, también hay que definir qué sería una “buena elección” para el oficialismo, porque está claro que no logrará mayorías en ninguna de las cámaras. Lo que los inversores miran no es eso, sino si Milei mantiene respaldo de la sociedad para su programa económico. Con ese respaldo, aunque no tenga mayoría, puede sostener vetos o DNU y construir alianzas. En ese punto se valora la capacidad de operación política que mostró el Gobierno en su primer año en el Congreso, algo que afuera sorprendió.

–¿Cómo impactan en la Argentina los juicios que enfrenta en el exterior?

–El historial judicial del país pesa en su reputación y eso se traduce en un mayor costo de capital. La Argentina ha generado precedentes inéditos, como con la cláusula pari passu y ahora con el caso YPF. La jueza Loretta Preska, en Nueva York, ordenó entregar el 51% de las acciones de YPF, que ni siquiera están en Estados Unidos sino en la Argentina, para ejecutar una sentencia. Eso no se había visto antes. Además, estos juicios son deuda pública, lo que explica que existan compradores interesados: saben que, tarde o temprano, se van a cobrar. Para dimensionarlo: el último acuerdo con el FMI en abril fue por unos US$15.000 millones, y la sentencia de primera instancia por YPF asciende a US$16.100 millones, casi el mismo monto que ese programa.

–Pero usted mencionaba que, pese a ese fallo, YPF participó del proyecto de financiamiento del oleoducto.

–Sí, pero hay que remarcar que se trató de financiamiento vinculado a Vaca Muerta, que es un activo de clase mundial. Fue un mecanismo excepcional, no algo replicable para cualquier sector. Esto abre la pregunta de cómo mejorar el perfil crediticio y reducir el costo de capital en otras áreas de la economía. También hay que tener en cuenta los movimientos dentro de Vaca Muerta: algunas multinacionales han vendido activos en el país. Tal vez son decisiones previas, pero muestran que la Argentina compite directamente con otras regiones, como Guyana o Brasil, incluso teniendo un recurso de clase mundial. Para desarrollar Vaca Muerta plenamente se necesita muchísimo capital y jugadores grandes, multinacionales, y para atraerlos es indispensable bajar el costo de capital. Eso solo se logra con reglas más claras y una conducta económica y política más previsible.

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