Cuáles son las cinco playas más peligrosas del Caribe colombiano que lideran la lista con cifras trágicas

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Lo que para muchos turistas representa un refugio paradisíaco, para decenas de familias fue el escenario de una despedida inesperada. En la región del Caribe, cinco playas encabezan el listado de las más peligrosas de Colombia por su fuerte oleaje, corrientes impredecibles y condiciones naturales que las hacen no aptas para bañistas.

Las cifras de muertes y rescates fallidos en estos lugares son un llamado de alerta frente al turismo imprudente y a la necesidad de un mayor control institucional. Dos de estas playas están en Santa Marta, en pleno Parque Nacional Natural Tayrona: Arrecifes y 7 Olas. A pesar de las advertencias constantes de las autoridades ambientales y de las señales visibles en el terreno, siguen cobrando vidas año tras año.

Ubicada en el corazón del Parque Tayrona, Arrecifes fue calificada como una de las zonas costeras más letales del país. Según registros de organismos de socorro y reportes no oficiales recopilados por guías y guardaparques, más de 150 personas perdieron la vida en esta playa en las últimas décadas.

El mar en esta zona es engañosamente sereno a simple vista, pero bajo su superficie se esconden corrientes de resaca que arrastran sin posibilidad de escape.

A pesar de que el ingreso al agua está totalmente prohibido y hay múltiples letreros que lo advierten, muchos visitantes no dimensionan el peligro o ignoran las advertencias en busca de una foto o un baño rápido. La mayoría de víctimas fueron turistas nacionales, aunque también hay casos de extranjeros.

Su nombre proviene del patrón de oleaje que caracteriza a esta playa: una secuencia de siete rompientes que provocan un efecto de succión hacia mar adentro. No está permitido el ingreso al agua y su uso está restringido como mirador natural.

Sin embargo, cada temporada alta, varios turistas cruzan las barreras naturales y se arriesgan. Aunque las cifras de muertes aquí son menores que en Arrecifes, sí hay múltiples reportes de rescates extremos y lesiones graves.

Conocida por su oferta ecoturística y el tubing en el río, Palomino también figura entre las más riesgosas. La desembocadura del río que lleva el mismo nombre forma remolinos y corrientes que causaron la muerte de al menos 30 personas en los últimos años, según Defensa Civil.

El incremento del turismo extranjero trajo consigo mayor exposición al peligro, muchas veces por desconocimiento.

Las autoridades locales iniciaron campañas preventivas con avisos en inglés y español, y presencia constante de socorristas, aunque reclaman mayor apoyo del nivel central para control más efectivo.

En pleno corredor turístico de Cartagena, esta playa urbana se convirtió en punto crítico para bañistas imprudentes. Marbella registró al menos 20 muertes por inmersión en la última década, y la mayoría ocurrieron durante fines de semana o puentes festivos.

Las corrientes de retorno, invisibles a la vista, son una amenaza silenciosa para quienes no conocen el comportamiento del mar. La alcaldía desplegó salvavidas en puntos clave y reforzó la señalización, pero la sobreocupación de la playa y el turismo masivo dificultan el control.

Aunque es recordada por su antiguo muelle y valor histórico, la playa de Puerto Colombia tiene uno de los mares más agitados del litoral atlántico. Los pescadores locales reportaron más de 25 fallecimientos en los últimos años, principalmente en temporadas de mar de fondo. La corriente marina lateral, sumada a la falta de vigilancia permanente, convierten esta playa en un riesgo latente.

En respuesta, el municipio inició un plan para instalar boyas de demarcación, mejorar el sistema de alerta y ofrecer capacitaciones a operadores turísticos.

Las cinco playas mencionadas comparten una misma paradoja: son bellas, atractivas y fotogénicas, pero letales si no se respetan sus condiciones naturales. Las autoridades de Santa Marta, La Guajira, Cartagena y Atlántico coinciden en la urgencia de reforzar la señalización con tecnología interactiva, instalar torres de vigilancia y ejecutar campañas de prevención multilingües, sobre todo dirigidas al turismo internacional.

Parques Nacionales reiteró que Arrecifes y 7 Olas no son balnearios, y su uso debe limitarse a contemplación y fotografía. En Palomino y Marbella, las alcaldías comenzaron a trabajar con guías locales para crear rutas seguras y advertir sobre las zonas más peligrosas.

El llamado es contundente: disfrutar del mar con respeto salva vidas. Cada una de estas tragedias representa una historia que pudo evitarse con información clara y decisiones prudentes. En el Caribe colombiano, la belleza del paisaje puede ser tan seductora como traicionera.

Por Leidys Rivero Martínez

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