KIEV.- Aproximadamente 100.000 personas en la región de Kharkiv permanecen sin electricidad, agua ni calefacción tras una nueva ola de ataques rusos contra la infraestructura energética de Ucrania, ocurrida en la madrugada del sábado. En respuesta, Kiev lanzó una serie de ataques con drones y misiles contra instalaciones energéticas rusas, en lo que se convirtió en un intercambio casi diario de bombardeos entre ambos países, con efectos crecientes sobre la población civil y el suministro de energía en toda la región.
“El nivel de destrucción masivo con misiles y drones -458 aparatos no tripulados y 45 misiles, de los cuales 406 fueron derribados, según Kiev- golpeó instalaciones energéticas en todo el país. La ministra de Energía ucraniana calificó la noche como ”una de las más difíciles» desde el inicio de la guerra, mientras que la empresa estatal Centrenergo informó que su capacidad de generación “cayó a cero”.
“El enemigo lanzó misiles balísticos extremadamente difíciles de interceptar. Es difícil recordar un número tan alto de ataques directos contra instalaciones energéticas desde 2022″, señaló la ministra a la cadena United News.
Los drones rusos también impactaron dos subestaciones nucleares en el oeste de Ucrania, que alimentan las plantas de Jmelnitski y Rivne. el canciller ucraniano Andrei Sybiha denunció que Moscú “pone deliberadamente en peligro la seguridad nuclear en Europa” y pidió a China e India que presionen al Kremlin para detener los ataques.
Rusia ha hecho de la red eléctrica ucraniana un blanco recurrente, con el objetivo de privar a los civiles de calefacción y agua durante el invierno. Según la compañía Naftogaz, el del sábado fue el noveno ataque masivo contra las infraestructuras de gas desde octubre, lo que ya obligó a detener la mitad de la producción nacional de gas natural.
Los expertos temen que, si los ataques se repiten, gran parte del país podría enfrentar el invierno sin calefacción, una situación similar a la vivida en 2023. “Rusia está intentando convertir el frío en un arma”, afirmó un portavoz de la fuerza aérea ucraniana.
Mientras tanto, la Escuela de Economía de Kiev reportó que los daños a la infraestructura energética podrían tener consecuencias prolongadas para la economía y el bienestar civil.
En represalia, Ucrania intensificó sus ataques contra instalaciones energéticas rusas, buscando interrumpir las exportaciones de petróleo y provocar escasez de combustible en Moscú.
El domingo, más de 20.000 personas en Rusia quedaron sin electricidad en regiones fronterizas como Belgorod, Kursk y Voronezh. En la capital regional de Belgorod, el gobernador Viacheslav Gladkov informó que “la red eléctrica y de calefacción sufrió daños graves”, mientras que en Kursk un incendio en una planta eléctrica afectó a diez localidades.
En Voronezh, un ataque con drones provocó cortes de energía y un incendio en una instalación de servicios públicos. El gobernador Alexander Gusev confirmó que varios drones fueron interceptados, pero el fuego dañó parte de la planta térmica local.
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso aseguró haber derribado 44 drones ucranianos sobre las regiones de Briansk y Rostov, aunque no mencionó los ataques en Vorónezh ni Bélgorod. En Taganrog, una ciudad de 240.000 habitantes, se registraron apagones de varias horas debido a un incendio en una subestación transformadora.
Kiev lleva meses atacando refinerías y depósitos de petróleo rusos para cortar las fuentes de ingreso que financian la ofensiva militar de Moscú.
El ministro ucraniano de Exteriores reiteró su pedido de una reunión urgente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tras los ataques rusos a las subestaciones que alimentan las plantas nucleares. “No fueron errores, sino ataques planificados. Rusia está poniendo en peligro deliberadamente la seguridad nuclear europea”, subrayó Sybiha.
El ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, respondió que su país “cumple estrictamente con sus obligaciones internacionales” y aseguró que Moscú no busca escalar el conflicto nuclear. No obstante, confirmó que el Kremlin ya trabaja en la orden de Vladimir Putin para estudiar la posibilidad de reanudar las pruebas atómicas, suspendidas desde 1990.
El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, trató de despejar las dudas: “Putin ha dicho reiteradamente que Rusia está comprometida con la prohibición de pruebas nucleares y que no lo hará a menos que Estados Unidos lo haga primero”.
La orden de Putin coincidió con declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien insinuó que Washington podría reanudar sus propios ensayos por primera vez en tres décadas, lo que aumentó la inquietud internacional.
En medio de este intercambio de ataques, los canales diplomáticos entre Moscú y Washington permanecen congelados. Lavrov declaró el domingo que está dispuesto a reunirse con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, para “mejorar las relaciones bilaterales”, pero reiteró que “no habrá paz sin tener en cuenta los intereses rusos”.
Cuatro años después del inicio de la invasión, la guerra se encuentra en un punto de estancamiento, con ofensivas cruzadas y una infraestructura energética devastada a ambos lados del frente. En Ucrania, los ingenieros luchan por restablecer la electricidad en medio de temperaturas en descenso, mientras el país se prepara para otro invierno bajo las bombas.
Agencias AP, AFP y ANSA