WASHINGTON.- Estados Unidos se prepara para una escalada militar sin precedentes en Venezuela. La administración Trump ha identificado objetivos dentro del país caribeño —incluidas instalaciones militares presuntamente utilizadas para el contrabando de drogas— y, según funcionarios estadounidenses citados por The Wall Street Journal y el Miami Herald, ya tomó la decisión de atacarlos en cualquier momento. El propósito, afirman, es enviar un mensaje inequívoco al presidente Nicolás Maduro: ha llegado la hora de que abandone el poder.
Fuentes consultadas por el Miami Herald señalaron que los ataques —que podrían ejecutarse por aire en cuestión de días o incluso horas— buscan destruir infraestructura militar vinculada a la operación del cartel de los Soles, organización que Washington acusa de ser dirigida por Maduro y gestionada por altos miembros de su régimen. Además, dichos objetivos apuntarían a “descabezar” la cúpula del cartel, que según estimaciones oficiales exporta alrededor de 500 toneladas de cocaína al año hacia Europa y Estados Unidos.
Si bien los funcionarios evitaron confirmar si Maduro es un objetivo directo, una de las fuentes aseguró que su margen se estrecha: “Maduro está a punto de encontrarse acorralado y pronto podría descubrir que no puede huir del país, incluso si así lo quisiera. Y lo que es peor para él, ahora hay más de un general dispuesto a capturarlo y entregarlo, plenamente consciente de que una cosa es hablar de la muerte y otra verla acercarse”.
Los posibles objetivos en evaluación incluyen puertos y aeropuertos controlados por los militares que presuntamente se utilizan para el tráfico de drogas, así como instalaciones navales y pistas aéreas, según dijo un funcionario a The Wall Street Journal.
Atacar objetivos dentro de Venezuela representaría una escalada significativa de la operación, que hasta ahora se ha limitado a ataques aéreos contra embarcaciones sospechadas de transportar drogas.
La ofensiva militar y diplomática se produce luego de que Donald Trump retornara a la Casa Blanca en enero de 2025. Una de sus primeras órdenes fue designar a determinados carteles —incluido el Tren de Aragua y, posteriormente, el cartel de los Soles— como organizaciones terroristas y criminales transnacionales. Desde entonces, Estados Unidos ha desplegado un poderío militar sin precedentes en el Caribe, reforzando operaciones contra embarcaciones presuntamente cargadas con drogas en la región.
En los últimos meses, Estados Unidos ha conformado una Fuerza de Tarea Conjunta con destructores, un grupo anfibio de 4500 efectivos, patrullas aéreas P-8, drones MQ-9 Reaper y, más recientemente, 10 cazas F-35B. El 24 de octubre, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el ingreso al Caribe del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque, considerado la pieza central de la “fase final” para neutralizar a los líderes del cartel y ejecutar ataques sobre blancos fijos y móviles en territorio venezolano.
Hasta este momento, Estados Unidos ha centrado sus operaciones en el mar, atacando embarcaciones que, según la administración, transportaban narcóticos, con un saldo de 61 presuntos traficantes muertos. Pero funcionarios estadounidenses admiten que la ofensiva pasará pronto a tierra ante la disminución de rutas marítimas disponibles para el narcotráfico.
Aun así, Trump insiste en que no busca una ocupación prolongada. “A él le interesan operaciones puntuales, como el asesinato del general iraní Qasem Soleimani o ataques a las instalaciones nucleares de Irán”, dijo al Miami Herald Elliott Abrams, exenviado especial para Venezuela. “No creo que quiera algo que pueda prolongarse”.
La Casa Blanca ha reforzado ese mensaje en público. “El presidente Trump ha sido claro en su mensaje a Maduro: deje de enviar drogas y criminales a nuestro país”, señaló la vocera, Anna Kelly. “El presidente está preparado para usar todos los elementos del poder estadounidense para impedir que las drogas inunden nuestro territorio”.
Desde el retorno de Trump al poder, la narrativa de Washington ha buscado presentar al régimen venezolano como eje de una red criminal continental. “Hay un narcoestado en Venezuela dirigido por un cartel”, afirmó el secretario de Estado Marco Rubio. “Esta es una operación contra narcoterroristas, la Al Qaeda del hemisferio occidental… y deben ser enfrentados”.
El senador Rick Scott también ha sugerido una salida para Maduro: “Si yo fuera Maduro, me iría a Rusia o China ahora mismo”.
Sin embargo, analistas advierten que un ataque podría generar el efecto contrario. “Esto es Estados Unidos poniendo realmente a prueba la afirmación de que Maduro es débil y que los militares cambiarán de bando con solo un leve empujón”, sostuvo Geoff Ramsey, del Atlantic Council. “Pero también existe la posibilidad de que esto genere un efecto de cerrar filas en torno a la bandera”.
La respuesta militar venezolana no sería simbólica: Maduro afirma contar con unos 5000 misiles portátiles rusos Igla-S y varios sistemas antiaéreos S-300. Estados Unidos ha enviado bombarderos B-52 y B-1 para sondear esas defensas y el propio Trump confirmó haber autorizado operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela.
Aun así, hay quienes creen que la presión puede surtir efecto. “Creo que Maduro aguantará, al menos en la primera ronda”, señaló el almirante retirado James Stavridis. Pero, añadió, si los primeros ataques no fuerzan su renuncia, otra fase podría apuntar directamente a la cúpula del régimen. “Creo que en ese punto es posible que Maduro entregue las cartas y se vaya. Ese sería el mejor desenlace para la administración Trump”.