NUEVA YORK.- Bajo la mirada de más de 150 líderes mundiales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, regresó este martes a la Asamblea General de la ONU para pronunciar un incendiario discurso cargado de autoproclamados logros y una andanada de críticas, que apuntaron hacia el multilateralismo, a sus aliados europeos, a los países que reconocieron el Estado palestino y a la agenda verde, entre otros objetivos.
Según la Casa Blanca, el mandatario buscó exhibir sus “éxitos de política exterior en el segundo mandato” y advirtió que “las instituciones globalistas han deteriorado de manera significativa el orden mundial”. Después de su discurso, el presidente norteamericano mantuvo una reunión bilateral con Javier Milei.
La intervención de Trump se da en un contexto en el que su gobierno ya ha reducido el apoyo financiero estadounidense a la ONU, retirándose de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS= y el Consejo de Derechos Humanos, y revisando la participación de su país en cientos de organizaciones internacionales, bajo la premisa de su agenda “America First”.
Desde el inicio de su extensa intervención -que duró unos 55 minutos-, Trump adoptó un tono desafiante y autocomplaciente, característico de sus intervenciones internacionales. Se jactó del poderío estadounidense y de que la economía nacional es “más grande y mejor que nunca”, mientras Estados Unidos “vuelve a ser respetado como nunca antes”. Además, en medio de sus críticas a la ONU por su rol en un convulso escenario internacional, incluso chicaneó: “las dos cosas que obtuve de las Naciones Unidas fueron una mala escalera y un mal teleprompter”.
La intervención de Trump también sirvió como una forma de comparar su gestión con lo que calificó como un período de “crisis y desastres” bajo el gobierno de su antecesor, el demócrata Joe Biden.
Frente al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y a los principales dirigentes de la ONU, Trump cargó contra el organismo: “Siempre dije que la ONU tiene un potencial tremendo, tremendo. Pero ni siquiera se acerca a cumplirlo. Lo único que hacen es escribir cartas con palabras vacías, y las palabras vacías no detienen guerras”.
Después de asegurar que en siete meses de gestión, Trump detuvo “siete guerras que eran consideradas interminables”, afirmó que en los conflictos que él considera resueltos, como en varios países de África y Medio Oriente, la ONU no ofreció asistencia ni apoyo. “Es demasiado malo que haya tenido que hacer estas cosas en lugar de que las Naciones Unidas lo hicieran”, afirmó.
Trump dedicó buena parte de su discurso a criticar la ineficacia de la ONU, acusándola de “no solo no resolver problemas, sino crear nuevos”.
El presidente también acusó al organismo de ser cómplice indirecto de problemas internacionales, desde la migración hasta el terrorismo, y se refirió a lo que calificó como un “asalto a los países occidentales”, utilizando la tribuna para reforzar su narrativa de que Estados Unidos debe asumir un rol preeminente en la resolución de conflictos globales.
La inmigración ilegal fue uno de los ejes centrales del discurso de Trump. El mandatario denunció que la ONU destinó el año pasado cientos de millones de dólares para apoyar a más de medio millón de migrantes que ingresaron a Estados Unidos de manera irregular, calificando esa política como “totalmente inaceptable”. “La ONU se supone que debe detener invasiones, no crearlas ni financiarlas”, agregó.
Trump defendió sus políticas de detención y deportación en la frontera sur, asegurando que se trató de un “acto humanitario que salvó vidas”. “Las personas morían por hambre, temperaturas extremas y condiciones inhumanas en su camino hacia nosotros”, indicó, para luego afirmar que al comenzar a detener y deportar inmigrantes, “simplemente dejaron de venir”.
El presidente no se limitó a la situación en Estados Unidos: dirigió duras advertencias a los países europeos, asegurando que estaban “yendo al infierno” por mantener fronteras abiertas y políticas migratorias fallidas.
Exhortó a terminar con este “fallido experimento” y afirmó que su experiencia en el tema era decisiva: “Puedo decirles, soy realmente bueno en esto. Sus países van a ir al infierno si no actúan”.
Trump defendió las operaciones militares de su administración, incluyendo ataques a embarcaciones que transportaban drogas en el Caribe y acciones contra Venezuela, y se mostró desafiante ante las críticas bipartidistas sobre la legalidad de estas medidas.
“A todo matón terrorista que esté traficando drogas venenosas hacia Estados Unidos: sepan que lo haremos saltar por los aires”, advirtió, subrayando que estas acciones forman parte de un esfuerzo por proteger la seguridad nacional.
“Comenzamos a usar el poder supremo de Estados Unidos para destruir a los matones terroristas de Venezuela y al narcoterrorismo encabezado por Nicolás Maduro”, agregó.
El presidente también destacó la seguridad interna en la ciudad de Washington, asegurando que tras el despliegue de tropas de la Guardia Nacional y agentes federales, la capital es “totalmente segura”. Invitó a los asistentes a recorrerla sin temor: “Les doy la bienvenida a venir; de hecho, cenaremos juntos en un restaurante local y podremos caminar sin necesidad de vehículos blindados”.
Trump pidió la liberación inmediata de todos los rehenes en Gaza, calificando de “recompensa por horribles atrocidades” el reconocimiento de un Estado palestino por parte de varios países europeos en los últimos días. “Quienes quieren la paz deberían unirse en un mensaje: liberen a los rehenes ahora”, sentenció.
Sobre Ucrania, reiteró que la guerra nunca habría comenzado bajo su mandato y describió el conflicto como una “escaramuza rápida” que debía resolverse en días gracias a su buena relación con Vladimir Putin. Amenazó con imponer “una muy fuerte ronda de aranceles” contra Rusia si no se avanza hacia un alto el fuego, y denunció que China e India son “los principales financiadores” de la guerra al seguir comprando energía rusa. “Ese es el impacto de un mal liderazgo”, dijo en referencia a Joe Biden.
El presidente de Estados Unidos, exigió a los países europeos que dejen de comprar gas y petróleo a Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania. “Es vergonzoso para ellos, están comprando energía rusa mientras luchan contra Rusia. Piénsenlo, están financiando la guerra contra ellos mismos”, afirmó ante la Asamblea General de la ONU.
Trump calificó de “inexcusable” que algunos miembros de la OTAN sigan importando productos y energía de Rusia y advirtió que Europa debe actuar de inmediato.
En relación con Irán, Trump reveló que había enviado una carta al líder supremo ofreciendo “cooperación total” para suspender el programa nuclear, pero que la respuesta fueron “amenazas constantes”. Luego mencionó la Operación Midnight Hammer, en la que, según él, la aviación estadounidense destruyó instalaciones nucleares estratégicas y eliminó a varios comandantes militares iraníes.
En un gesto de autopromoción, Trump recordó que tras poner fin a varias guerras y negociar los Acuerdos de Abraham, “todos dicen que debería recibir el Nobel de la Paz, pero para mí, el verdadero premio será ver a los hijos que vivirán porque millones de personas ya no son asesinadas en guerras interminables”.
El presidente prometió liderar un esfuerzo internacional para hacer cumplir la convención sobre armas biológicas mediante un sistema de verificación basado en inteligencia artificial. Hizo un llamado a todas las naciones a unirse para “poner fin al desarrollo de armas biológicas de una vez por todas”, expresando además su esperanza de que la ONU pueda desempeñar un papel constructivo en esta iniciativa, a pesar de sus críticas constantes al organismo.
Trump defendió el uso de aranceles como un “mecanismo de defensa” para garantizar que otras naciones cumplan las reglas globales del comercio. Señaló que su administración declaró emergencia bajo una ley de 1977 para imponer tarifas a la mayoría de los países, argumentando desequilibrios comerciales persistentes. También resaltó que busca que los ingresos generados beneficien a Estados Unidos, aunque gran parte del costo recaiga en empresas y consumidores estadounidenses. Aseguró que la inflación se mantiene baja, a pesar de los registros que muestran aumentos superiores al objetivo de la Reserva Federal.
En ese contexto anunció que acordó reunirse la próxima semana con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, tras meses de tensiones por aranceles y persecución judicial a su amigo Jair Bolsonaro. En un momento entre incómodo y extraño, relató que ambos se vieron, se saludaron en lo que describió como “39 segundos de química excelente”. Allí indicó que decidieron mantener la reunión, aunque no se precisó fecha ni lugar. Las cámaras oficiales mostraron al presidente brasileño sorprendido por la declaración.
La cita llega en medio de sanciones y medidas comerciales impuestas por Washington, lo que subraya la mezcla de diplomacia personal y presión económica característica del mandatario.
Trump cuestionó con dureza las políticas de energía verde y las alertas sobre el cambio climático. Señaló que décadas atrás los científicos advirtieron que algunas naciones podrían desaparecer para el año 2000 debido al calentamiento global, pero aseguró que “no ha pasado”. Para él, estas predicciones representan “el mayor engaño perpetrado contra el mundo” y son obra de “gente estúpida”.
Aseguró que si los países no abandonan la “estafa verde”, están condenados al fracaso. Esta postura se inscribe en la crítica recurrente de Trump a los compromisos internacionales sobre energía y emisiones, que considera un obstáculo para el crecimiento económico y la soberanía nacional.
Agencias AP y AFP