BRASILIA.- Sentados frente a una pantalla gigante en un bar de Brasilia, gritan de alegría y aplauden: los asistentes izquierdistas no celebran un gol de la selección de Brasil, sino la condena del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado.
En cambio, frente a la casa del exmandatario, donde cumple prisión domiciliaria en la capital brasileña, la calle luce semi desierta. Unos partidarios colocan una pancarta “Vuelve Bolsonaro, toquen la bocina”, preparando una vigilia para más tarde en señal de apoyo.
El expresidente brasileño, de 70 años, fue condenado este jueves a 27 años de cárcel por haber tratado de dar un golpe de Estado contra su sucesor, el actual presidente Lula da Silva, luego de las elecciones de 2022.
La condena es “injusta”, asegura a la AFP Rodrigo Rodrigues, un taxista en la ciudad. “No se le puede atribuir la culpa” de la trama golpista, agrega este hombre, que aún tiene esperanza de que Bolsonaro sea candidato en las presidenciales en 2026.
La derecha brasileña volcó su indignación en redes sociales como X, donde rápidamente se multiplicaron los lemas: “Quieren matar a Bolsonaro” y “Suprema persecución”, en alusión a la Corte Suprema.
En el bar Pardim, punto de encuentro de la izquierda, el ambiente es otro. “¡Bolsonaro a la cárcel!”, gritaron varios clientes en el momento de la votación decisiva de la jueza del Tribunal Supremo, Carmen Lucia.
“Me eché a llorar, es un momento muy importante, que llevábamos esperando mucho tiempo”, dijo a la AFP Sofia Araujo, una estudiante de 20 años en una mesa a pocos metros de la pantalla, instalada en la terraza del bar.
“Hoy podemos celebrar, porque se hizo justicia”, añade esta joven negra, de cabello ondulado y decolorado. El 30 de octubre de 2022, ya había ido a celebrar al Pardim la victoria de Lula en la segunda vuelta de las elecciones.
Jarbas Campos Pardim, propietario del bar desde hace 15 años, había preparado todo para el desenlace del histórico juicio. Compró 80 cajas de cerveza y encendió la barbacoa nada más comenzar la sesión en el Tribunal Supremo. “Hoy es el día de la condena, así que es un día de celebración”, exclama eufórico.
“Es importante unirnos para demostrar que estamos juntos en la defensa de la democracia”, resume este hombre de 47 años, que trabajó como camarero durante muchos años antes de comprar su propio bar.
Joao Marcelo Lopes Soares, de 25 años, llegó temprano para no perderse ni un solo momento de la transmisión en directo de los canales de noticias.
“Este 11 de septiembre de 2025 es un día histórico, un punto de inflexión en la lucha contra el fascismo», dice con entusiasmo este joven, vestido con la camiseta rojinegra del Flamengo, el club de fútbol más popular de Brasil.
Sonríe, si bien es consciente de la presión de Estados Unidos, pues el presidente Donald Trump ha denunciado una “caza de brujas” contra su aliado de extrema derecha para justificar la imposición de aranceles de 50% a ciertos productos brasileños.
“A pesar de la fuerte presión internacional, especialmente de Trump, creo que hay justicia en Brasil; somos un país serio”, festeja.
Al mismo tiempo, Flávio Bolsonaro, senador e hijo del expresidente, afirmó que la batalla no terminó y que su padre sigue preparado para presentarse a las elecciones de 2026, en una negación tanto del fallo penal de la Corte Suprema como de la inhabilitación a presentarse a cargos públicos que ya pesaba en su contra.
“La batalla no ha terminado. No intenten descartar a Bolsonaro. Más que nunca, Bolsonaro está listo para ser presidente de Brasil”, dijo Flávio en declaraciones a la prensa, de pie en la puerta del condominio donde su padre se encuentra bajo arresto domiciliario.
“Somos firmes y fuertes. La historia demostrará que estamos del lado de la defensa de la democracia”, añadió el legislador. Y abogó por la movilización en el Parlamento para buscar una amnistía “amplia, general e irrestricta” de todos los implicados en la trama golpista.
Agencia AFP y diario O Globo/GDA