La metamorfosis de Giorgia Meloni, la “superstar” de la política italiana

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ROMA.- Giorgia Meloni “superstar”. Semanas antes de cumplir tres años en Palazzo Chigi —el próximo 23 de octubre— la primera ministra italiana, primera mujer en la historia en alcanzar el cargo y hoy con 48 años, atraviesa su momento de mayor solidez. Nadie le hace sombra: ni sus dos vicepremieres —el canciller Antonio Tajani, de Forza Italia, ni el ministro de Transporte e Infraestructura, Matteo Salvini, jefe de la Liga— que se muestran inofensivos en la puja interna, ni la oposición de centroizquierda.

Tanto Tajani como Salvini intentan hacerse notar —el líder de la Liga llegó a generar polémica al criticar al presidente francés Emmanuel Macron, justo en el momento en que Meloni había conseguido recomponer su difícil relación con él—, pero ninguno de los dos logra sobresalir. Es ella, la líder de Hermanos de Italia, quien manda en el gobierno más de derechista de Italia desde la posguerra. Es ella quien marca la línea.

Lo dejó claro el miércoles pasado, cuando fue ovacionada al cerrar el Meeting de Rimini, foro anual del movimiento católico conservador Comunión y Liberación, tradicional gran evento político de fin de verano, clave para lo que vendrá.

En su primer discurso allí como primera ministra —una intervención de 46 minutos—, Meloni se mostró conmovida por los aplausos que le brindó la platea incluso antes de comenzar a hablar. Reivindicó la gestión de su gobierno de derecha, volvió a insistir en su proyecto de reforma constitucional para instaurar el premierato —que permitiría a los italianos elegir de forma directa a su jefe de gobierno, en lugar del actual sistema en el que lo nombra el presidente tras las consultas de rigor—, planteó cambios en la justicia y reiteró su caballito de batalla: la lucha contra la inmigración. Todo ello, pese al fracaso de los centros de repatriación en Albania, una de sus principales apuestas en la materia.

Después de haberse sentado junto a otros líderes europeos en la cumbre de la Casa Blanca para intentar frenar la guerra en Ucrania, Meloni se jactó de haber devuelto protagonismo a Italia en el escenario internacional —“para muchos profetas de desventuras tenía que ser nuestro talón de Aquiles”, ironizó—. En ese punto coincidió con su predecesor, el prestigioso economista Mario Draghi, encargado de abrir el mismo foro, quien advirtió que la Unión Europea (UE) está condenada a la “irrelevancia geopolítica” —como, dijo, quedó demostrado en Ucrania y en Gaza— si no se anima a emprender una reforma profunda de sus estructuras.

El presidente Donald Trump y la primera ministra italiana Giorgia Melonien una cumbre en la Casa Blanca, el 18 de agosto de 2025.Alex Brandon – AP

Hábil, Meloni coincidió con el presidente del Banco Central Europeo y su antecesor en el cargo en el diagnóstico sobre el riesgo de irrelevancia política del bloque, aunque dejó claro que su europeísmo es de signo muy distinto. Mientras Draghi apuntó contra la regla de la unanimidad que paraliza y divide a la Unión, ella defendió otra visión: la de “una Europa del pragmatismo, que vaya más allá del debate de más o menos Europa; una Europa que haga menos, pero mejor, que no sofoque a los Estados nacionales, sino que respete sus roles y particularidades”.

Meloni prometió, además, un plan de viviendas para parejas jóvenes y una reducción en los costos energéticos. Sin embargo, persiste la gran incógnita sobre cómo financiar esas iniciativas: la economía apenas crece un 0,6% y la deuda pública se mantiene en niveles descomunales, cercana al 140% del PBI.

Si bien la centroizquierda salió a criticar su muy aplaudida intervención tildándola de “pura propaganda” y la acusaron de no enfrentar los “problemas reales del país”, Meloni corre con una gran ventaja.

Giorgia Meloni@giorgiameloni

“La oposición no existe”, explicó, negro sobre blanco, Romano Prodi, expremier y expresidente de la Comisión Europea y líder del Olivo, alianza política de centroizquierda que en su momento logró ganarle al expremier y magnate Silvio Berlusconi. En una entrevista con el diario La Repubblica, Prodi, que advirtió que las democracias se vuelven cada vez más débiles a nivel global, alertó que “sin oposición, el gobierno puede hacer cualquier cosa y ganar siempre”. “Una oposición tan fragmentada se transforma simplemente en un vientito, fastidioso pero innocuo”, lamentó.

El exministro Graziano Delrio, referente del Partido Democrático, el principal de la oposición, reconoció la astucia y el pragmatismo de la primera ministra. “Meloni tiene una estrategia eficaz porque entra en sintonía con mundos distintos del suyo. La centroizquierda esa estrategia todavía no la encontró”, admitió, en una entrevista con el Corriere della Sera. “Meloni, que antes, en su integralismo de derecha-derecha, no sabía hacerlo, está aprendiendo a hablarle a ciertos mundos: en Rimini vimos una evolución inteligente del punto de vista político que presupone un proyecto también en los territorios. Quien cree que en 2027 (cuando termina su mandato) será inexorablemente derrotada, me parece que no se da cuenta de esta evolución”, añadió.

Antonio Polito, analista político y editorialista del Corriere della Sera, fue más lejos. Señaló que Meloni, que en sus años de oposición se mostró como una política de trinchera y populista —la misma que gritaba en los mítines “Yo soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy cristiana”—, atravesó un proceso de “democristianización”. Es decir, al estilo de los hábiles y moderados dirigentes de la otrora poderosa Democracia Cristiana italiana —el partido que dominó la política del país tras la Segunda Guerra Mundial y se disolvió en 1994—, aprendió a adaptarse con pragmatismo a las circunstancias.

De hecho también el analista político Stefano Folli subrayó que Meloni, en el mediano y largo plazo, es capaz de mantener el consenso después de casi tres años de gobierno. “A ella se le pide de renunciar a los extremismos -también en su relación con Salvini-, en vista de consolidar una imagen creíble y definitiva de líder conservadora”, analizó. Y resaltó el hecho de que, en una Europa asustada por la guerra con líderes menos fuertes, como Emmanuel Macron en Francia y Friedrich Merz en Alemania, “la estabilidad italiana es un valor”.

Sin oposición y con sus socios que no logran hacerle sombra, Meloni, una “superstar”, en los próximos meses enfrentará elecciones siete regiones (Marcas, Valle d’Aosta, Calabria, Toscana, Veneto, Apulia y Campania). Esos comicios serán pequeños tests en los que tanto la oposición, como sus dos aliados internos, intentarán cambiar los equilibrios. Pero a ella no le quitan el sueño.