WASHINGTON.- Primero, Donald Trump le extendió la alfombra roja al presidente ruso, Vladimir Putin, para su cumbre de alto riesgo en Alaska. Después, llevó a la Casa Blanca al mandatario de Ucrania, Volodimir Zelensky, y de otros siete países de Europa para una reunión extraordinaria donde se debatiría el fin de la guerra.
Ahora, toca el trabajo monótono y aburrido…
En las últimas dos semanas, Trump efectivamente puso patas para arriba el proceso diplomático tradicional. Después de esas dos reuniones cruciales en apenas cuatro días tendientes a poner fin a la guerra en Ucrania, los diplomáticos norteamericanos y europeos ahora se desvelan por elaborar una propuesta detallada sobre las garantías de seguridad y otros temas peliagudos que podrían desinflar el impulso actual para asegurar la paz.
Y ya empezaron a aparecer lagunas importantes, como por ejemplo si Rusia aceptará las garantías de seguridad de Estados Unidos a Ucrania, o si Putin hablaba en serio cuando dijo estar dispuesto a reunirse cara a cara con Zelensky.
La letra chica y los detalles suelen resolverse entre funcionarios y diplomáticos mucho antes de que los líderes pongan la cara para sellar el acuerdo. Pero Trump, siempre dispuesto a desentenderse de las normas y tradiciones, la semana pasada se metió de lleno en el asunto, primero con Putin en Alaska, y este lunes con los europeos en la Casa Blanca, y todo sin anuncios de ningún avance. Mientras tanto, Rusia sigue bombardeando Ucrania y no hay indicios de que ni Trump ni Putin consideren que un alto el fuego como precondición para un acuerdo: el proceso, por lo tanto, corre el riesgo de convertirse en una versión diplomática de la guerra de trincheras.
Así que al menos por el momento Putin tiene vía libre para seguir en guerra con su vecino sin tener que preocuparse por nuevas sanciones en lo inmediato.
“Todo esto es muy inusual, porque en Estados Unidos un gobierno normal hace todo tipo de preparativos”, señala Steven Pifer, exembajador en Ucrania durante la presidencia de Bill Clinton. “Mi impresión es que Trump quiere un acuerdo, quiere cualquier acuerdo que le permita decir: ‘Resolví otra guerra’. Pero el riesgo que veo es que no prepare los detalles, y los detalles importan…”.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo este martes que el abordaje de Trump marca una muy necesaria ruptura con el “statu quo”.
“Tras años de un mortal estancamiento, gracias a los esfuerzos del presidente Trump finalmente logramos avanzar”, declaró Leavitt en una rueda de prensa.
Sin embargo, las declaraciones que emanan de la Casa Blanca no siempre coinciden con la información que llega del Kremlin: en sus declaraciones a la prensa, Leavitt aseguró que Putin había prometido reunirse con Zelensky en las próximas semanas, pero el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, relativizó la posibilidad de dicho encuentro.
Trump, por su parte, dijo el martes que sentía que Putin estaba “cansado” de la guerra. Sin embargo, esa misma noche Rusia lanzó un ataque de 270 drones contra la infraestructura energética y de transporte de Ucrania.
En cuanto a las garantías de seguridad, Trump aseguró haber descartado el despliegue de tropas norteamericanas en Ucrania, pero dijo estar dispuesto a brindar apoyo aéreo a las tropas de otras naciones europeas. Sin embargo, Rusia ha rechazado rotundamente y en innumerables ocasiones la posibilidad de que haya una fuerza militar internacional apostada en sus fronteras.
“Para el máximo esfuerzo inicial ahí están los países europeos”, declaró Trump durante una entrevista con Fox News el martes por la mañana. “Ellos quieren tener tropas sobre el terreno”.
Pero la diplomacia sigue siendo un proceso complejo y hasta caótico, y las recientes cumbres solo representan el más reciente intento de Trump por impulsar las conversaciones, un esfuerzo que quizás se volvió más urgente debido a su abierta campaña para que le den el Premio Nobel de la Paz.
De hecho, el martes el propio Trump reconoció el difícil camino que queda por delante. “Este asunto resultó ser el más difícil, y pensaba que sería fácil”, dijo Trump en la entrevista con Fox News. “Así que espero que el presidente Putin se porte bien, porque si no, la cosa se va a complicar”.
Algunos expertos en política exterior cuestionan los cambios de postura de Trump. En apenas una semana, pasó de amenazar a Rusia con “graves consecuencias” si Putin no aceptaba un alto el fuego, para luego adoptar el enfoque que prefiere Putin: negociar un amplio acuerdo de paz que incluya la cesión de territorio por parte de Ucrania. Trump abandonó la amenaza de sancionar a Putin con el argumento de que el líder ruso estaría dispuesto a negociar y poner fin a los combates.
“Anduvo de acá para allá”, dice Charles A. Kupchan, asesor europeo del Consejo de Seguridad Nacional durante los gobiernos de Clinton y Obama. Kupchan elogia a Trump por su diálogo con Putin, asegura que ya era hora de abrir una vía diplomática tangible tendiente a poner fin al conflicto, pero advierte que la falta de coordinación y de una estrategia cohesiva hace que todavía queden muchos detalles cruciales por resolver.
“Cuesta imaginar una estrategia diplomática más caótica”, apunta Kupchan.
Traducción de Jaime Arrambide