ROMA.- Junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, fue ayer la única mujer presente en la mesa de negociaciones de la cumbre en la Casa Blanca para intentar frenar la guerra en Ucrania. Cercana a Zelensky pero también al cuestionado y mucho más mayor presidente estadounidense, Donald Trump —de quien buscó convertirse en interlocutora ante Europa—, Meloni ocupó un lugar privilegiado: se sentó a la izquierda del anfitrión, que a su derecha tenía al mandatario francés, Emmanuel Macron, con quien la líder de Hermanos de Italia nunca se llevó bien.
En los pasajes de la cumbre que fueron públicos, Meloni recibió sendos elogios de Trump, quien subrayó su liderazgo, juventud y permanencia en el cargo. “Eres una gran líder, de inspiración para muchos, vas a gobernar durante mucho tiempo. Pese a ser joven, gobierna desde hace mucho, otros no duran como ella”, la ponderó el mandatario estadounidense. Y los números lo respaldan: la semana pasada, la coalición de derecha que encabeza Meloni junto a Forza Italia y la Liga cumplió 1025 días en el poder, convirtiéndose en el cuarto gobierno más longevo de la historia, después de dos ejecutivos del fallecido expremier y magnate Silvio Berlusconi en la primera década de los 2000, y de otro del socialista Bettino Craxi en los años ochenta.
Pero frente a esas mismas cámaras que la elogiaron en el Salón Este de la Casa Blanca, Meloni —que sorprendió con un buen nivel de inglés, especialmente en comparación con sus antecesores— terminó, casi sin advertirlo, envuelta en una fuerte polémica al reconocer en voz baja su difícil relación con la prensa.
Tal como registró el enviado del diario La Stampa, cuando el presidente finlandés, Alexander Stubb, expresó con asombro que Trump hubiera permitido el ingreso de camarógrafos y reporteros, Meloni —sin advertir que sus palabras serían escuchadas— respondió entre risas: “Pero a él le gusta, siempre le gusta. Yo, en cambio, nunca quiero hablar con mi prensa (la italiana)”.
Meloni confirmó su “alergia” a los medios más tarde, cuando Trump, de nuevo ante las cámaras, le preguntó al grupo de líderes europeos si querían responder algunas preguntas. Entonces la primera ministra italiana fue captada susurrándole a Trump: “pienso que lo mejor es que no, somos demasiados y se va a hacer largo”.
Como no podía ser de otra manera, los aquí llamados “fuori onda” (fuera de cámara) de Meloni desataron este martes encendidas polémicas. “Es bien sabido que a la primera ministra le desagradan los periodistas y las preguntas de la prensa. Con los años, ha sustituido las ruedas de prensa (excepto la de fin de año, pero con preguntas previas) por largos monólogos, sin contrainterrogatorio ni preguntas. Propaganda, no información. Una falta de respeto hacia la prensa que se confirmó en la cumbre con el presidente Trump”, acusó Alessandra Constante, secretaria general de la Federación Nacional de la Prensa Italiana (FNSI, por sus siglas en italiano).
Palabras similares llegaron desde la oposición de centroizquierda, que aprovechó para salir al ataque.
“Un intercambio fuera de cámara con Donald Trump reveló la verdadera opinión de Giorgia Meloni sobre la libertad de prensa. ‘No quiero hablar nunca con la prensa’, afirma la primera ministra. La cuestión es la siguiente: para Meloni, la prensa no es un derecho constitucional que deba protegerse, sino una molestia que debe evitarse. Nosotros, en cambio, sabemos que cuanto más fuerte sea la libertad de prensa, más fuerte será la democracia. Porque quienes gobiernan deben estar sujetos a la opinión pública, y la prensa tiene precisamente esta tarea: informar sobre lo que hacen los que ostentan el poder, informar a la ciudadanía y garantizar la transparencia”, aseguró Sandro Ruotolo, jefe de Información y eurodiputado del Partido Democrático, el principal de la oposición.
“El enfado de Giorgia Meloni con los periodistas no es un detalle menor: revela una idea débil y autoritaria de la democracia, fruto de una cultura política que conocemos bien”, añadió, en un comunicado. “La llama tricolor que aún adorna el símbolo de Hermanos de Italia no es un truco: revela un origen que nada tiene que ver con la idea de una prensa libre e independiente. La libertad de prensa es un bien para todos, no una molestia para quienes gobiernan. Y por eso seguiremos defendiéndola, dentro y fuera de las instituciones”, siguió, aludiendo al origen post-fascista del partido de la premier italiana.
“El comentario fuera de cámara con Trump es clarísimo: Meloni no puede competir con las preguntas, es decir, con la democracia. Una primera ministra que huye de los periodistas también huye de los ciudadanos. Es todo menos una patriota valiente: Meloni solo se siente segura en monólogos grabados y en directo en las redes sociales”, también criticó Silvia Fregolent, senadora de Italia Viva, el partido de centro del expremier Matteo Renzi.
“Mientras Trump mercantiliza la paz, Giorgia Meloni elude el papel de los periodistas en una democracia: el de hacer preguntas y exigir cuentas al gobierno. Como es su costumbre, Meloni prefiere hablar sola en sus videos, como una autócrata que se resiste a interactuar con la prensa, que desempeña un papel fundamental en cualquier democracia”, denunció Angelo Bonelli, del partido Verdes e Izquierda.
Le hizo eco el exministro y senador Carlo Calenda, del centrista Azione, que en su X escribió: “El líder de un país democrático no le teme a la prensa y sabe que es su deber comunicarse con todos los periódicos. Decirle ‘No quiero hablar nunca con la prensa italiana’ a un aspirante a autócrata que elabora listas negras diarias de periodistas es aún más grave. Un papelón”.
El diputado Riccardo Magi, de +Europa —el partido de Emma Bonino—, afirmó que a Meloni habría que darle “el Oscar a la peor actriz principal por su comentario indigno fuera de cámara, con el que le confirmó a Trump su total desprecio por la prensa y la libertad de información”. Y remató: “Al fin y al cabo, entendemos que a Meloni le gustarían periodistas complacientes y una prensa aduladora”.
Meloni, en cambio, eligió mantenerse al margen de la controversia y reivindicó su delicado rol diplomático en un momento crucial. “Occidente unido, para construir la paz y garantizar la seguridad de nuestras naciones y de nuestros pueblos”, escribió en sus redes sociales, al compartir un video con imágenes de la cumbre de ayer. En el montaje se incluyeron los elogios que le dirigió Trump ante los demás líderes y el momento en que ella, en su intervención, destacó que fue Italia la primera en proponer la aplicación del artículo 5 de la Carta de la OTAN como mecanismo automático de defensa de Ucrania. “Estamos contentos de que sobre las garantías de seguridad se haya adoptado el ‘modelo del artículo 5’, que al principio fue italiano”, subrayó entonces la premier, esta vez plenamente consciente de la presencia de las cámaras.
Y hablando de cámaras, tampoco pasaron inadvertidos los gestos de Meloni, que puso los ojos en blanco en señal de evidente desacuerdo mientras escuchaba al canciller alemán, Friedrich Merz —sentado a su izquierda—, reclamar un alto el fuego en Ucrania como condición previa a cualquier acuerdo de paz con Rusia. La secuencia no tardó en hacerse viral en las redes sociales.