Las conversaciones sobre Ucrania no le ponen fin a la guerra, la están perpetuando

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WASHINGTON.- El frenesí diplomático de estas últimas dos semanas tenía el objetivo de poner fin a la guerra de Ucrania: el 6 de agosto, el enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, fue a Moscú a reunirse con Putin; el viernes pasado, Putin fue a Alaska para reunirse con Trump; y ayer lunes el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y varios mandatarios europeos fueron a la Casa Blanca a reunirse con Trump.

Frente a semejante cantidad de encuentros, y con una cobertura mediática incansable que hasta puso el foco en cuestiones periféricas —las alfombras rojas, los trajes negros—, cualquiera habría imaginado que la paz estaba al alcance de la mano. Y Trump ciertamente parece pensar eso, al menos por lo que les dijo a los europeos, incluidos los líderes de Gran Bretaña, Francia y Alemania: “Creo que al final de este camino nos espera un acuerdo de paz muy alcanzable, y en un futuro cercano… Pienso que hoy mismo vamos a llegar a una solución en casi todos los temas”.

Permítanme desconfiar. Lo que veo es mucho movimiento y poco avance concreto. Lo que veo es una pulseada entre Putin tratando de convencer a Trump de que Zelensky es responsable del probable fracaso de las negociaciones, mientras que Zelensky y los europeos tratan de convencer a Trump de que el verdadero culpable es Putin (y lo es).

Toda esta dinámica empezó confusamente y sigue sumida en la confusión. Al salir de su reunión del 6 de agosto en el Kremlin, Witkoff sugirió que Putin estaba dispuesto a hacer concesiones importantes, lo que a su vez llevó a Trump a postear “¡Se lograron grandes avances!” en su red social, Truth Social. A continuación, Trump pospuso las sanciones que amenazaba con imponerle a Rusia —pero a la India se los mantuvo— y armó una cumbre a las apuradas con Putin. Sin embargo, tras un análisis más detallado, quedó claro que las concesiones que Putin estaba dispuesto a hacer eran ínfimas.

Donald Trump se jactó en Truth Social sobre el gran avance de el enviado especial Steve Witkoff

Cuando los representantes rusos y ucranianos se reunieron en Estambul el 2 de junio, los rusos presentaron una larga lista de demandas que, de ser aceptadas, convertirían prácticamente a Ucrania en una colonia de Rusia. Los rusos ofrecían un alto el fuego solo tras una completa retirada del ejército ucraniano de cuatro provincias parcialmente ocupadas: Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporiyia. Los rusos también exigían el cese de todo suministro de armas occidentales a Ucrania y poner límite al tamaño de las fuerzas armadas de ese país. En conclusión, las mismas demandas de máxima que Putin viene planteando desde el inicio del conflicto.

¿Cuál fue entonces esa gran concesión que desencadenó la última oleada de conversaciones? Al parecer, Putin le dijo a Witkoff que los ucranianos no tenían que retirarse de Kherson y Zaporiyia, pero que sí debían entregar la totalidad de Donetsk y Luhansk (es decir, toda la región del Donbass). En Donetsk los ucranianos han construido un sólido sistema de fortificaciones que ha logrado frenar los ataques rusos durante los últimos 11 años. Tras fracasar en su intento de tomar Donetsk en el campo de batalla, ahora Putin exigía que Ucrania se la entregara en la mesa de negociaciones. ¡Linda concesión! Cabe destacar, además, que no hay indicios de que Putin haya renunciado a sus otras demandas, todas pensadas para imposibilitar la defensa de Ucrania.

Y en Alaska, sin embargo, Trump se puso del lado de Putin: el norteamericano renunció a su exigencia de un alto el fuego inmediato —que Zelensky había aceptado y Putin no—, y apoyó la idea de que Ucrania cediera la totalidad de Donetsk para comprar la paz. A cambio, Putin ofreció garantías por escrito de que no volvería a invadir Ucrania, como si los ucranianos pudieran confiar en las promesas de un dictador belicista que ha violado repetidamente sus numerosos compromisos de un alto el fuego.

Los líderes europeos viajaron a Washington con el objetivo de respaldar a Volodimir Zelensky en su bilateral con Donald TrumpANDREW CABALLERO-REYNOLDS – AFP

El lunes, los líderes europeos llegaron corriendo a la Casa Blanca para intentar convencer a Trump de no caer en las cínicas artimañas de Putin. También le insistieron para que se mantuviera firme en su demanda original de un alto el fuego y repitieron que cualquier acuerdo de paz debía incluir garantías de seguridad para Ucrania de parte de Estados Unidos.

Trump ahora parece dispuesto a ofrecerle a Ucrania algún tipo de garantía de seguridad, lo que representa un cierto avance, pero la vaguedad de sus palabras es tal que rozan el sinsentido. Tras reunirse con los europeos, Trump posteó: “Discutimos garantías de seguridad para Ucrania, garantías que serían brindadas por los distintos países europeos, en coordinación con Estados Unidos”.

La “coordinación” de Estados Unidos no va a disuadir a los rusos de un futuro ataque. Eso solo se lograría con una garantía de seguridad escrita de Estados Unidos a Ucrania, ratificada por el Congreso norteamericano y aplicada por tropas norteamericanas sobre el terreno. Como alternativa, Estados Unidos podría prometer ayudar a las fuerzas de paz europeas estacionadas en Ucrania en caso de que sean atacadas por Rusia. Pero no hay indicios de que Trump esté dispuesto a llegar tan lejos, como tampoco hay indicios de que Putin esté dispuesto a permitir verdaderas garantías de seguridad para Ucrania. El lunes, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso emitió un comunicado rechazando la presencia de tropas de la OTAN en suelo ucraniano.

Por lo tanto, ¿se logró realmente algo después de todas estas reuniones de las últimas dos semanas? No mucho.

En su publicación en Truth Social, Trump escribió: “Al concluir las reuniones, llamé al presidente Putin y puse en marcha los preparativos para una reunión entre el presidente Putin y el presidente Zelensky en un lugar todavía a confirmar”. Pero atención a lo que Trump no dijo: Tampoco hay indicios de que Putin haya accedido a reunirse con Zelensky, a quien no ve desde 2019 por considerarlo el líder ilegítimo de una provincia díscola de Rusia.

Y por más que Zelensky y Putin se reúnan, tampoco hay motivos para esperar un avance. Después de todo, este año los negociadores rusos y ucranianos ya se reunieron dos veces, la segunda el 2 de junio, que duró apenas una hora y solo logró otro intercambio de prisioneros.

Para juzgar bien las intenciones de Putin hay que ignorar su discurso hipócrita y observar la brutalidad de sus acciones. Pocas horas antes de la llegada de Zelensky a la Casa Blanca, los ataques rusos contra Ucrania terminaron con la vida de 14 personas, incluidos dos niños de Kharkov. Y pocas horas después de que Zelensky abandonara la Casa Blanca, los rusos lanzaron el mayor ataque con misiles y drones en lo que va del mes.

Al haber neutralizado, al menos por ahora, la amenaza de mayores sanciones de parte de Estados Unidos, lo único que está haciendo Putin con su ofensiva diplomática es ganar tiempo y darles respiro a sus tropas para continuar con su ofensiva bélica. Así que las últimas conversaciones de paz, lejos de terminar con la matanza, la están perpetuando.

Traducción de Jaime Arrambide