JERUSALÉN.- Durante la guerra en Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha reiterado que solo necesita una maniobra militar más para derrotar definitivamente a Hamas.
En abril del año pasado, Netanyahu afirmó que Israel estaba a solo “un paso de la victoria”, siempre y cuando capturara Rafah, una ciudad en el sur de Gaza. En marzo de este año, con Rafah diezmada durante mucho tiempo y Hamas aún negándose a rendirse, Netanyahu inició una campaña que, según prometió, finalmente daría la victoria a Israel. Al no lograrlo, en mayo lanzó una operación aún más amplia que, tres meses después, no ha logrado desalojar a los remanentes de Hamas, dejando a muchos civiles palestinos al borde de la inanición.
Ahora, Netanyahu planea otra ofensiva importante después de que su gabinete votara el viernes a favor de prepararse para capturar la Ciudad de Gaza, la principal ciudad del enclave. Esto siguió a su anuncio del jueves de que Israel derrotaría finalmente a Hamas ocupando toda Gaza y entregándola a “fuerzas árabes que la gobernarán correctamente sin amenazarnos”.
Este último intento, que podría tardar semanas en comenzar, corre el riesgo de terminar de la misma manera que todos sus esfuerzos anteriores: en un callejón sin salida estratégico, con Hamas aún aferrado al poder, rehenes israelíes aún bajo su control y civiles palestinos atrapados en una pesadilla distópica.
Israel capturó gran parte de la Ciudad de Gaza en los primeros meses de la guerra, tomando algunas zonas más de una vez, antes de cederla por completo la falsa suposición de que Hamas había sido derrotado.
La decisión de Netanyahu de ampliar la campaña una vez más, a pesar de la intensa presión internacional para poner fin a la guerra, contradice incluso la opinión de los líderes militares israelíes. El Ejército está mermado tras librar lo que ya es la guerra de alta intensidad más larga en la historia del país. Menos reservistas, que constituyen el grueso de la fuerza de combate israelí, se presentan al servicio. Las reservas de municiones y repuestos del ejército se están agotando, según las autoridades. Y se ha producido un aumento de las muertes por suicidio entre los soldados licenciados.
Una vez más, Netanyahu ha priorizado sus necesidades políticas al optar por extender la guerra. Ignorando a los generales de alto rango, algunos de los cuales afirman que Hamas ya ha sufrido suficientes daños, el primer ministro israelí ha dado prioridad a sus aliados de la coalición de extrema derecha, quienes afirman que la guerra debe continuar hasta la destrucción total de Hamas.
“Netanyahu se ha impuesto una definición inalcanzable de éxito y, por lo tanto, la operación nunca tendrá éxito”, declaró Thomas R. Nides, exembajador de Estados Unidos en Israel.
“La definición de éxito debería ser que Hamas nunca pueda atacar a Israel como lo hizo el 7 de octubre de 2023, y eso ya se ha logrado”, afirmó Nides. “Lo que Netanyahu define como éxito —la eliminación completa de hasta el último miembro de Hamas— es simplemente inalcanzable”.
En su promesa del jueves de ocupar toda Gaza, Netanyahu pareció anticipar y tratar de suavizar dichas críticas al prometer simultáneamente que Israel no intentaría controlar el territorio a largo plazo. En una concesión a las críticas extranjeras, afirmó que Israel eventualmente cedería Gaza a sus socios árabes, una medida que molestaría a sus socios de coalición, quienes desean que Israel anexe el territorio y lo repueble con civiles judíos.
Si Netanyahu habla en serio, su plan podría ofrecer un futuro más esperanzador para la Franja, uno en el que ni Hamas ni Israel la controlen. También sería un raro ejemplo de cómo Netanyahu participa públicamente en el tipo de tensa planificación de posguerra que aleja a gran parte de su base política, pero que es necesaria para el fin de la guerra.
Sin embargo, por ahora, la postura de Netanyahu sigue siendo inaceptable para muchos en el mundo árabe.
El ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Badr Abdelatty, declaró esta semana que su país estaba abierto a la idea de permitir que una fuerza internacional mantuviera la paz en Gaza.
Pero también indicó que dicha medida debía enmarcarse en un proceso diplomático, en lugar de en la reanudación de las hostilidades, y que condujera a la creación de un Estado palestino.
En general, según los analistas, los gobiernos árabes solo quieren intervenir en Gaza por invitación de la Autoridad Palestina, el liderazgo palestino reconocido internacionalmente en la Cisjordania ocupada por Israel, y no como consecuencia de otra mortífera campaña militar israelí.
Sin embargo, el gabinete israelí anunció el viernes que, además de capturar la ciudad de Gaza, Israel siempre mantendría el control de seguridad sobre Gaza y no permitiría que la Autoridad Palestina la gobernara.
A menos que Netanyahu modere o cancele el plan, la renovada campaña de Israel probablemente reducirá la probabilidad de que los líderes árabes interactúen con Israel sobre el futuro de Gaza tras la guerra, según Ibrahim Dalalsha, analista palestino.
“Resulta irónico y desesperante que el primer ministro Netanyahu ahora hable de la necesidad de reocupar Gaza para luego ‘entregarla’ a las fuerzas árabes, como si se tratara de una revelación estratégica”, declaró Dalalsha, director del Centro Horizon, un grupo de investigación en Ramallah, Cisjordania.
“El enfoque actual de Netanyahu ignora la realidad de que los líderes árabes ya han mostrado su disposición a desempeñar un papel constructivo en el futuro de Gaza, pero en el marco de un alto el fuego negociado y una solución política más amplia, y a petición de la Autoridad Palestina, no del gobierno de Israel”, añadió. “Esa oportunidad estaba al alcance, hasta que Israel se retiró unilateralmente de las conversaciones”.
También es posible que Israel no llegue a ocupar Gaza por completo, ni siquiera a iniciar una nueva operación. Aunque el gabinete israelí anunció su plan el viernes, se necesitarán días o semanas para planificar una maniobra de tal envergadura y movilizar suficientes soldados de reserva, tiempo durante el cual la operación podría ser cancelada.
Los comentaristas israelíes afirmaron que el debate sobre la ocupación podría ser una táctica de negociación para persuadir a Hamas de que se rinda sin luchar.
“No lo veo llegando hasta el final”, dijo Nadav Shtrauchler, exasesor de Netanyahu, sobre el primer ministro israelí. “Quiere un acuerdo, y desde su perspectiva, cada vez que ejerce más presión militar sobre Hamas, obtiene una mejor opción para llegar a un acuerdo”.
Independientemente de si la operación continúa o no, la amenaza de que esto ocurra ya le ha dado a Netanyahu un respiro en su país. La extrema derecha parece haberse tranquilizado, al menos por ahora, con la promesa de Netanyahu de ocupar Gaza, aunque esto haya enfurecido a los familiares de los rehenes, quienes temen que sus seres queridos no sobrevivan a un ataque israelí total.
Hace semanas, parecía probable que Netanyahu forjara una tregua en Gaza una vez que el Parlamento israelí entrara en receso de verano a finales de julio, dado que a los miembros de su coalición les resulta difícil, desde el punto de vista procesal, derrocar al gobierno mientras los legisladores no estén en sesión. Su decisión de intensificar la guerra en lugar de detenerla sugiere que quiere mantener su coalición intacta después del regreso del Parlamento en el otoño boreal.
Ahora, “Netanyahu tiene tiempo y espacio para experimentar con diversas opciones”, declaró Aaron David Miller, exdiplomático estadounidense que participó en las negociaciones entre israelíes y palestinos durante la década de 1990.
“Mantiene a la ultraderecha a bordo, quizá presione a Hamas para que vuelva a la mesa de negociaciones y le demuestre a un escéptico jefe del Estado Mayor militar quién manda”, añadió Miller. “Típico de Netanyahu: sin final y con varias vías de escape”.