Las tres debilidades de Rusia que asoman mientras se ensaña con Ucrania

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PARÍS.- Recesión económica, retroceso geopolítico, pérdida de aliados… La guerra de Ucrania, que se suponía reafirmaría el poder de Vladimir Putin, reveló sobre todo sus debilidades. En casi cuatro años, Rusia ha visto retroceder su influencia, desde Siria hasta el Cáucaso, y hasta en las antiguas repúblicas soviéticas.

A mediados de junio, el ministro de economía ruso advirtió sobre un riesgo de recesión. Una situación considerada intolerable por Putin, que prefiere el término de “enfriamiento”.

Esto quiere decir que el “sobrecalentamiento” ha terminado. Después de dos años de un crecimiento económico extraordinario impulsado por una orgía de gastos militares, la economía rusa se estanca. Y el diagnóstico de una simple desaceleración sería demasiado moderado, según el ministro de Economía, Maxime Rechetnikov.

“Ya estamos a las puertas de entrar en recesión”, declaró el 19 de junio en el Foro Económico de San Petersburgo.

Desde entonces, un extraño debate sobre la validez de la “palabra que empieza con R” se ha apoderado del círculo de los responsables económicos rusos.

ARCHIVO – Unos pocos clientes recorren la gran tienda GUM en Moscú, Rusia. (AP Foto, File)

“Algunos especialistas y expertos señalan los riesgos de estancamiento, incluso de recesión. Aunque está claro que eso no puede ser aceptado”, declaró Putin en ese mismo lugar al día siguiente. El presidente ruso prefirió el término “enfriamiento” que, a su juicio, describe mejor los desafíos actuales de la economía rusa: lograr una tasa de crecimiento moderada pero estable y controlar la inflación.

Sin embargo, la economía rusa parece estar dando vuelta la página. Tras un impacto inicial, consecuencia de la invasión de Ucrania en febrero de 2022, y a pesar de las sanciones occidentales, el crecimiento ruso se estableció en 2023 y 2024 en tasas superiores al 4 % anual. Fue impulsado por los altos precios del petróleo y por la explosión del presupuesto de defensa, que pasó de 60.000 a 145.900 millones de dólares en 2024, según las cifras del think tank británico IISS. Esto equivale a aproximadamente un tercio del gasto del Estado ruso.

Los primeros años, la guerra no llevó a la economía rusa al borde del abismo, sino que trajo prosperidad y movilidad social a amplios sectores de la población. El Banco Central logró estabilizar la caída del rublo, y la salida de muchas empresas occidentales del país ofreció nuevas cuotas de mercado a las empresas rusas.

Con las necesidades en el frente y en las líneas de ensamblaje de las fábricas de armamento, el desempleo se redujo a cerca del 2 %. El fuerte aumento de los salarios en la industria alimentó un auge del consumo y la construcción, al igual que el aumento de los bonos de reclutamiento y los sueldos en el ejército, que hoy representan varias veces el salario medio ruso.

Los sueldos en el ejército, que hoy representan varias veces el salario medio ruso.[e]Bai Xueqi – xh

Pero esa mejora inesperada está a punto de terminar. Debido, en gran parte, a la disminución de los ingresos derivados de los hidrocarburos (el valor del petróleo ruso se ha reducido a la mitad en tres años por la caída de los precios y el aumento del rublo), y a la alta inflación que ha acompañado ese crecimiento. Después de alcanzar un pico en marzo de 2025, esta volvió a situarse por debajo del 10 % anual en mayo, según Rosstat, el instituto estadístico nacional ruso. Muy lejos del objetivo del 4% fijado por las autoridades.

Para combatir el aumento de los precios, el Banco Central no ha dejado de aumentar su tasa de interés directora, que pasó del 7,5 % en 2023 al 21 % en octubre pasado. Una política monetaria extremadamente restrictiva que congeló las capacidades de inversión y frenó el crecimiento, esperado este año entre el 1 y el 2 %.

En el otoño de 2024, Sergei Tchemezov, jefe del conglomerado de defensa Rostekh, predijo que la actual política provocaría quiebras en cadena y una “estanflación”, combinación particularmente perjudicial de estancamiento económico y alta inflación.

Pero hay un problema: son principalmente los gastos militares del Estado los que están en el origen de las presiones inflacionarias. Por lo tanto, no bastará con bajar las tasas para llevar los precios a niveles más razonables y relanzar las inversiones.

Los gastos militares del Estado los que están en el origen de las presiones inflacionarias. (AP Foto/Alexander Zemlianichenko)Alexander Zemlianichenko – AP

“Las industrias de defensa siempre recibirán subvenciones, pero mientras la guerra continúe no veo ninguna mejora posible para el sector civil”, estima el economista Andreï Yakovlev, según quien “todos los factores” que causaron el crecimiento de los años 2023 y 2024 han desaparecido.

“Esto significa que Rusia tendrá que tomar decisiones difíciles. Y esto es aún más cierto dado que los miles de millones acumulados por Rusia gracias a las exportaciones de hidrocarburos durante las dos últimas décadas en sus fondos soberanos se están agotando”, dice Alexandre Melnik, exdiplomático ruso, profesor del ICN Business School.

Según los especialistas, el verdadero límite reside en la capacidad del Kremlin para movilizar a los hombres y producir el material necesario para la continuación de la guerra, en un contexto de creciente escasez de mano de obra.

“¿Puede aún Rusia expandir su industria de defensa? ¿Y puede seguir reclutando 400.000 voluntarios al año, o tendrá que introducir una movilización forzosa? Al final, el potencial económico decidirá la trayectoria militar”, predice Andreï Yakovlev.

Pero el derrumbe de la economía rusa no es todo. Su llamada “operación especial” en Ucrania parece haber provocado un giro importante en la percepción de Rusia en la escena internacional, e incluso llevado a Putin a perder su capacidad para controlar a sus vecinos.

Durante los primeros meses, nadie creía que las fuerzas armadas ucranianas pudieran resistir el asalto. Los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos incluso aconsejaron encarecidamente al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, que abandonara el país. Sin embargo, desde entonces, cada hazaña de las fuerzas ucranianas es un golpe directo (y duradero) a la reputación de Rusia.

Imágenes supuestamente muestran el buque Moskva antes de su hundimiento

La pérdida del Moskva, el buque insignia de la flota rusa en el Mar Negro, reveló su debilidad, al igual que la retirada de Kherson, ciudad que Rusia “ocupaba para la eternidad”, según el exsecretario general del partido Rusia Unida Andréi Tourtchak, o la desorganizada huida de los rusos de la región de Kharkiv el 10 de septiembre de 2022, calificada como “operación de repliegue” por el estado mayor ruso.

La reanudación brusca del conflicto en Nagorno-Karabaj —territorio disputado entre Azerbaiyán y Armenia— pocos días después de la famosa “operación de repliegue” de la región de Kharkiv no fue una sorpresa. En noviembre de 2020, Moscú había logrado imponer un alto el fuego entre Bakú y Ereván gracias a sus fuerzas de mantenimiento de la paz. En ese momento, Rusia tenía suficiente autoridad para obligar a ambas partes a negociar. Pero, en 2022, los diplomáticos rusos solo pudieron limitarse a expresar su profunda preocupación por el deterioro de la situación en la frontera armenio-azerbaiyana.

Un año después, en una entrevista concedida al diario La Repubblica, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, admitió que su país había cometido un error al apostar por Putin para su seguridad.

Desde luego, la larga lista de reveses políticos rusos no termina ahí. Para resumir, en menos de cuatro años, Putin perdió gran parte de su dominio sobre Georgia. Tuvo que enfrentarse a la indocilidad de Abjasia. Abandonó Armenia a pesar de los llamados de auxilio de Ereván a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), alianza militar dirigida por Rusia, de la cual Armenia anunció su retirada. Perdió sus posiciones en Siria. Y observó sin hacer nada cómo Irán, su aliado número uno en Medio Oriente, era derrotado por Estados Unidos e Israel. Sin mencionar el reciente deterioro de sus relaciones con Azerbaiyán en medio de tensiones étnicas.

Las relaciones entre Rusia y Azerbaiyán atraviesan una fase “francamente difícil”, reconoció el 24 de julio María Zakharova, vocera de la diplomacia rusa, citada por la agencia de prensa Interfax. La funcionaria llamaba a la liberación de ciudadanos rusos arrestados el 1 de julio en Bakú, condición considerada “necesaria para una rápida normalización de las relaciones”.

La ira de Bakú aumenta tras la muerte de dos ciudadanos rusos de origen azerí durante una operación policial el 27 de junio en Ekaterimburgo, Rusia. Otro punto de tensión entre ambos “aliados” es la ausencia de respuesta rusa sobre el accidente de un avión de Azerbaiyán Airlines con destino a Rusia el 25 de diciembre de 2024, muy probablemente derribado por el sistema de defensa antiaérea ruso, que dejó 38 muertos azeríes. El presidente Ilham Aliyev anunció el 19 de julio que quiere demandar a Moscú “por falta de respuesta durante siete meses”.

Trabajadores llevan un ataúd con el cuerpo de una víctima del accidente de Azerbaiyán Airlines cerca de la ciudad kazaja de Aktau, en el Aeropuerto Internacional Heydar Aliyev en las afueras de Bakú, Azerbaiyán, el 28 de diciembre de 2024.(AP Photo, File)
AP

En el foro mediático en Nagorno-Karabaj el 21 de julio, Aliyev aconsejó a Ucrania “no aceptar nunca la ocupación” y no “transigir sobre su integridad territorial”. Estas palabras fueron percibidas como “un nuevo episodio del giro anti-ruso” de Bakú por los círculos pro-guerra rusos, que ven en ello un alineamiento con las posiciones de Occidente y Turquía.

Por último, con su guerra en Ucrania, Rusia también perdió un medio de presión fundamental sobre Europa: el gas. El chantaje no funcionó. Los países de la Unión Europea, supuestamente condenados a congelarse durante el invierno de 2023, encontraron otras soluciones sin hacer demasiado esfuerzo. Hoy, el gigante ruso de la energía Gazprom, que hace 20 años era calificado de “tesoro nacional” en los anuncios rusos, ya no sabe qué hacer con sus 60.000 millones de metros cúbicos de gas no vendidos. Mientras que, el viernes 18 de julio, la UE adoptó un nuevo paquete de sanciones “sin precedentes” para asfixiar los ingresos petroleros de Rusia e impedir que evite las sanciones ya vigentes.

En ese contexto sombrío, los escasos éxitos geopolíticos de Putin tienen un triste aire de consuelo, afirma Alexandre Melnik.

“Amistad con Afganistán, con Corea del Norte, con China, y algunas llamadas telefónicas con Donald Trump. Y ya ni siquiera. Verdad o engaño, el presidente norteamericano dice estar perdiendo la paciencia, al punto de haberlo emplazado para que haga la paz y deje de matar ucranianos”.

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