El gato de pajonal que revoluciona Uruguay

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Un nuevo registro de un gato de pajonal (Leopardus munoai) se produjo en la última semana en el departamento de Artigas, al norte de Uruguay.

Nadia Bou, investigadora del Departamento de Biodiversidad y Genética del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, indicó que el gato de pajonal es un felino pequeño “de tamaño levemente menor a un gato doméstico“.

Su peso promedio es de entre 3-6 kilos para los tres gatos (montés, pajonal y margay), mientras que la altura a la cruz es menos de 40 centímetros. “Varían en el largo de la cola, forma de las orejas, rostro, diseño del pelaje”, comentó Bou.

El gato de pajonal que revoluciona Uruguay

El gato de pajonal uruguayo -nombre que le da su hábitat: pastizales, pajonales y chircales- se enfrenta a una lista de amenazas que incluye la quema de pastizales y su transformación a monocultivos, la caza con perros y el atropellamiento en carreteras.

Bou señaló que “se trata de un animal adaptado a ambientes abiertos y de pastizales, a diferencia de otros felinos silvestres que suelen asociarse a zonas boscosas”.

Es el gato más típico del ambiente uruguayo, lo que necesita es un poco de pasto alto para poder sobrevivir y camuflarse. Su mayor defensa es pasar desapercibido”, dijo, y agregó que justamente estos ambientes son los más amenazados, porque coinciden con las zonas de mayor valor productivo.

Explicó que todos los años se registran ejemplares, aunque los avistamientos suelen ser aislados, lo que dificulta estimar con precisión la cantidad de individuos y las poblaciones estables.

Subrayó que “el gato de pajonal solo habita en la ecorregión de la sabana uruguaya, que abarca Uruguay, el sur de Río Grande del Sur (Brasil) y una pequeña parte de la Argentina“, por lo que su conservación es crítica. “Si se extingue acá, se extingue del mundo”, advirtió, y mencionó que las estimaciones de Brasil indican entre uno y cinco individuos cada 100 kilómetros cuadrados, aunque en Uruguay no se cuenta aún con datos propios.

Bou detalló que este felino puede recorrer grandes distancias, más de 30 kilómetros cuadrados, lo que hace que un registro no asegure la permanencia en una zona, además de aumentar el riesgo de atropellos, encuentros con perros o interacciones negativas con personas.

Cada registro es súper valioso porque se sabe muy poco de la especie, y porque en los lugares donde se confirma que sigue viva, nos da la idea de que puede haber poblaciones interesantes de estudiar”, señaló.

Sobre las características físicas, explicó que el gato de pajonal tiene un tamaño similar al margay o al gato montés, aunque con un pelaje largo y suelto que le da apariencia de mayor tamaño. “Su segunda defensa, cuando es descubierto, es parecer más grande: se encrespa, levanta una línea de pelo en la espalda y se infla. Pero en realidad el tamaño es el mismo”, dijo.

A diferencia de los otros dos, el gato de pajonal tiene un pelaje marrón uniforme con algunas manchas poco visibles y líneas negras horizontales en las patas, además de orejas puntiagudas.

En cuanto a la investigación, Bou explicó que en su doctorado busca abordar distintos enfoques, desde el estudio genético hasta el análisis de distribución y el trabajo social. “Las poblaciones pequeñas pueden tener problemas de baja diversidad genética, lo que afecta la reproducción y la salud. Queremos conocer cuál es la diversidad de esta especie y si enfrenta esos problemas”, señaló.

Para eso, desde 2022 lleva adelante una campaña que incluye el relevamiento de ejemplares atropellados o cazados, dado que las muestras de campo como fecales son muy difíciles de obtener. “Del 2022 al 2024 conseguí 18 registros, y en 2025 ya hay algunos más. Cuanto más podamos reunir, mejor”, explicó.

Bou también trabaja en modelar la distribución del gato a escala fina y en instalar cámaras trampa en zonas donde se reportan avistamientos frecuentes, con el objetivo de conocer cómo utiliza el ambiente y qué impacto tienen el ganado y los cultivos en su supervivencia. Además, destacó la importancia del trabajo social: “Es una especie muy poco conocida, típica del ambiente uruguayo, y depende casi exclusivamente de la buena voluntad de los productores, porque no hay áreas protegidas que resguarden grandes extensiones de pastizales naturales. Por eso la difusión en escuelas y con productores es clave”.

Finalmente, mencionó que este esfuerzo de conservación y registro se complementa con la generación de redes de información ciudadana. “La gente que está en el campo es la que sabe, y reunir esa información es fundamental. Queremos que el gato de pajonal se conozca y se valorice”, dijo.

Por Santiago Magni

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