BRASILIA.- La imposición unilateral de aranceles del 50% a las exportaciones brasileñas por parte de Donald Trump remite casi a un déjà vu para Aloysio Nunes. Como canciller del expresidente Michel Temer, entre 2017 y 2018, enfrentó una crisis durante el primer mandato del republicano, cuando en Estados Unidos impuso tarifas del 25% al acero y del 10% al aluminio brasileño hace siete años. Tras una intensa negociación diplomática respaldada por el sector privado, Itamaraty consiguió que Washington diera marcha atrás parcialmente y aceptara un sistema de cuotas sin aranceles.
Hoy, desde Bruselas, donde representa a la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones, Nunes sostiene que la situación actual es “completamente distinta”. El exjefe de la diplomacia brasileña acusa a Trump de usar el comercio como un arma de presión política para debilitar al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en favor del expresidente Jair Bolsonaro.
“Trump actúa como un mafioso: lanza una bomba y después dice ‘negociemos’”, afirma Nunes en una entrevista con LA NACION. “Pero con Brasil no le va a salir bien”.
-¿Qué diferencias observa entre la crisis de 2018 y el escenario actual?
-En aquel momento actuamos promoviendo el entendimiento entre el sector privado brasileño, que proveía acero y aluminio a Estados Unidos, y las empresas estadounidenses que dependían de esos insumos. La presión fue conjunta. Aunque Trump no retiró las tarifas, se crearon canales que permitieron mantener el flujo comercial mediante un sistema de cuotas. Hoy es muy distinto. En 2018 se trataba de una demanda sectorial dentro de Estados Unidos, impulsada por una parte de su industria. Ahora no hay ninguna justificación económica para este tarifazo, porque está dirigido a toda la economía brasileña. Y lo hace en un contexto donde la balanza comercial es favorable a Estados Unidos. Es una medida claramente política.
—¿Qué rol juegan hoy los aliados internos de Trump en Brasil?
—A diferencia de 2018, hay sectores de la política que celebran esta agresión, porque están alineados con la extrema derecha norteamericana. Son figuras políticas que dependen del apoyo de Bolsonaro. Y están apostando a que estos aranceles generen inflación, desempleo, y debiliten al gobierno para después capitalizarlo electoralmente.
—¿Cree que el enojo de Trump se debe al juicio contra Bolsonaro o hay otros factores, como el papel de los Brics o el intento de regulación de las big techs?
—Es difícil saber qué pasa por la cabeza de Trump, pero él debe saber que las decisiones de la Corte sobre las big techs están amparadas por la legislación brasileña, y que el presidente Lula no tiene poder para revertirlas. También imagino que sabe que Lula no puede anular la condena de Bolsonaro por parte de la Corte Electoral, que lo volvió inelegible, ni detener un proceso penal en curso. Si hay un mínimo de racionalidad debajo de ese pelo naranja, tiene que saber que esas exigencias son imposibles de cumplir. En cuanto a los Brics, no vi en la cumbre nada que pudiera considerarse ofensivo para Estados Unidos. Incluso forman parte del grupo países aliados de Washington, como India, cuyo primer ministro fue recibido con alfombra roja por el propio Trump.
—¿Qué busca con esta estrategia?
—Su único objetivo es dañar al gobierno brasileño. Porque desea tener a alguien sumiso a él en la presidencia. A diferencia de otros presidentes de Estados Unidos, como los Bush, Obama o Biden, que supieron convivir con gobiernos de izquierda en Brasil, Trump representa una corriente que ve a América del Sur como su patio trasero. No acepta la existencia de un gobierno independiente. Trump tiene un comportamiento de jefe de mafia. Como el mafioso que quiere comprar una tienda y, para pagar menos, lanza una bomba y después dice: “negociemos”. Creo que ese es su método. Pero con Brasil no le va a funcionar. Tenemos muchas cartas en la manga.
—¿Se puede, entonces, negociar?
—Es muy difícil. El Ejecutivo brasileño no tiene poder para intervenir en decisiones de la Corte. Trump lo sabe.
—¿Qué herramientas tiene Brasil para responder?
—Primero, debe seguir apostando al diálogo. Si la cuestión es política, como las decisiones del STF o de la Justicia Electoral, eso será innegociable. Desde el punto de vista económico, la relación entre Brasil y Estados Unidos está desequilibrada a favor de los estadounidenses. Siempre puede haber algún punto razonable para negociar, como el caso del etanol. Es un tema sensible en Brasil porque protege a un sector políticamente influyente y de baja productividad. Sería un punto negociable, si existieran condiciones políticas para ello. Pero si eso fracasa, Lula tendrá que aplicar la Ley de Reciprocidad Económica. Es una herramienta potente: no solo afecta el comercio de bienes, sino también los royalties, la propiedad intelectual y los servicios. El gobierno debe identificar dónde duele más.
—¿Estos aranceles también pueden perjudicar a Estados Unidos?
—Sin duda. El 35% del café que consumen los estadounidenses viene de Brasil. La mitad del jugo de naranja también. Exportamos autopartes, petróleo, acero semiacabado. Ya una tarifa del 20% es difícil, con el 50%, puede volverse inviable incluso para empresas norteamericanas. Por eso creo que el sector privado estadounidense ejercerá presión sobre su propio gobierno. Brasil también tiene cartas para jugar, y tiene socios económicos como China y la Unión Europea. Estas tarifas duelen, pero no matan. Y también hieren a los estadounidenses. Las presiones empresariales no tardarán en aparecer.
La entrada “Trump actúa como un mafioso, pero con Lula no le va a funcionar”, dice un excanciller de Brasil se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.