Tras el romance Trump-Putin, la guerra de Ucrania entra en una nueva etapa

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PARÍS.- Para beneplácito de Ucrania y de sus aliados europeos, el romance entre Donald Trump y Vladimir Putin parece desvanecerse poco a poco. Tanto que, por primera vez desde que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero de este año, el presidente norteamericano ha decidido enviar armas defensivas a Kiev.

“Si quieren saber la verdad… Putin nos cuenta muchas tonterías. Él es siempre es muy amable, pero eso no significa nada”, declaró Trump el martes 8 de julio a la prensa. El exabrupto del presidente norteamericano reflejó su creciente frustración hacia su homólogo ruso debido a una guerra iniciada hace casi tres años y a la que no consigue poner fin.

Frustrado por esa falta de avances, el líder republicano anunció que suministrará armas a Ucrania a través de la OTAN, confirmando el drástico giro en su postura.

“Estamos enviando armas a la OTAN, y la OTAN las está pagando. Al 100%. O sea que las armas que están saliendo van a la OTAN, y luego la OTAN se las dará a Ucrania”, dijo Trump.

Trump anticipó también que este lunes hará una “declaración importante” sobre Rusia. “Ya verán lo que pasa”, dijo a los periodistas que preguntaban sobre los drones rusos que causan estragos en la población ucraniana.

El presidente ruso Vladimir Putin. (Photo by Mikhail METZEL / POOL / AFP)MIKHAIL METZEL – POOL

En represalia por la intransigencia rusa, la semana pasada Trump había asegurado estar “estudiando muy de cerca una propuesta de ley del Senado destinada a imponer nuevas sanciones a Rusia”, después de haber evitado recurrir a las mismas en los últimos seis meses, mientras intentaba persuadir a Putin de poner fin al conflicto en Ucrania.

Por su parte, Volodimir Zelensky dijo haber “encargado” a su ministro de Defensa y al jefe del estado mayor del ejército “intensificar todos los contactos con la parte estadounidense” sobre la entrega de sistemas de defensa antiaérea, después del anuncio de Trump.

“Ahora disponemos de las declaraciones y decisiones políticas necesarias, que deben implementarse lo antes posible para proteger a nuestra población y nuestras posiciones. Esto concierne principalmente a la defensa antiaérea”, declaró Zelensky.

Zelensky habla durante la Conferencia para la Recuperación de Ucrania (URC2025) en el Centro de Convenciones de Roma.ANDREAS SOLARO – AFP

El viernes de la semana pasada, Trump ya se había mostrado “muy descontento” con una conversación telefónica organizada el día anterior con Putin. “Quiere llegar hasta el final. Simplemente seguir matando gente. Eso no está bien”, había acusado.

“La frustración de Trump es tanto más grande debido a que, desde su ego sobredimensionado, estaba convencido de que bastaría una propuesta de ‘deal’ a Vladimir Putin para convencerlo de negociar la paz. Nunca entendió que los objetivos del presidente ruso son territoriales y geoestratégicos. Para Trump, solo tienen valor los negocios”, analiza Alexandre Melnik, exdiplomático ruso, profesor del ICN Business School.

Lejos parecen haber quedado, en efecto, los momentos críticos en que Occidente pareció tambalear ante la obstinada predilección de Trump por el autócrata del Kremlin. Fue en febrero pasado cuando pareció que toda la alianza transatlántica estaba al borde del colapso. Trump había iniciado conversaciones directas con Putin y ordenó a Ucrania hacer concesiones.

El 19 de febrero usó los argumentos utilizados por el Kremlin en su red Truth Social, llamando a Zelensky “dictador” y advirtiéndole que el tiempo se estaba acabando para Ucrania: “Imaginen, un comediante modestamente exitoso, Volodimir Zelensky, convenció a Estados Unidos de gastar 350.000 millones de dólares para entrar en una guerra que no podía ganar […] Un dictador sin elecciones, Zelensky debería actuar rápido o no le quedará país”, había escrito.

Ahora, tras el mayor ataque de drones lanzado contra Ucrania esta semana por Moscú, el aumento de las fuerzas rusas desplegadas a lo largo del frente, la inminente llegada de refuerzos norcoreanos y la provocación militar al límite de la frontera aérea polaca, parecen haber convencido a Trump de que el líder del Kremlin ha elegido humillar a la Casa Blanca porque cree que puede derrotar a Kiev por la fuerza.

Fue precisamente en esa llamada de una hora entre Putin y Trump que la relación entre los dos presidentes cambió. Hasta ese momento, Trump había sido fiel a la promesa hecha a los estadounidenses de querer firmar la paz en Ucrania a cualquier precio, incluso imponiendo los sacrificios más pesados a Kiev. Y la elección de bloquear el suministro de defensas antiaéreas había sido el paso más avanzado hacia el Kremlin.

Sobre la mesa de Putin aún está el plan de J.D. Vance que permite a Moscú conservar el control de todos los territorios ocupados desde 2014 e incluso anexar de hecho la península de Crimea. Pero tales y tantas aperturas y concesiones por parte de Trump tuvieron el único efecto de endurecer aún más a Putin, que sigue diciendo que quiere “desarmar” y “neutralizar” a Ucrania y “terminar con el régimen nazi que la gobierna”.

“Con Trump nuevamente en la Casa Blanca, Putin se encuentra por fin frente a un presidente que parece querer debilitar a Estados Unidos: crea crisis repetidas con los aliados europeos, asiáticos y canadienses, predica el unilateralismo y enfrenta una nación en ebullición, como lo evidencia la deserción de Elon Musk del Movimiento ‘Make America Great Again’ (MAGA). De ahí la decisión de Putin de acelerar aún más el desafío estratégico para rediseñar el orden de seguridad internacional en beneficio de Moscú y sus aliados, desde Pyongyang y Teherán hasta Minsk”, analiza Melnik.

Donald Trump habla con la prensa antes de abordar el Marine One en los jardines de la Casa Blanca. (Photo by ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP)ANDREW CABALLERO-REYNOLDS – AFP

Por el contrario, si Trump pensaba que la ayuda recibida de Putin para poner fin a la guerra Irán-Israel podía ser el signo de un giro más amplio, tuvo que cambiar de opinión cuando supo que Moscú envió un equipo de expertos nucleares a Teherán para estudiar cómo reactivar las plantas atómicas afectadas por los ataques de Israel y Estados Unidos.

Si Trump creía que el paso atrás en las armas antiaéreas en Kiev podría seducir al Kremlin, se encontró en la noche del martes ante el asalto más masivo de drones rusos contra las ciudades ucranianas. Y si Trump imaginó que la amenaza de mayores sanciones contra el petróleo ruso vendido ilegalmente podría intimidar a Putin, fue testigo de ataques aéreos rusos que rozaron los cielos polacos hasta el punto de hacer despegar los jets de Varsovia, con las armas activadas.

De aquí el cambio de escenario en Ucrania, con el presidente Zelensky que de repente se encuentra con más cartas en la mano: acuerda con Trump la llegada de nuevos suministros militares, recibe de León XIV la oferta de albergar negociaciones directas con Rusia y presidió esta semana en Roma una conferencia sobre la reconstrucción que, según el Banco Mundial, podría superar los 500.000 millones de dólares.

Es el exceso de confianza de Trump en el ocupante del Kremlin lo que produjo el efecto búmeran que fortalece a Zelensky, pero que también es bienvenido por los países de la UE que limitan con Rusia -empezando por los Bálticos, Polonia y Finlandia-, que viven con el palpable temor de estar a las puertas de una prueba de fuerza del ejército ruso, dispuesto a ganar de manera tan contundente que le permita imponerse en Kiev y humillar a la OTAN.

Pero, tratándose de Trump, sería absurdo decir que la situación ha cambiado “definitivamente” en favor de Ucrania. Porque, en el terreno, el país es víctima de tremendos ataques de drones que siembran muerte y desolación. Y el verano boreal, es la peor época.

Como ha ocurrido desde tiempos inmemoriales en casi todas las guerras, el ejército de Putin también aprovecha el verano para lanzar ofensivas. Lo ha hecho cada año desde 2022, por razones tanto meteorológicas como estratégicas: el Kremlin busca avanzar lo más posible en 2025, antes de que el sobrecalentamiento de la economía rusa o nuevas sanciones internacionales lo fuercen a detenerse.

Desde el inicio de la invasión, la expresión “ofensiva estival” se ha vuelto común tanto para el Kremlin como para Kiev. Fue en el verano de 2022 cuando los ucranianos lanzaron con éxito una contraofensiva en las regiones de Kherson y Kharkiv. También fue en el verano de 2023 cuando se lanzó una contraofensiva meridional en la región de Zaporiyia, que fracasó. Todos recuerdan además el efecto sorpresa de la incursión relámpago de los ucranianos en la región rusa de Kursk en agosto de 2024. Los rusos, por su parte, apuestan por un avance en el Donbass, y el verano de 2025 no será la excepción a la regla.

“Es sobre todo porque el tiempo seco y cálido permite las maniobras tanto del material como de los hombres, mientras que en invierno, la lluvia, la nieve y el barro dificultan cualquier movimiento”, explica el coronel Pierre Servent.

“En 2022 y 2023, la solidificación de los suelos en verano permitió ofensivas blindadas mediante tanques, pero ahora ya no es así porque cualquier concentración de vehículos de combate puede ser aniquilada en pocos minutos por drones de ataque”, precisa.

No obstante, el verano siempre presenta ventajas operativas relacionadas con el clima.

Incendios en Lviv, Ucrania, tras un ataque ruso con drones este sábado. (Photo by YURIY DYACHYSHYN / AFP)YURIY DYACHYSHYN – AFP

“Hoy, si los rusos ya no atacan con blindados, los infantes se desplazan rápidamente con quads y motos para instalarse en posiciones avanzadas desde donde los ucranianos deben desalojarlos. Y el tiempo seco facilita esta progresión”, continúa Servent, quien señala otro factor, la vegetación.

“Gracias a la vegetación es muy difícil apuntar de manera muy precisa con drones los movimientos de hombres bajo los árboles frondosos”, explica.

Desde finales de mayo, el ejército del Kremlin está a la ofensiva en tres frentes.

“El verano pasado y en el primer semestre de este año, el objetivo de los rusos era expulsar a los grupos ucranianos de la región de Kursk, lamentablemente lo lograron”, explica Taras Chmut, analista militar y director de la fundación Come Back Alive.

“Luego pasaron a una segunda etapa: la creación de una zona de amortiguamiento en la región de Sumy, para desviar recursos importantes y tropas de otros sectores del frente”, dice. Además, según Chmut, los rusos llevan a cabo “ataques caóticos” en la región de Kharkiv, contra instalaciones militares, pero también con el objetivo de “aterrorizar a la población”.

Pero el esfuerzo principal de los rusos está concentrado en el Donbass.

“Lamentablemente, casi toda la región y Lugansk están ocupadas, mientras que en la región de Donetsk, los rusos aún no han conquistado totalmente las ciudades de Chásiv Yar y Toretsk, que por otro lado han destruido ampliamente”, indica el experto.

“El ataque ruso se dirige ahora hacia la aglomeración Sloviansk-Kramatorsk-Druzhkivka. Los rusos avanzan para tomar el control de las fronteras administrativas de la región de Donetsk. Su objetivo es apoderarse de toda la región”, precisa Chmut.

Incapaz de tomar Pokrovsk desde hace un año, el ejército ruso intenta rodear esta ciudad por el oeste intentando tomar localidades en la región administrativa de Dnipro.

Para la mayoría de los expertos, esto permitiría a Rusia reclamar una quinta región ucraniana. Sin embargo, por el momento, el frente ucraniano no se está derrumbando.

Por una ilusión óptica, el anuncio de la pérdida de una o dos localidades aisladas puede dar la impresión de un avance ruso. En realidad, el ejército de Kiev intercambia dos o tres pequeños pueblos —evacuados hace años y reducidos desde hace tiempo a ruinas— a cambio de infligir miles de bajas a las fuerzas atacantes.

Desde una postura defensiva, las tropas ucranianas logran eliminar a varios cientos, e incluso hasta un millar de soldados rusos por día. El objetivo inmediato es resistir hasta el invierno, con la esperanza de reconstruir su arsenal de drones de ataque y, sobre todo, de que la comunidad internacional —y Estados Unidos en particular— impongan al fin paquetes de sanciones que afecten seriamente la economía de guerra rusa.

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