WASHINGTON
No está claro hasta qué punto el programa nuclear de Irán quedó destruido o inutilizable, pero la “obliteración total” de la que habló el presidente Donald Trump después de que los aviones de guerra de Estados Unidos se sumaron a la campaña de Israel contra la república islámica no parece ajustarse a la verdad.
El reporte inicial de la inteligencia norteamericana considera que los ataques aéreos sobre tres cruciales instalaciones iraníes lograron demorar el programa nuclear de Teherán algunos meses, pero no que los hayan destruido por completo. El diario The Washington Post también informó anteayer que se habían interceptado comunicaciones entre altos funcionarios iraníes de las que se desprende que los ataques habrían sido menos devastadores de lo que temían.
La especulación más extendida es que Irán se retire del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual es signatario
Rafael Mariano Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la agencia de control nuclear de la ONU, dijo el fin de semana que Irán probablemente sigue en condiciones de reanudar su proceso de enriquecimiento de uranio. “Tienen la capacidad. En cuestión de meses, o incluso menos, diría yo, podrían tener unas cuantas centrifugadoras produciendo uranio enriquecido”, declaró Grossi en un programa de noticias de la cadena CBS, y puso en duda la confianza de Trump y sus aliados en que Irán ya nunca será capaz de construir un arma atómica. “Francamente, no se puede afirmar que voló todo y que ahí no queda nada”, dijo Grossi, y recalcó la necesidad de retomar la vía diplomática.
En Washington, el debate sobre el alcance de los logros de la intervención norteamericana ya se ha politizado. El jueves pasado, en una sesión informativa desde el Pentágono, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, arremetió contra los medios de comunicación por su supuesta parcialidad. Trump ha señalado que su gobierno evalúa la posibilidad de llevar a juicio tanto a los periodistas como a los responsables de filtrarles información sobre las evaluaciones de inteligencia del gobierno. De hecho, la semana pasada, un abogado de Trump envió cartas a The New York Times y a la cadena CNN para amenazarlos con demandarlos por publicar el informe. En otras declaraciones, Trump sugirió que estaría “totalmente” dispuesto a bombardear de nuevo Irán si llegara a la conclusión de que está a punto de lograr un gran avance nuclear.
Por el lado de los iraníes, tras los ataques de Estados Unidos e Israel, el asediado régimen de Teherán apeló a la rebeldía. Para furia de Trump, el líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Khamenei, afirmó que la descarga de misiles de Irán contra las fuerzas norteamericanas estacionadas en Qatar –mayormente simbólica y que no causó daños– fue “una bofetada para Estados Unidos”. Y para frustración de Grossi, los legisladores iraníes aprobaron medidas para suspender la cooperación de Teherán con los inspectores del OIEA.
Aunque entre Israel e Irán se mantiene un frágil alto el fuego, es mucho lo que está en juego. La especulación más extendida es que Irán se retire del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual es signatario, mientras que Israel, un Estado que sí tiene armas nucleares, no lo es. Si Irán se retira del TNP, las tensiones geopolíticas se agudizarían y Teherán tendría allanado el camino, si así lo decidiera, para desarrollar una bomba nuclear sin supervisión internacional. Y el gobierno de Estados Unidos no ha logrado demostrar que el importante depósito iraní de uranio enriquecido al 60%, un suministro vital para producir material fisible para un arma, haya quedado inoperativo.
En su primer mandato, Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear que había sido efectivo para restringir el enriquecimiento de uranio de Irán
Los analistas dicen que a partir de ese momento Irán no tardaría mucho en poder desarrollar armas. “A partir del material enriquecido al 60%, en apenas 10 a 20 días una sola cascada de 174 centrifugadoras IR-6 podría producir suficiente uranio enriquecido al 90% para fabricar una bomba”, escribió James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. “Para tener una bomba, Irán no necesita reconstruir sus instalaciones de enriquecimiento a la escala que tenían antes del bombardeo”.
Los ataques y operaciones clandestinas israelíes apuntaron contra instalaciones de enriquecimiento de uranio, altos mandos militares y científicos nucleares en Irán. Sin embargo, Grossi enfatizó que Irán aún posee el “conocimiento” y la “capacidad industrial” para seguir adelante con su programa. La cuestión es estratégica. Durante décadas, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmaba que Irán estaba a punto de crear un arma nuclear, Irán se abstuvo de hacerlo y en gran medida acató las inspecciones exigidas por la ONU. Desde que Trump entró en escena, esa dinámica cambió.
En su primer mandato, Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear que había sido efectivo para restringir el enriquecimiento de uranio de Irán. “Si el primer gobierno de Trump no se hubiera retirado del acuerdo, es probable que no hubiéramos tenido que bombardear las instalaciones de producción de uranio”, declaró a The New York Times Robert Einhorn, exfuncionario de control armamentístico y actual miembro de la Brookings Institution.
Ahora hasta los aliados de Estados Unidos –desde Corea del Sur hasta Arabia Saudita y Alemania– evalúan impulsar sus propios programas nucleares
Y la ecuación terminó de cambiar con los ruinosos conflictos de los últimos 20 meses, durante los cuales el régimen teocrático de Teherán vio desmoronarse su poder estratégico en Medio Oriente, con sus aliados palestinos, libaneses y sirios dañados, derrotados o llevados a su mínima expresión. Luego Israel dejó expuesta la fragilidad de las defensas iraníes con una serie de ataques y asesinatos dirigidos. Pero el precedente que ha sentado podría convencer a los iraníes de línea dura de que su acorralado régimen finalmente necesita la auténtica fuerza disuasoria de un arma nuclear.
“Desde 2007 Irán está a pocos meses de tener un arma nuclear. Y es evidente que si se mantienen a pocos meses de distancia no es por falta de capacidad técnica, sino por decisión política”, dijo el experto en control armamentístico Jeffrey Lewis al diario The Independent. “Y creo que si perdieron alguna capacidad técnica, esa pérdida se verá más que compensada por una decisión política más fuerte”.
“Netanyahu claramente esperaba arrastrar a Estados Unidos a un conflicto a largo plazo para derrocar al gobierno iraní, y no lo debe poner contento que Trump lance un ataque y a continuación declare un alto el fuego”, señala Matt Duss, vicepresidente del Centro de Política Internacional. “Lo cierto es que ha logrado naturalizar la idea de que Israel puede atacar unilateralmente a Irán cuando quiera”.
Durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética acordaron restricciones a la proliferación de armas nucleares, pero esa arquitectura de seguridad se está derrumbando, según advirtieron Vipin Narang y Pranay Vaddi en la revista Foreign Affairs: los acuerdos nucleares vigentes entre Estados Unidos y Rusia vencen el próximo año, China y Corea del Norte expanden sostenidamente su arsenal nuclear y la modernización nuclear de Estados Unidos está muy demorada. “Todo eso ha generado un huracán de categoría 5 para Washington”, dicen los autores.
Por eso hasta los aliados de Estados Unidos –desde Corea del Sur hasta Arabia Saudita y Alemania– evalúan impulsar sus propios programas nucleares. “La llegada de nuevas potencias nucleares, sean aliadas o no de Estados Unidos, abriría la caja de Pandora que Washington lucha por mantener cerrada desde hace décadas”, señalan Narang y Vaddi.