PARIS.- Se sabe, se ha visto y él lo asume plenamente: Mark Rutte, el ex primer ministro holandés –antes famoso por su avaricia en las cumbres europeas– no escatimó esfuerzos para adular al 47º presidente de los Estados Unidos de América, haciéndole vislumbrar los “trillones de dólares” que se anuncian en el frente de la defensa. Donald Trump apreció tanto el elogio que publicó en su red social Truth los mensajes que el “SecGen” de la OTAN le enviaba camino a la cumbre de La Haya. El resultado fue bueno, pero tras el escándalo, volvió a plantear la misma pregunta que desde hace siglos se hace la filosofía política: ¿para qué sirve la lisonja?
Primero fue el mensaje sobre el formidable lanzamiento de los misiles Tomahawks y otros GBU-57, la “madre de todas las bombas”, sobre las instalaciones nucleares iraníes.
“Una acción realmente extraordinaria, algo que nadie más se había atrevido a hacer”, felicitó Rutte, antes de agregar una nueva dosis de miel. Refiriéndose a la mini sesión del Consejo de la OTAN, reunido a nivel de los jefes de Estado y de gobierno el martes y miércoles en la capital administrativa de los Países Bajos: otro “gran éxito” llega con el compromiso de los Aliados de dedicar el 5 % de sus riquezas nacionales a la cuestión militar.
“¡Bravo Donald!”, escribió Rutte, imitando sin vergüenza el uso intempestivo de las letras mayúsculas adoradas por el ocupante de la Casa Blanca.
“Nos has conducido a un momento realmente muy importante para América y Europa. Vas a lograr algo que NINGÚN presidente estadounidense había conseguido durante décadas: Europa pagará un precio ENORME, como debía hacerlo, y esa será tu victoria”.
Mark Rutte ha cortejado a Trump durante meses, desde la época en que, todavía primer ministro, era candidato a la secretaría general de la OTAN. Pero el miércoles, después de la cumbre, la actitud de sumisión llegó a su máxima expresión cuando el “SecGen” de la OTAN llamó “daddy” (papito) al presidente estadounidense, llevando a los miembros de la Alianza Atlántica al colmo de la vergüenza.
Donald Trump no dejó de ironizar a su vez sobre el episodio: “Creo que le caigo bien”, reconoció el millonario con una gran sonrisa. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, se echó a reír a carcajadas a su lado.
“Si no es así, daré media vuelta y le daré una buena lección, ¿de acuerdo?”, añadió Trump. Eso es lo que se llama una humillación pública.
¿Un pequeño malestar calculado para ganarse al inquilino de la Casa Blanca?
“Podríamos llamar a esto la Estrategia Daddy”, señala The Daily Telegraph, en Londres. Hay que decir que, desde el principio, los europeos habían decidido apostar fuerte por la adulación y las reverencias. Fuera de cuestión arriesgar un escándalo en los pasillos de una cumbre crucial para el futuro de la Alianza Atlántica, maltratada por las repercusiones de la guerra en Ucrania y los ataques de la administración estadounidense contra sus propios socios europeos.
“Trump durmió en un palacio real, recibió mensajes melosos del secretario general de la OTAN, y fue cubierto de elogios a puertas cerradas” por cada uno de sus aliados, enumera The Washington Post.
En cuanto a la forma, “la alta diplomacia ha sido elevada al rango de servilismo coreografiado”, se queja The Daily Telegraph. Las cuestiones de fondo, por su parte, se resolvieron de manera simple: “Dar a Trump todo lo que pedía, en particular la promesa de aumentar los presupuestos de defensa al 3,5 % del PIB, a los que se suman un 1,5 % en infraestructuras anexas”, anota.
A cambio, los europeos lograron en la declaración final “el compromiso inquebrantable de todos los miembros con la defensa colectiva tal como está inscrita en el Artículo 5” del tratado de la OTAN. Desde este punto de vista, la “Estrategia Daddy” parece haber dado resultado. La cumbre alcanzó el resultado que perseguía: “asegurarse de que Estados Unidos permaneciera plenamente involucrado. Nada más importaba”, afirma una fuente de la organización.
Para defenderse, Rutte se justificó después haber querido aludir a la sumisión actual de los europeos. Su explicación no fue mala, pero probablemente no haya servido para nada, solo para potenciar el costado oscuro, autocrático y megalomaníaco de Donald Trump. O tal vez sí: y este episodio de genuflexión sirva para reflexionar sobre la utilidad de esa sumisión.
El Discurso de la servidumbre voluntaria, uno de los grandes textos de la filosofía política, plantea una pregunta simple: ¿por qué se elige la sumisión?
“Resuélvanse a no servir más, y serán libres.” En el siglo XVI, esas palabras de Etienne de La Boétie establecieron las bases de una pregunta que, desde entonces, no ha perdido actualidad: ¿por qué el hombre obedece? ¿Por qué se somete? Si bien existen gran cantidad de ensayos y obras que intentan responder a este interrogante, El Discurso de la servidumbre voluntaria, publicado en 1576, es la referencia.
En el siglo XVI, ese texto tomó de contrapié la percepción clásica del poder al invertir los conceptos de dominación y servidumbre: donde tradicionalmente se consideraba que el tirano busca dominar al pueblo y esclavizarlo, en realidad son los ciudadanos quienes se despojan a sí mismos de su poder, se dejan dominar, se privan de su propia libertad para dársela a los tiranos, según La Boétie.
“Es el pueblo quien se esclaviza, quien, teniendo la opción de ser siervo o libre, abandona su libertad y se somete al yugo. Y pudiendo vivir bajo buenas leyes y de la protección de los Estados, quiere vivir en la iniquidad, la opresión y la injusticia, al único placer [del] tirano. Es el pueblo quien consiente su mal o más bien lo busca”, escribe el gran amigo de Michel de Montaigne.
“Ese concepto fue totalmente contrario a todas las tesis clásicas de la filosofía política. La Boétie fue el primero en efectuar esta inversión de manera tan fuerte. Y eso tuvo consecuencias muy graves porque, por ejemplo, significa simplemente que, para liberarse, no hay necesidad de rebelarse. Basta con dejar de actuar ya que somos activos y nos privamos a nosotros mismos de nuestra libertad. Para volver a ser libre, basta con dejar de someterse”, analiza el filósofo francés David Munnich.
Desde entonces, el concepto de servidumbre voluntaria se impondrá como una de las cuestiones centrales de la filosofía política e inspirará a numerosos pensadores. Bergson, Simone Weil, Félix Guattari o incluso Gilles Deleuze, entre otros, se interesan por el pensamiento del escritor del siglo XVI. De manera implícita, La Boétie es uno de los primeros teóricos de la alienación.
Volviendo al episodio de esta semana en la OTAN, la reacción de muchos funcionarios europeos parece confirmar la teoría de la ineficacia de la sumisión voluntaria.
“A largo plazo, no se resolvió ningún problema. El 5% de gastos de defensa son solo un horizonte, no una medida inmediata. Donald Trump sigue siendo imprevisible. ¿Cuánto tiempo durará esta unidad de fachada entre él y los demás socios de la Alianza? Como lo demuestra el bombardeo de Irán, sobre el cual los miembros de la OTAN se mostraron impotentes, el presidente estadounidense seguirá haciendo lo que le da la gana”, asegura Patrick Martin-Genier, especialista en Relaciones Internacionales.
Sin olvidar la cuestión urgente de la guerra en Ucrania.
“Trump no ha movido un ápice su reticencia a apoyar militarmente a Ucrania. En la declaración final, además, ninguna mención a Vladimir Putin. Si los aliados hubieran dicho la verdad y acusado a su gran amigo, Trump se habría enfurecido. ‘Papá’ volvió a casa feliz, pero complacerlo tuvo un alto precio”, agrega.
Más de 450 años después de la escritura de su obra, las preguntas planteadas por La Boétie, siguen siendo actuales. Algunos estiman que la sociedad capitalista no puede funcionar sin mecanismos de dominación mantenidos gracias a la cooperación activa de los dominados.
La entrada Las dudas que genera la adulación excesiva de los líderes europeos para complacer a Trump se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.