Insectos, amantes y dioses antiguos: las historias que inspiraron los logos de las marcas de autos

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En cada auto, ahí están. En el centro del volante, en la parrilla frontal, a veces incluso proyectados sobre el piso cuando se abre la puerta. Los logos de las marcas no son simples distintivos: son pequeñas cápsulas de tiempo que encierran relatos de guerras, mitologías, pasiones y símbolos nacionales. Detrás de cada uno no solo se refleja la identidad y características de una marca, sino que también se esconde un relato que excede el terreno del diseño gráfico y la publicidad, adentrándose en el terreno de las grandes narrativas de historia.

Un ejemplo de esto es el corazón italiano de Alfa Romeo, que late desde 1910 pero nació del fracaso. Ugo Stella, aristócrata milanés, había apostado por una sociedad con la firma francesa Darracq. Cuando el proyecto se vino abajo, Stella volvió a su patria y fundó la Anónima Lombarda Fabbrica Automobili, ALFA. Pero hacía falta un símbolo que enraizara la nueva empresa en el imaginario italiano.

Fue entonces cuando el dibujante Romano Cattaneo, en una espera en la Piazza Castello de Milán, encontró la inspiración. Allí, el escudo de los Visconti –una serpiente devorando a un hombre– le devolvió la imagen de las cruzadas y la victoria cristiana. A su lado, la cruz roja sobre fondo blanco de la bandera milanesa completó el mensaje: orgullo local y pasado glorioso, unidos en una insignia que desde entonces porta la marca. En 1918, tras la adquisición de la empresa por Nicola Romeo, se incorporó su apellido al nombre. Finalmente, en 1925, se añadió una corona de laurel para conmemorar el campeonato mundial ganado por el Alfa P2.

El logo de Alfa Romeo, que con el paso del tiempo fue modificando su gama de colores

Avanzando a la siguiente marca, mucho antes de que se asociara a la automotriz Aston Martin con la saga de películas de James Bond, un piloto británico soñaba con el Antiguo Egipto. Sammy Davis, entusiasta de la velocidad y de la egiptología, diseñó en 1927 un logotipo que no buscaba solamente evocabar dinamismo, velocidad o lujo, sino resurrección. Las alas que aún hoy acompañan a la firma no remiten a pájaros ni aviones, sino a los escarabajos voladores del Nilo, símbolos de la vida eterna. Así, la compañía de Gran Bretaña combina el pulso moderno de la ingeniería británica con un pasado espiritual de lo más remoto.

El logo de Aston Martin es de inspiración egipcia

Pero no toda inspiración es fruto de un proceso. A veces, el nombre de una marca nace del azar. En 1901, Emil Jellinek, diplomático austrohúngaro y aficionado a la velocidad, encargó a Daimler un modelo que pudiera superar los 40 km/h. El éxito fue inmediato, y alguien le preguntó cómo se llamaba. Jellinek, desconcertado, simplemente respondió: “¡Mercedes!”, el nombre de su hija. La ocurrencia fue celebrada con tal entusiasmo que la firma no volvió atrás.

La estrella de tres puntas fue registrada oficialmente por Daimler en 1909 como símbolo del dominio de sus motores en tierra, mar y aire. Tras la fusión con Benz en 1926, se añadió la corona de laurel que había sido símbolo de Benz & Cie. Unos años después, en 1937, apareció por primera vez el anillo que rodea la estrella, y en 1952 se utilizó por primera vez de forma prominente en la parrilla de los deportivos SL.

Tierra, mar y aire: los significados de las tres puntas del logo de MercedesMarijan Murat – dpa

Un caso distinto es el de Volvo, a quienes muchos adjudicaron un significado a su logo que terminó siendo incorrecto. Algunos veían en el círculo con una flecha ascendente un “símbolo de masculinidad”, sin embargo, su origen es mucho más antiguo. Proviene del escudo de Marte, dios de la guerra. La palabra “volvo” ya anticipa movimiento (“yo ruedo”, en latín), pero es el emblema lo que subraya resistencia y tradición.

El logo de Volvo se encuentra inspirado en el escudo de Marte, dios de la guerra

También hay otras historias sobre marcas que comienzan en un sector, pero el tiempo los lleva a cambiar de planes y redireccionar todo el espíritu de su marca, donde el logo juega un rol crucial. Este es el caso de Opel, que comienza en 1862, pero no con autos, sino en la industria de la costura. Con los años pasó a las bicicletas, hasta que la mecánica y la velocidad la empujaron hacia los autos.

En 1937, su logotipo incorporó un círculo atravesado por un zeppelin, ícono de modernidad por aquel entonces. A medida que los dirigibles perdieron vigencia, ese trazo se transformó en un rayo: “blitz”, en alemán. En 1963 se oficializó el rayo dentro del círculo, que desde entonces ha evolucionado estéticamente pero nunca perdió su esencia: representar energía y velocidad.

El logo actual de Opel, con el rayo centralizado

Hay otras marcas que deciden recurrir a la naturaleza o al mundo animal para expresar algo sobre su compañía. Este es el caso del león, que comenzó en la carpintería para luego pasarse a los autos. Antes de dedicarse de lleno al rugido de los motores, Peugeot fabricaba hojas de sierra. En 1847, decidió representarse con el rey de la selva, un símbolo potente por la fuerza de sus dientes, su flexibilidad y la rapidez de sus movimientos. Cualidades que, con el tiempo, buscaban que se asocien con sus vehículos. Con el tiempo evolucionó en estilo, pero mantuvo intacta la idea.

El logo de Peugeot se fue renovando con los años, pero nunca dejó de lado al león

Finalmente, llegamos a la inspiración fruto del amor prohibido. Si se piensa en un logo emblemático en el mundo motor, hay pocos que puedan sentarse en la misma mesa que Rolls-Royce. En 1911, un asiduo cliente de la compañía, Lord Montagu, encargó al escultor Charles Sykes un adorno para su auto. La musa fue su secretaria, y también aparente amante, Eleanor Thornton. Así nació una figura que Rolls-Royce adoptó como símbolo bajo el nombre de “Espíritu del Éxtasis”. Una mezcla de elegancia y misterio, como el romance que la inspiró.

La escultura en el capot de sus modelos, una característica emblemática en la marcaEl Mercurio, Chile