LOS ANGELES.- Poco después de que estallaran protestas contra las redadas anti-inmigrantes en Los Ángeles el viernes, el presidente Donald Trump y el gobernador de California, Gavin Newsom, hablaron por teléfono. Fue una conversación trivial, en la que el mandatario republicano nunca mencionó el despliegue de tropas federales que finalmente anunció el sábado por la noche. Una decisión que llevó a un punto de quiebre una relación siempre tensa con el gobernador demócrata con aspiraciones presidenciales.
El envío de miles de agentes de la Guardia Nacional e incluso de Marines a California se convirtió en una disputa política que llevó a Trump a decir que Newsom debía ser arrestado, una afirmación que el gobernador describió como un claro paso hacia el autoritarismo por parte del magnate.
Trump ridiculizó repetidamente a Newsom; lo considera “sumamente incompetente” y dice que hace “un trabajo pésimo”. Consultado sobre la amenaza de su zar fronterizo, Tom Homan, de arrestar al gobernador, Trump respondió este lunes: “Yo lo haría si fuera Tom”.
Sin especificar ninguna presunta infracción penal ni cargos, más allá de “postularse para gobernador”, Trump dijo: “A Gavin le gusta la publicidad, pero creo que sería algo estupendo”.
“Eso es un presidente estadounidense en 2025, amenazando a un oponente político que casualmente es gobernador en funciones”, reaccionó Newsom en una entrevista el lunes, y luego lo repitió en redes sociales. “Eso no tiene precedentes en la época moderna. Es lo que vemos en todo el mundo en regímenes autoritarios”.
Los comentarios de Newsom reflejaron una frustración generalizada entre los dirigentes demócratas, quienes no logran contrarrestar lo que consideran una escalada de las acciones antidemocráticas de Trump en su envalentonado segundo mandato.
Para Newsom, gobernador desde 2019 del estado más poblado del país y posible candidato presidencial demócrata para 2028, la confrontación con Trump generó importantes riesgos políticos.
Para los gobernadores de la oposición, confrontar a Trump puede resultar en una reacción violenta, pero ceder terreno a veces lo anima a presionar con más fuerza.
Newsom y Trump chocaron varias veces en el pasado. El presidente llamó al gobernador “escoria de noticias” y Newsom declaró, tras la victoria electoral del magnate, que haría de California un estado “a prueba de Trump”.
Sin embargo, durante los primeros meses de Trump en el cargo, Newsom muchas veces optó por la conciliación en lugar del antagonismo; incluso recibió al presidente en el aeropuerto cuando Trump lo visitó durante los devastadores incendios forestales de enero y también entrevistó a destacados seguidores de Trump, como Charlie Kirk y Steve Bannon, en su nuevo podcast.
Pero la decisión de Trump de enviar tropas a California —la primera vez en seis décadas que un presidente lo hace sin la solicitud de un gobernador— y su afirmación de que Los Ángeles estaba siendo “invadida” por turbas violentas parecen haber convencido a Newsom de abandonar su enfoque conciliador.
“Siempre he querido abordar la interacción con el presidente de Estados Unidos de forma respetuosa y responsable”, declaró Newsom a MSNBC el domingo. “Pero no se puede trabajar con el presidente, solo se puede trabajar para él, y nunca trabajaré para Donald Trump”.
Esta última escalada comenzó el viernes, cuando los arrestos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) desencadenaron protestas en Los Ángeles, y el Departamento de Policía local informó que manifestantes se habían enfrentado con agentes. En ese contexto, de madrugada, Trump llamó a Newsom, quien intentó llevar tranquilidad sobre una situación bajo control.
Pero apenas pudo articular palabra, según una reconstrucción de la llamada de The Washington Post. Trump habló de temas triviales y Newsom intentó, sin éxito, abordar cuestiones serias sobre California.
En una entrevista el lunes, Newsom dijo que en esa llamada Trump fue “amable”, pero que nunca advirtió que estaba a punto de desplegar agentes de la Guardia Nacional en su estado, como el presidente afirmó posteriormente, ni preguntó sobre la respuesta a las protestas de esa noche.
Una escena de caos en una ciudad gobernada por los demócratas era, en opinión de Newsom, el tipo de crisis que Trump siempre había deseado crear. El gobernador, quien culpó al presidente por la escalada, declaró el domingo en redes sociales que las acciones de Trump eran más propias de “un dictador, que de un presidente”.
“Este es un acto de imprudencia que literalmente pone en riesgo la vida de las personas”, dijo Newsom sobre la decisión de Trump de enviar a la Guardia Nacional.
El lunes, California demandó a Trump, para intentar obligarlo a replegar a los agentes. Ese mismo día, la Casa Blanca anunció que también enviarían a 700 marines y a otros 2000 efectivos de la Guardia Nacional “ante el aumento de las amenazas a los agentes y edificios federales”.
“Los marines estadounidenses han servido con honor en múltiples guerras en defensa de la democracia. Son héroes”, reaccionó Newsom en X. “No deberían ser desplegados en suelo estadounidense enfrentándose a sus propios compatriotas para cumplir la fantasía desquiciada de un presidente dictatorial”.
Trump le contestó el martes, con un mensaje en su red social, Truth. “Si no hubiese enviado las tropas a Los Ángeles estas últimas tres noches, esta ciudad que en el pasado era grande y bella estaría ardiendo en este mismo momento”, escribió, y volvió a tildar a Newsom de “incompetente”.
Ante este escenario, Newsom intenta navegar en aguas políticas turbulentas mientras mantiene sus aspiraciones como “presidenciable”, según estrategas de ambos partidos.
Como gobernador de California, un estado profundamente demócrata que Trump ha caricaturizado con regocijo en cada oportunidad, Newsom podría tener dificultades para atraer a los votantes indecisos como candidato nacional si no modera su imagen, un camino que venía tomando en los últimos meses hasta el quiebre de este fin de semana.
También existe el riesgo de que hacer enojar a Trump pueda perjudicar a los 39 millones de electores de Newsom; el gobernador aún espera fondos federales para ayudar en la reconstrucción tras los incendios forestales, mientras que el presidente amenazó recientemente con recortar los fondos estatales para la educación después de que una niña transgénero compitiera en un campeonato femenino de atletismo.
Pero al mismo tiempo, los votantes demócratas quieren ver a sus líderes luchar con uñas y dientes contra lo que consideran la ilegalidad y la corrupción de Trump.
“Está sirviendo tanto a sus propias ambiciones como a las del estado de California, y esas dos cosas no suelen coincidir”, dijo Steven Maviglio, consultor demócrata de larga trayectoria en el estado. “Es un dilema para Newsom”.
Jon Fleischman, estratega republicano y exdirector ejecutivo del Partido Republicano estatal, afirmó que las imágenes de autos en llamas y manifestantes ondeando banderas mexicanas solo reforzaron la postura de Trump. Newsom, argumentó, había mordido el anzuelo de Trump al culparlo de la escalada de violencia. “Donald Trump no puede obligar a nadie a lanzar una piedra a un patrullero”, afirmó.
Agencias Reuters, AFP y The Washington Post