La generación de negocios en la Argentina es compleja y exige un ejercicio constante. Así lo exhibe el Global Business Complexity Index 2025, elaborado por TMF Group -multinacional proveedora de servicios de administración empresarial-, que vuelve a ubicar al país entre los más complejos del mundo para operar.
La Argentina ocupa el puesto 11 entre 79 países analizados en el ranking, que evalúa más de 250 indicadores en materia de regulaciones corporativas, normas fiscales y contables, y gestión de talento. Y en los últimos años, su posición no fue más allá del 10° y 12° lugar. En 2025, el ranking fue encabezado por Grecia y por Francia, mientras que en el otro extremo se ubican las islas Caymán y Dinamarca.
Según el informe, la Argentina exhibe avances, pero sigue siendo un país complicado para invertir. Entre los factores, el análisis desliza “la inestabilidad económica, los controles cambiarios que existieron durante muchos años (actualmente menores, pero aún presentes), una infraestructura deficiente, altos costos salariales y problemas estructurales en el mercado laboral”.
“El cambio constante de reglas durante los últimos 10 años y la falta de previsibilidad regulatoria generan la necesidad de contar con expertos locales que ayuden a las empresas extranjeras a navegar este entorno. La clave para operar en la Argentina es conocer el terreno local a la perfección y tratar de anticiparse a los cambios”, señaló Jorge Sodano, country head de Argentina y Chile y market head de Mercados de Capitales en Latinoamérica.
La lectura por áreas del informe va en sintonía: el país se ubica 17° en procesos corporativos, 14° en contabilidad e impuestos y 10° en gestión de nómina y talento humano. Sin embargo, en la comparativa regional, la Argentina presenta un escenario de mejora relativa. Países como México (3° en el mundo), Colombia (5°) y Brasil (6°) ocupan posiciones más altas en el ranking de complejidad, lo que refleja que los desafíos para hacer negocios son generalizados. En paralelo, Chile (20°) y Uruguay (27°) mantienen mejores desempeños, con entornos regulatorios más estables y predecibles.
“Si uno mira la foto, todavía falta mucho. Pero si observa la película completa, entiende el argumento”, remarcó Alejandro López Tilli, presidente de Adiras. Para el especialista, el país atraviesa una “oportunidad histórica” gracias a una macroeconomía ordenada con fundamentos sólidos: equilibrio fiscal, saneamiento del Banco Central y corte total de emisión monetaria.
“La Argentina está en un muy buen momento, sobre todo porque los fundamentos del plan económico son muy sólidos y no responden a criterios políticos, sino a criterios estructurales de la ortodoxia económica. Ya vemos la aparición del crédito y el crecimiento de la inversión en bienes de capital, lo cual gatilla la reactivación económica. El que invierta temprano, tiene la oportunidad de entrar a menor costo y capturar más rentabilidad a futuro”, planteó.
Más cauto, Roberto Vassolo, consultor de empresas y profesor del IAE Business School, puso el foco en las restricciones estructurales aún vigentes. “El clima de negocios en la Argentina mejoró sustancialmente con la nueva Administración. Sin embargo, todavía subsisten importantes limitantes estructurales. La primera limitante es el cambio constante de las reglas de juego. Si se dieran garantías de estabilidad a largo plazo, le seguirán otros problemas aún por resolver, como la altísima carga fiscal y la baja calidad en infraestructura, en un país que intenta ser una potencia en recursos naturales. Como tercer elemento, vemos un cuello de botella de talento, que aún no está presente porque los dos anteriores son más importantes”, consideró.
Para María Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor, emprender en la Argentina “es como bailar un tango: un tire y afloje constante, lleno de pasión e incertidumbre”. Pero destaca que, incluso en ese vaivén, el talento local se destaca: “Los emprendedores argentinos están entrenados para los volantazos, lo que fortalece su resiliencia, capacidad innovadora y ambición global”.
A su juicio, el ecosistema de startups y empresas innovadoras sigue mostrando vitalidad, a pesar del contexto. “Se empiezan a ver indicios de mayor diálogo y búsqueda de estabilidad que generan cierto optimismo. Las empresas enfrentan un contexto desafiante marcado por la incertidumbre económica, el acceso limitado al capital y la competencia global por talento. A esto se suma la necesidad de innovar constantemente y adoptar una cultura emprendedora. Adaptabilidad, agilidad y compromiso son hoy tan claves como el propio modelo de negocio. Quienes logran sortear estos desafíos con visión y resiliencia están construyendo compañías preparadas para jugar en las grandes ligas”, señaló.
Aunque el análisis de los especialistas de TMF Group advierte que los avances aún no implican una transformación estructural, sí reconoce señales alentadoras: digitalización de procesos, apoyo estratégico del Estado y apertura gradual a mercados internacionales. Sectores como energía, agroindustria, tecnología y economía del conocimiento se perfilan como los más prometedores.
Desde una mirada optimista, Lorenzo Sigaut, economista y analista de mercado, destacó: “La Argentina fue y es un país complejo para hacer negocios por múltiples restricciones y volatilidad. Pero hay que destacar que el Gobierno actual dio pasos importantes en materia de regulación y quitó trabas burocráticas que enlentecen y encarecen la generación de negocios. e incluso las restricciones cambiarias, un factor muy importante cuando pensamos en empresas que quieren radicarse. Los avances son parciales, porque todavía persiste el cepo a las empresas, pero ya para 2026 las empresas multinacionales podrán girar las utilidades que generen en 2025. Esto es un avance importante”.
No obstante, también advirtió: “Si bien la economía es más estable, no sería la primera vez que en años impares crece, a la par que la inflación baja, y en los años pares hay ajustes. Cuando el gobierno cambia, hay también un giro bastante radical en las políticas económicas”, deslizó.