MADRID.- El apagón masivo que afectó el lunes a la península ibérica dejó sin suministro eléctrico a decenas de millones de hogares, hospitales y empresas, provocando horas de caos e incertidumbre. Aunque Red Eléctrica y las distribuidoras dieron prácticamente por resuelto el incidente el martes por la mañana, el gobierno español mantiene vigente la declaración de crisis energética. Comienza ahora la tarea de investigar las causas de un corte de luz sin precedentes por su alcance y duración, con el objetivo de evitar que vuelva a repetirse.
El corte de energía afectó a toda la península ibérica, alcanzando a cerca de 55 millones de personas, e incluso se extendió a varias localidades del País Vasco francés, en la frontera con España. Solo se libraron del apagón las islas Canarias y Baleares, así como los enclaves de Ceuta y Melilla en el norte de África. Estas regiones cuentan con escasas —o nulas— conexiones eléctricas con la península, por lo que operan de manera independiente.
En las principales ciudades se registraron extensos atascos debido a la interrupción del funcionamiento de los semáforos. El apagón también paralizó las redes de metro y el tráfico ferroviario.
En España, las autoridades debieron asistir a más de 35.000 pasajeros que quedaron varados en trenes, mientras que el tráfico aéreo también sufrió importantes alteraciones.
Esto es lo que se sabe hasta ahora sobre un corte de energía de magnitud excepcional.
El apagón arrancó a las 12.33 de España y a las 11.33 de Portugal. Según la cronología oficial, la red eléctrica sufrió un primer “evento” que aparentó ser una pérdida de generación. Casi de inmediato, el sistema logró autoestabilizarse.
Sin embargo, apenas un segundo y medio después, se registró un segundo evento similar, también vinculado a una caída en la generación. Cinco segundos más tarde, esa inestabilidad desencadenó la desconexión automática de la interconexión entre España y Francia, dejando a la península aislada del resto de la red europea.
A partir de allí, el sistema eléctrico peninsular colapsó en efecto dominó, hasta alcanzar el denominado “cero absoluto”: una caída total de tensión en toda la red.
En España, como en la mayoría de los países, la electricidad se produce a partir de diversas fuentes: centrales nucleares, plantas de gas, hidroeléctricas, eólicas y solares. Eduardo Prieto, director del gestor de la red española (REE), señaló que las dos interrupciones en la generación se concentraron en el suroeste de la Península, una zona clave en la producción eléctrica.
La comunidad de Extremadura, en particular, alberga importantes instalaciones hidroeléctricas, la central nuclear más potente del país y numerosos parques solares. Al ser consultado por la prensa, Prieto sugirió que es muy probable que las fallas se hayan originado en las plantas fotovoltaicas.
Aunque la investigación a fondo sobre las causas del apagón recién comienza, los especialistas ya descartaron de forma preliminar algunos escenarios. Entre las hipótesis rechazadas se encuentra la de un posible ciberataque. “Con los análisis realizados hasta ahora, podemos descartar un incidente de ciberseguridad”, afirmó este martes Prieto, quien precisó que no se ha detectado “ningún tipo de intrusión en los sistemas de control”.
También quedó descartada la posibilidad de un fenómeno meteorológico o atmosférico inusual en el momento del corte, según informó la Agencia Estatal de Meteorología.
Uno de los puntos que aún deben esclarecer las autoridades es si un cambio repentino en la tensión pudo provocar la desconexión automática de las plantas solares. Para confirmar esta hipótesis, será necesario que los centros de producción suministren la información correspondiente a Red Eléctrica.
El reinicio total desde cero del sistema eléctrico es una operación compleja y poco habitual. En Francia, el gestor de la red, RTE, logró restablecer el suministro con rapidez. Sin embargo, en España y Portugal, la reactivación fue mucho más lenta, y millones de residentes tuvieron que esperar entre 10 y 20 horas para recuperar el servicio.
Una de las razones de esta demora radica en la magnitud del apagón, que se originó —según explicó Eduardo Prieto— por “una fuerte oscilación de los flujos de potencia”, acompañada de “una pérdida de generación muy importante”, un fenómeno considerado extraordinario.
Esa pérdida superó incluso la “perturbación de referencia” utilizada para diseñar y operar las redes eléctricas en la Unión Europea, lo que provocó la desconexión de la península ibérica del resto del sistema europeo y, en consecuencia, su colapso, según detalló Red Eléctrica de España (REE).
Para las 4 de la madrugada, todas las subestaciones estaban operativas, y a las 7.30 ya se había recuperado el 99% de la demanda eléctrica.
Sin embargo, la limitada capacidad de almacenamiento energético en España —actualmente en torno a 1,8 gigavatios/hora— dificulta amortiguar grandes fluctuaciones y ralentiza la recuperación ante apagones de esta magnitud.
Para restablecer el suministro se recurrió principalmente a ciclos combinados y centrales hidroeléctricas, incorporándose luego otras tecnologías.
Prieto explicó que la recuperación del sistema eléctrico se realizó de manera coordinada, comenzando por restablecer la tensión desde las conexiones fronterizas con Francia y Marruecos. Las primeras zonas energizadas fueron el País Vasco, Cataluña y el sur de Andalucía, con el objetivo de reactivar los servicios auxiliares de las centrales y permitir su arranque.
Se aplicó una estrategia conocida como “arranque en isla”, basada en el uso de centrales hidroeléctricas capaces de operar sin alimentación externa. Estas plantas fueron incorporando carga de forma progresiva hasta alcanzar la estabilidad, y luego se interconectaron entre sí hasta restablecer toda la red.
El apagón se produce en un momento de intenso debate político sobre el cierre progresivo de las centrales nucleares en España, una medida impulsada por el oficialismo pero fuertemente cuestionada por el PP y Vox. La interrupción del suministro coincide, además, con un periodo de baja generación nuclear, influido por el avance de las energías renovables, que ha reducido la rentabilidad de la energía atómica.
Tras el apagón, sectores pronucleares han responsabilizado a las renovables y a la falta de centrales nucleares de lo ocurrido.
Hace dos meses, Red Eléctrica advirtió en su informe anual de 2024 sobre el riesgo de “desconexiones de generación severas” que podrían afectar gravemente el suministro eléctrico debido al creciente peso de las energías renovables. Su empresa matriz, Redeia, alertó que la combinación entre el aumento de fuentes renovables —muchas de ellas de pequeña escala y menos estables— y el cierre de centrales convencionales, como las de carbón, gas y nucleares, podría comprometer la estabilidad del sistema eléctrico.
El auge de las renovables basadas en autoconsumo introduce mayor incertidumbre en los datos en tiempo real, lo que dificulta las previsiones de producción y representa, según Redeia, un riesgo para la operación segura del sistema.
El presidente Pedro Sánchez, quien reconoció haberse enterado por la prensa de la advertencia de Red Eléctrica, adoptó una postura cautelosa y evitó descartar ninguna hipótesis. Anunció la elaboración de dos informes independientes sobre el apagón: uno a cargo de una comisión del Ministerio para la Transición Ecológica y otro que será solicitado a la Unión Europea.
Además, adelantó que el gobierno exigirá responsabilidades a los operadores privados —incluidos los productores y Red Eléctrica— si se determina que corresponde, y prometió medidas para evitar que una situación similar se repita.
En paralelo, la Audiencia Nacional inició su propia investigación: el juez de guardia, José Luis Calama, autorizó la apertura de una causa para determinar si la crisis energética pudo haber sido provocada por un sabotaje informático contra infraestructuras críticas del país.
Con información de AFP y El País