LONDRES.- El presidente estadounidense, Donald Trump, aterrizó este martes en el aeropuerto londinense de Stansted, en su segunda visita oficial a Gran Bretaña, que se alargará hasta el jueves, invitado del rey Carlos III.
Trump, que fue recibido al bajar del avión por la ministra británica de Relaciones Exteriores, Yvette Cooper, expresó en Washington, antes de partir, su alegría por el “gran honor” que representa esta segunda visita, algo inédito para un presidente estadounidense.
La ceremonia del miércoles incluye una recepción formal a Trump y a la primera dama Melania Trump en el Castillo de Windsor a cargo del rey Carlos III (a quien el presidente estadounidense elogió este martes como “mi amigo” y “un caballero elegante”). Sin embargo, también se esperan protestas remotas en su contra en Londres.
El jueves, mantendrá una cumbre política con el primer ministro británico, Keir Starmer. La reunión será en Chequers, el retiro rural del líder laborista.
Durante la visita, el gobierno británico espera que un acuerdo tecnológico multimillonario demuestre que el vínculo sigue siendo fuerte a pesar de las diferencias sobre Ucrania, Medio Oriente y el futuro de la alianza occidental.
Las visitas de Estado en Gran Bretaña combinan la diplomacia del siglo XXI con el boato real. El viaje de dos días de Trump incluye carruajes tirados por caballos, guardias de honor militares y un banquete deslumbrante dentro de un castillo de 1000 años de antigüedad, todo adaptado a un presidente con gusto por el esplendor dorado.
La oficina de Starmer señaló que la visita demostrará que “la relación entre el Reino Unido y Estados Unidos es la más fuerte del mundo, construida sobre 250 años de historia” y unida por valores compartidos de “creencia en el Estado de derecho y mercados abiertos”. No se hizo mención a cómo los aranceles generalizados de Trump afectan al mercado.
La Casa Blanca espera que los dos países fortalezcan su relación durante el viaje, además de celebrar el próximo 250 aniversario de la fundación de Estados Unidos, según un alto funcionario de la Casa Blanca que no estaba autorizado a hablar públicamente y habló bajo condición de anonimato. No estaba claro cómo planeaba el Reino Unido conmemorar ese capítulo en su historia compartida.
Trump es el primer presidente de Estados Unidos en hacer una segunda visita de Estado a Gran Bretaña. “El viaje a Reino Unido va a ser increíble”, dijo Trump a los periodistas el domingo. Afirmó que el Castillo de Windsor “se supone que es asombroso” y agregó que “va a ser muy emocionante”.
La naturaleza sin precedentes de la invitación, junto con la expectativa de un fastuoso boato, tiene un doble atractivo para Trump. El presidente ha elogiado con entusiasmo a la difunta madre del rey, la reina Isabel II, y ha hablado sobre cómo su propia madre, nacida en Escocia, amaba a la reina y la monarquía.
Al salir de la Casa Blanca, Trump señaló que durante su pasada visita de Estado fue recibido en el Palacio de Buckingham. “No quiero decir que uno sea mejor que el otro, pero dicen que el Castillo de Windsor es lo máximo”, comentó el mandatario. También llamó al rey “un caballero elegante” y dijo que “representa al país muy bien”.
Los funcionarios extranjeros han demostrado estar sintonizados con el gusto de Trump por el boato. Durante una visita a Medio Oriente este año, los líderes de Arabia Saudita y Qatar no sólo desplegaron una alfombra roja, sino que enviaron aviones de combate para escoltar su avión.
Starmer ya ha mostrado habilidad a la hora de cautivar a Trump. Durante una visita a Washington en febrero, señaló los cambios en la decoración de la Oficina Oval introducidos por el presidente y la decisión de exhibir un busto de Winston Churchill. Y durante el viaje privado de Trump a Escocia en julio, Starmer visitó y elogió los campos de golf de Trump en ese país.
Los esfuerzos por cortejar al presidente estadounidense incomodan a algunos miembros del Partido Laborista de Starmer, y Trump no se dirigirá al Parlamento durante su visita, como hizo el presidente francés Emmanuel Macron en julio. Los legisladores estarán en su receso anual de otoño, evitando al gobierno una decisión incómoda.
El itinerario en Windsor y en Chequers, ambos fuera de Londres, también mantiene a Trump alejado de una protesta masiva planificada contra su visita.
Agencias AP, AFP y ANSA
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