El Gobierno deja atrás el dogmatismo y cede al reclamo del mercado y el FMI

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Con el anuncio realizado hoy, el Gobierno y el Banco Central (BCRA) comienzan a despedirse del dogmatismo cambiario para pasar a abrazar el pragmatismo en la materia.

Lo más relevante es la decisión de avanzar en una flexibilización del esquema cambiario actual —definido hace apenas ocho meses— al pasar a indexar, desde el próximo mes, el “techo” y el “piso” de la banda cambiaria por inflación (hasta aquí se ajustaban al 1% mensual de manera divergente).

Evitar apreciaciones artificiales del tipo de cambioCompumar

Allí aparecen dos mensajes oficiales claros:

De hecho, con el esquema actual, el tipo de cambio real multilateral —el índice que elabora el BCRA para medir los términos de intercambio entre la Argentina y sus principales socios comerciales— sólo se ubicaba en el nivel de equilibrio (100) cuando el dólar toca el techo de la banda de flotación.

La estadística oficial muestra incluso que hoy ese indicador se encuentra en torno a los 95 puntos, luego de haber superado los 160 puntos tras la devaluación inicial de la era Milei y de haber tocado un piso por debajo de los 80 puntos cuando su administración aún sostenía el crawling peg al 2% y, luego, al 1% mensual.

Se trata de una realidad que el Gobierno evitó reconocer de manera sostenida, al destacar el supuesto “lado bueno” de la apreciación del peso y confrontar con quienes advertían sobre sus efectos. Incluso llevó al ministro Luis Caputo a referirse a este indicador considerando únicamente la paridad con el dólar estadounidense —hoy en 107 puntos— para intentar demostrar que no existía atraso.

La posibilidad de evitar recaer en esa situación se fortalece si el Gobierno además logra avanzar en su plan de reformas para bajar el costo argentino —mediante la rebaja de impuestos y la modernización de la gestión, en principio, y alentando inversiones orientadas a mejorar la infraestructura—, lo que permitiría finalmente una ganancia de competitividad real para el peso.

La revisión del esquema busca, además, enviar una señal al staff del Fondo Monetario Internacional (FMI), al atender dos de sus preocupaciones centrales, luego de haber incumplido reiteradamente la meta de acumulación de reservas.

La sede del FMI en Washington.

No llega, además, en un momento casual, sino cuando el Tesoro de Estados Unidos comenzó a dejar en claro que su apoyo —que sigue vigente y promete mantenerse fuerte— ya no incluirá asistencias en efectivo para sostener el esquema cambiario, tras las críticas que recibió la administración Trump por ese rescate y las alertas electorales que se encendieron en las últimas semanas.

Por lo demás, se destaca que la acumulación de reservas prevista —que se vería facilitada si el Gobierno además logra acceder al mercado global el año próximo para atender los vencimientos de deuda— deberá ser consistente con la evolución positiva de la demanda de pesos y con la liquidez del mercado cambiario. Esto implica mantener la decisión de no emitir pesos sin respaldo.

Finalmente, el BCRA anuncia por primera vez en la era Milei una meta inflacionaria, al señalar que buscará que la nominalidad de la economía argentina converja con la internacional, lo que supone un objetivo de inflación anual de un dígito.

Advierte, además, que si ese proceso no evoluciona como espera, no dudará en endurecer la política monetaria e incluso en retirar pesos de circulación, principalmente mediante operaciones de compra y venta de títulos públicos en el mercado secundario o a través de operaciones de “repo”, que ya hoy pacta habitualmente con los bancos para absorber excedentes de liquidez a plazos mayores a un día y a tasas reales positivas.