WASHINGTON.— El presidente estadounidense Donald Trump recibió este lunes en la Casa Blanca al mandatario sirio Ahmad al-Sharaa, en una visita -impensada hasta hace muy poco- que marca un giro histórico en las relaciones entre ambos países y sella el retorno de Siria al escenario diplomático internacional. El departamento del Tesoro anunció, en consonancia con el encuentro, el levantamiento temporal de restricciones comerciales, allanando el camino para la inversión estadounidense y extranjera en la reconstrucción de Siria.
El cambio de política, detallado en un comunicado de la OFAC publicado este lunes, mantiene las sanciones contra el expresidente Bashar al-Assad, los violadores de derechos humanos y los narcotraficantes, pero abre amplios canales civiles y comerciales.
El encuentro entre los dos mandatarios, a puertas cerradas en el Salón oval, tuvo lugar luego de que Damasco fuera incorporado a la coalición global liderada por Estados Unidos contra el grupo Estado Islámico.
Al-Sharaa, quien fue años atrás un combatiente islamista y aliado del líder terrorista Abu Bakr al-Baghdadi, llegó a la Casa Blanca poco antes del mediodía, ingresando por la Avenida Ejecutiva oeste, una entrada reservada para visitas especiales. Tras dos horas de reunión, el presidente sirio saludó a una multitud de simpatizantes antes de partir. Fue la primera visita oficial de un líder de Damasco a Washington desde la independencia del país en 1946.
El encuentro se produce menos de un año después de que las fuerzas rebeldes lideradas por al-Sharaa derrocaran a Bashar al-Assad, poniendo fin a más de cinco décadas de dominio familiar. Washington había levantado en los últimos meses la mayoría de las sanciones impuestas durante ese periodo, abriendo el camino para la normalización de vínculos.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que la reunión forma parte de los “esfuerzos diplomáticos del presidente para reunirse con cualquier persona en el mundo en la búsqueda de la paz”. Trump, quien había calificado a Al-Sharaa como “un tipo duro con un pasado turbulento”, cambió de parecer en una cumbre en Arabia Saudita en mayo de este año y sostuvo que “Siria está haciendo un muy buen trabajo hasta ahora”.
La escena resulta particularmente simbólica si se recuerda que seis años atrás Trump celebraba la muerte de Al-Baghdadi, abatido por fuerzas estadounidenses en una operación nocturna en la aldea siria de Barisha. “Murió como un perro”, dijo entonces el mandatario, en una frase que recorrió el mundo. Hoy, el hombre que en su momento fue acusado de ser colaborador del líder de Estado Islámico y que adoptó el nombre de guerra Abu Mohammed al-Jolani, fue recibido en Washington como socio político.
Al-Sharaa, que rompió con Al Qaeda en 2013 y lideró la rebelión contra Al-Assad desde la provincia de Idlib, se ha esforzado en proyectar una imagen moderada y pragmática. Bajo su liderazgo, Estados Unidos y la ONU levantaron las sanciones impuestas durante las décadas de dictadura de la familia Assad, y Damasco fue invitado nuevamente a los foros internacionales.
Según funcionarios estadounidenses, la incorporación formal de Siria a la coalición anti-EI permitirá una cooperación militar más estrecha, aunque las fuerzas sirias ya operaban junto a milicias kurdas y tropas estadounidenses en el noreste del país. El Consejo de Seguridad de la ONU votó la semana pasada a favor de levantar las sanciones internacionales, lo que el embajador estadounidense ante la ONU, Mike Waltz, consideró “una señal de que Siria entra en una nueva era”.
Durante la reunión, Al-Sharaa pidió la derogación definitiva de las sanciones estadounidenses, en especial de la Ley César, que penaliza los vínculos comerciales con el gobierno sirio. Aunque Trump suspendió temporalmente su aplicación, su eliminación total depende del Congreso.
En el Capitolio se debaten dos propuestas: una impulsada por la senadora demócrata Jeanne Shaheen, que pondría fin a las sanciones sin condiciones, y otra del republicano Lindsey Graham, que establecería revisiones semestrales antes de su levantamiento total. Analistas advierten que la persistencia de sanciones, incluso parciales, disuadiría las inversiones necesarias para reconstruir el país, devastado tras catorce años de guerra.
El mandatario estadounidense se mostró optimista: “Se han hecho muchos progresos, Siria merece una segunda oportunidad”. Pero los analistas advierten que la reconstrucción del país, devastado por 14 años de guerra, requerirá más de 200.000 millones de dólares y un clima de estabilidad aún frágil.
En Idlib, donde ondea aún la bandera blanca de la antigua milicia de Al-Sharaa, muchos sirios prefieren no pensar en el pasado. Tras más de una década de destrucción, las calles se llenan de comerciantes, obreros y niños en edad escolar. “El humor está volviendo a Siria”, dijo Kaseer entre risas, mientras recordaba cómo aquella noche de 2019, el helicóptero estadounidense sobrevolaba su casa a pocos metros.
Agencias AP y Reuters y diario The New York Times