
Iván Duque aterrizó en Buenos Aires por menos de 48 horas. En su fugaz escala en la ciudad que eligió hace más de veinte años para su luna de miel con María Juliana Ruiz, el expresidente conservador de Colombia llegó para participar de un foro sobre democracia y justicia, aunque también aprovechó para reunirse con el exmandatario Mauricio Macri,a quien considera su amigo, antes de viajar a Brasil para participar de la cumbre climática COP en el Amazonas.
En una entrevista con LA NACION en el hotel donde se hospeda en el centro porteño, Duque, de 49 años, repasa su vida pospresidencial,que reparte entre la filantropía, el activismo climático, la academia y la actividad privada. Aunque también le queda tiempo para despuntar su vicio de DJ, como se hizo público en varias ocasiones.
Duque, quien dejó el poder en 2022 con una aprobación de alrededor del 30% y dio paso al primer gobierno de izquierda de su país, a cargo del exguerrillero Gustavo Petro, analiza el escenario para las elecciones en Colombia de mayo próximo,para las que considera necesario forjar una “gran coalición” entre el centro y la derecha. “Aquí hay un tema existencial para nuestra democracia”, afirma.
El expresidente minimiza los malos números en las encuestas para su partido, Centro Democrático (CD),liderado por el expresidente Álvaro Uribe,quien tras la anulación de su condena por soborno y fraude, anunció que se postulará para el Senado. Y destaca la campaña de Abelardo de la Espriella,un candidato de derecha que lidera los sondeos con ideas similares a las de Javier Milei y Nayib Bukele. Con muchos elogios para el presidente argentino, Duque sin embargo expone ciertas reservas frente a esos dos “modelos” que despiertan admiración en la región: “Lo importante es cómo van a ser sostenibles en el tiempo”,dice.
El CD definirá a fin de mes a su candidato entre cinco opciones, entre ellos, el padre de Miguel Uribe Turbay,asesinado este año en medio de una fuerte espiral de violencia, una de las marcas que dejará el gobierno de Petro, con quien Duque suele cruzarse en las redes sociales. “Yo creo que el primer gobierno neocomunista convirtió a Colombia en un país paria”,considera, especialmente por el quiebre del histórico vínculo con Estados Unidos, que en el último tiempo anunció la descertificación de su país en la lucha antidrogas y sanciones al mandatario colombiano por vínculos con el narcotráfico.
Duque defiende con firmeza la agresiva campaña contra el narcotráfico que desplegó el presidente norteamericano, Donald Trump,en el Caribe y en el Pacífico, y sugiere que el final del régimen de Nicolás Maduro podría estar en el horizonte.
–¿Qué expectativas tiene para la COP en Brasil?
–Yo creo que lo que se ha denominado en inglés el TFF, el Tropical Forest Forever Facility, va a ser muy importante para que a la conservación de la Amazonía y de los ecosistemas más complejos del mundo podamos asignarle más recursos.Yo espero que el hecho de hacer esta COP en el corazón de la Amazonía lleve a que haya un compromiso del Norte Global frente a estos ecosistemas que se traduzca no solamente en promesas de recursos, sino en desembolsos reales. Y que podamos tener una serie de herramientas financieras especiales para traer recursos del sector privado y que podamos lograr que en la agenda mundial de descarbonización, podamos incluir los proyectos del Sur Global.
–América Latina es una de las regiones más vulnerables al cambio climático. ¿Cómo ve las acciones climáticas hoy desde la región, donde, me dirá si coincide o no, la agenda climática se vincula más con la izquierda? Hay gobiernos, como el de la Argentina, que no tienen presencia de mandatarios en la cumbre porque no tienen como prioridad la agenda climática.
–Yo creo que la agenda climática es ineludible. Nadie puede negar que estamos viviendo años de aumentos notables en la temperatura. Ahora bien, esto hay que hacerlo sin fanatismo, sin populismo, y esto hay que hacerlo entendiendo que aquí hay que mitigar, pero también adaptarse.Entonces eso implica que tengamos agendas para que las empresas se descarbonicen, para que seamos más eficientes, pero con menor número de emisiones, que diversifiquemos todas las fuentes de energía, sin tener que rechazar ninguna, y que tengamos también la capacidad de proteger a aquellos ecosistemas que son indispensables. Entonces, yo diría que tratar de negar el calentamiento global es un error,pero lo otro es que un país se margine de la posibilidad de integrar la sostenibilidad a la modernización de su aparato económico, pues es también es otro error imperdonable y los países de América Latina que han logrado integrar estos conceptos lo están haciendo bien.
–¿Tiene algún canal abierto con el gobierno de Milei sobre estas urgencias?
–Bueno, yo no conozco muy de cerca al presidente Milei, lo saludé el año pasado en una cumbre en Los Ángeles, pero primero le tengo respeto y le tengo gran admiración a lo que ha venido haciendo en materia económica. Yo creo que su equipo ha respondido en bajar drásticamente la inflación y hacer un plan de recorte que era impopular, pero necesario, y lo ha hecho con mucha sinceridad con el pueblo argentino. Y soy un gran amigo del presidente Macri y sé el papel que ha jugado en consolidar ahora esta alianza y estas mayorías en el Congreso que van a permitir sacar adelante reformas estructurales. Yo sencillamente creo que Argentina es una nación que tiene dos grandes riquezas, es un país absolutamente rico en recursos naturales y tiene ahora esta alternativa de Vaca Muerta que va a ser muy importante para su seguridad económica y su seguridad energética. Yo creo que Argentina no se puede privar de utilizar ninguno de sus recursos, tiene que sacar adelante toda la oportunidad de hidrocarburos que pueda, pero al mismo tiempo también tiene esa gran potencia de tener ese bosque primario que es precioso y que puede ser una fuente importante de recursos a partir de su conservación. También tiene recursos minerales y hay una riqueza en este suelo que permite que la agricultura brote con niveles de productividad por hectárea que son maravillosos. Entonces, yo no creo que uno tenga que estar a favor de una fuente y en contra de otra fuente.
–Pero, ¿tiene una mirada sobre la política ambiental de Milei?
–Yo creo que se podría hacer mucha más proactividad entendiendo que eso también es un motor de desarrollo económico, pero también entiendo las prioridades. No es lo mismo sentarse a dirigir un Estado que viene de 250% de inflación… tenían que hacer una cirugía de corazón abierto para estabilizar las finanzas públicas. Entonces, mucha gente pregunta “¿y por qué no han hecho esto y por qué no han hecho eso y lo otro?”. Bueno, es que aquí hay una prioridad y un plan que lleva dos años ejecutándose y que está mostrando que es muy exitoso y me parece a mí que, si la conversación se lleva desde el plano de la eficiencia, pues yo cada vez estoy viendo más empresas argentinas que en toda su línea estratégica quieren bajar emisiones para ser más productivos. Y si a eso también lo llevo a la escala de los gobiernos regionales y subnacionales de la Argentina. Entonces no se trata solamente de qué piensa el Gobierno nacional.
–Saliendo de la Argentina, quería preguntarle su lectura del despliegue de Estados Unidos contra el narcotráfico en el Caribe, que ahora también se trasladó hasta el Pacífico, más cerca de Colombia.
–Yo lo he respaldado, pero además, yo creo que están tratando de armar una tormenta en un vaso de agua. ¿Y cuál es esa tormenta? Hay gente que se indigna: que están bombardeando aviones y lanchas. Yo hago una pregunta: ¿qué pasa si un avión que no tiene autorización viola el espacio aéreo de la Argentina? Lo derriban, y más si no responde. ¿Qué pasa si una lancha rápida que no tiene autorización entra a las aguas territoriales de la Argentina? Pues también la interceptan o la atacan en cualquier lugar del mundo. Entonces, operaciones de interdicción en el mar Caribe se han hecho hace mucho tiempo entre varios países; Colombia ha participado en ellos con la campaña naval Orión. Ahora hay algo nuevo y es que Estados Unidos está poniendo más y mejores capacidades para ellos también hacer la interdicción y también ellos ejercer una capacidad ofensiva frente a la amenaza para disuadir la amenaza.
–Trump dijo hace poco que cree que los días de Maduro están contados. ¿Usted cree lo mismo? ¿Y que eso sería consecuencia de la presión de Estados Unidos?
–A mí me han atacado mucho por haber dicho eso en el año 2019. Y no me arrepiento de haberlo hecho porque yo creo que hay que mandarle siempre esos mensajes de determinación. Pero hay una diferencia. Estados Unidos como nunca antes ha utilizado su capacidad judicial y su capacidad ofensiva contra el narcotráfico partiendo la base que es histórico, que se haya declarado el Cartel de los Soles como grupo narcoterrorista, lo mismo el Tren de Aragua, y que haya sido declarado Nicolás Maduro como el cabecilla principal de ese grupo narcoterrorista. Entonces son dos avances importantes. El despliegue en el Caribe es otro avance importante y también el mensaje que envía el presidente Trump es muy importante porque nunca lo he visto referirse en esos términos tan contundentes. Creo que si hay una determinación, eso va a ser muy importante para la seguridad hemisférica, para la democracia en América Latina y para que regrese la estabilidad y la esperanza del pueblo de Venezuela.
–¿Se imagina un ataque en territorio como Trump ha dado a entender en algunas oportunidades?
–¿Si me imagino? Yo siempre he dicho que ya con las tecnologías y las capacidades de hoy, esas ideas que podíamos tener de otras épocas de las invasiones ya pasan a un segundo plano. Yo creo que hoy es más importante la precisión, la presión y la extracción.
–Hablando de Estados Unidos, en septiembre anunció la desertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico. ¿Cree que efectivamente van a cortar esa asistencia económica y qué consecuencia puede tener?
–Yo creo que hay que evitar que los castigos sean colectivos,porque tanto el pueblo colombiano como las fuerzas militares de Colombia siempre han sido aliadas de los Estados Unidos. Colombia produce más del 70% de la cocaína del mundo y Estados Unidos es el principal mercado de consumo. Entonces, por eso la lucha tiene que ser de las dos naciones y tiene que ser bajo el principio de la corresponsabilidad. La demanda no ha bajado los últimos 10 años, por el contrario, ha tenido años de picos y la oferta también ha aumentado por decisiones que han sido equivocadas. Hoy vemos el desmonte del grupo de erradicación, la santificación de la hoja de coca, que es lo que Petro buscaba en todo el mundo, y por otro lado las interdicciones como porcentaje o las incautaciones como porcentaje de la producción potencial están en los niveles históricos más bajos. Todo eso y más hace que Colombia haya perdido credibilidad y haya sido descertificada, pero tenemos la ilusión que una vez pasemos esta horrible noche del gobierno Petro, podamos volver a tener una agenda compartida, estructurada y determinada entre Colombia y Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico.
–¿Cree que el tema del narcotráfico fue el motivo del giro a la izquierda después de su gobierno? ¿O a qué lo atribuye?
–No, yo creo que, número uno, la izquierda no es un fenómeno nuevo en Colombia. Venía creciendo desde el año 2003 o 2002, y ellos aprovecharon el discurso incendiario, la demagogia, la polarización para construir un camino de ascenso al poder y desafortunadamente en el año 2022, pues Gustavo Petro en segunda vuelta se enfrentó con un candidato [Rodolfo Hernández] que no quería ser presidente, que prácticamente regaló la presidencia. Ahora, yo creo que el país está en este momento en un modo de construir una gran coalición. Yo espero que esa coalición sea lo suficientemente plural, fuerte, bien estructurado y con un gran equipo para pasar esta horrible noche.
–¿Qué deja el primer gobierno de izquierda de Colombia?
–Yo creo que este es el primer gobierno neocomunista,pero no de izquierda. Colombia ha tenido gobiernos que han tenido un gran enfoque social y llamémoslo socialdemócrata.
–Entonces, reformulo: ¿qué Colombia dejará Petro?
–Él ideologizó todo, destruyó la tecnocracia, destruyó la gerencia pública, acabó con el sector energético, acabó con el sector salud, puso en riesgo las relaciones internacionales, puso en riesgo la seguridad y fuera de eso terminó Colombia convertido en un país paria por agredir a naciones con las cuales nosotros teníamos vínculos históricos. Lo que hizo fue fracturar las relaciones. Entonces, yo creo que es un desastre absoluto, totalmente motivado por el síndrome de Nerón, que es ser el pirómano en jefe del estado y no una persona que teje consensos en democracia.
–Hablando de las elecciones de 2026, se levantó la veda a las a las encuestas y conocimos los primeros números. En un sondeo, el 70% de los encuestados decían no sentirse seducidos por ningún precandidato del Centro Democrático. ¿Cómo ve a su formación en este momento?
–Yo suelo nunca pelear con las encuestas, pero hay unas encuestadoras que se han caracterizado en la historia reciente por jugar más a ser horóscopos electorales que por realmente de tener mediciones precisas. Yo creo que estamos en un momento todavía muy prematuro. Y lo digo basado también en mi propia experiencia. En diciembre del 2017, yo estaba en el 4-5%. Y después en cuando empezó el año 2018 y gané la consulta en marzo, salí catapultado y gané la elección. Lo que sí espero es que haya sobre todo desde el centro hasta el centro derecha y los independientes el deseo de entender que aquí hay un tema existencial para nuestra democracia, que esto no se trata de ser anti-Petro, sino que tiene que ser es pro-democracia.
–¿Se imagina a De la Espriella como parte de esa gran coalición?
–Yo espero que sí. Ha hecho una gran campaña. Y hay otros candidatos, como Juan Carlos Pinzón, que están empezando también a a coger tracción. Ojalá haya el espacio donde no caigamos en uno de los grandes males de la centro de derecha latinoamericana o de los defensores de la democracia, que es el narcisismo de las pequeñas diferencias, porque lo que pasa muchas veces con en la izquierda latinoamericana es que se odian todos, pero una pequeña coincidencia los unifica monolíticamente y del otro lado una pequeña diferencia genera unos abismos que son irreconciliables.
–En el caso de De la Espriella, él habla de los casos Milei y Bukele como modelos. ¿Cree que estos gobiernos van a tener influencia en el electorado?
–Uno tiene que saber reconocer las cosas que están funcionando. Es que, por ejemplo, el tema del presidente Milei, yo creo que hay cosas que hay que reconocerle. Hay una gran coherencia. Hizo una cirugía y le ha funcionado su cirugía. Todavía falta que la cirugía termine porque había una reducción sustancial de la inflación, pero pues todavía son niveles de dos dígitos y llevar la inflación a un dígito anual, todavía hay que hacer un esfuerzo adicional, pero ha sido impresionante. La reducción del tamaño del Estado también ha sido importante. Entonces, hay cosas de ese modelo que buena hora han llegado y que nos tiene que llevar a todos a la reflexión. También con Nayib Bukele. Uno puede también tener discusiones sobre métodos, pero al margen de eso El Salvador era un país que estaba en una guerra no declarada con una de las tasas de homicidio más altas del mundo y encontró un mecanismo de solución y hoy puede tener una de las tasas de homicidio más bajas de todo este hemisferio. Lo que es importante en los dos modelos más allá del éxito transitorio es cómo van a ser sostenibles en el tiempo. Es decir, ¿las reformas que hace Milei, las reformas que hace Bukele, están diseñadas para sobrevivir su presencia política? Yo creo que eso todavía está por verse. Pero creo que hay elementos ahí que han inspirado a muchas personas en América Latina.
La entrada Iván Duque: su defensa a los ataques antinarco de EE.UU., el futuro de Maduro y dudas sobre los “modelos” de Milei y Bukele se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.