La nueva arma comercial de China con la que busca derrotar a Estados Unidos en su propio juego

2

WASHINGTON.- En los últimos tres años, Estados Unidos se ha adjudicado amplios poderes para imponer normas globales que prohíben que empresas de cualquier parte del mundo le vendan a China chips informáticos de vanguardia o las maquinarias necesarias para su fabricación. El gobierno norteamericano ha argumentado que esta estrategia es necesaria para evitar que China se imponga en la carrera por la inteligencia artificial avanzada.

Sin embargo, el amplio conjunto de restricciones anunciadas por Pekín la semana pasada ha demostrado que China también puede jugar al mismo juego.

Con el anuncio de nuevas normas que restringen el flujo de minerales críticos necesarios para la fabricación de todo tipo de productos—desde chips informáticos hasta automóviles y misiles—, el gobierno chino flexionó sus propios músculos sobre las cadenas mundiales de suministros. Esas normas, que entrarán en vigor a fines de este año, sorprendieron tanto a los gobiernos como a las empresas extranjeras, que a partir de ese momento quizás necesiten permiso de Pekín para comercializar sus productos, incluso fuera de China.

Una mina de tierras raras en IndonesiaShutterstock / OlliverQueen

Según los analistas, gracias a su dominio sobre la producción de estos minerales de tierras raras y su control de otras industrias estratégicas, China podría tener aún mayor capacidad que Estados Unidos para usar las cadenas de suministro como un arma comercial.

“Estados Unidos ahora debe afrontar el hecho de que tiene un adversario con capacidad de amenazar sectores esenciales de su economía”, señala Henry Farrell, politólogo de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. Según Farrell, Estados Unidos y China claramente se encuentran “en una fase de interdependencia mutua mucho más delicada que antes”.

“China no solo encontró la manera de copiar el juego de Estados Unidos, sino que en cierto sentido está aprendiendo a jugarlo mejor que Estados Unidos”, apunta Farrell.

Las medidas anunciadas por Pekín han reavivado la tensión comercial entre las dos economías más grandes del mundo: ahora el presidente Donald Trump amenaza con imponerles a partir del 1 de noviembre un impuesto adicional del 100% a los ya elevadísimos aranceles a las importaciones chinas a menos que Pekín dé marcha atrás con sus nuevas restricciones.

Donald Trump y Xi Jinping en una cumbre en Osaka, Japón, en junio de 2019.Susan Walsh – AP

El tipo de restricciones a las cadenas de suministros que ahora está implementando China ingresaron en el tablero de juego en 2020, cuando Washington desempolvó una ignota disposición conocida como “normativa sobre productos extranjeros directos” (FDPR, por su sigla en inglés) para atacar al gigante tecnológico chino Huawei, al que el gobierno de Estados Unidos consideraba como una amenaza para la seguridad nacional.

Pero en lugar de restringir las exportaciones de tecnología norteamericana exclusivamente a Huawei, Washington estipuló que ninguna empresa del mundo podía enviar un producto a Huawei si contenía piezas de fabricación norteamericana o estaba fabricado con equipos o software norteamericanos.

Dado el papel clave de Estados Unidos en la industria mundial de fabricación de chips, esa normativa básicamente abarca toda la tecnología de avanzada, un ejercicio amplio del poderío económico norteamericano que durante el gobierno de Joe Biden se convirtió en la base de una serie de normas tecnológicas globales. Aunque a los gobiernos extranjeros les molestó que Washington les dijera lo que tenían que hacer, muchos cooperaron por temor a quedarse sin acceso a la tecnología norteamericana.

Ahora la pregunta es si las nuevas restricciones de China convencerán al gobierno de Trump de que retroceda con sus aranceles o con sus restricciones tecnológicas de larga data, o si el gobierno chino será el primero en ceder ante la presión.

Una mina de tierras raras en la ladera de una montaña en Pangwa, Kachin, Myanmar.

Las nuevas restricciones chinas que podrían paralizar a amplios sectores de la industria norteamericana agarraron desprevenida a la Casa Blanca. El viernes, además de la amenaza del arancel extra del 100%, Trump también amenazó con cancelar su reunión prevista con Xi Jinping, el mandatario chino. Tras el desplome de los mercados bursátiles, el domingo Trump publicó en las redes sociales: “¡No se preocupen por China, todo va a estar bien!”.

El martes, Trump le echó leña al fuego diciendo ante un grupo de periodistas y el presidente Javier Milei que Xi “se irrita porque a China le gusta aprovecharse de la gente y no pueden aprovecharse de nosotros”. Esa tarde, Trump escribió en redes sociales que Estados Unidos estaba considerando suspender las importaciones de aceite de cocina de China, así como otros intercambios comerciales.

El miércoles, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y Jamieson Greer, representante comercial de Estados Unidos, describieron el sistema de licencias chino como una apropiación de poder global y aseguraron que si China seguía adelante, Estados Unidos estaba dispuesto a imponerle aranceles adicionales. “Esperamos que esto nunca entre en vigor”, dijo Greer sobre las restricciones chinas.

El gobierno de Pekín viene criticando desde hace mucho tiempo la aplicación extraterritorial de medidas económicas que hace Estados Unidos e insisten en que Pekín actúa con coherencia frente a las renovadas amenazas de Washington.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent Alex Brandon – AP

“Por un lado Estados Unidos habla de compromiso y por el otro recurre a amenazas e intimidación, imponiendo aranceles elevados e introduciendo nuevas restricciones”, declaró el miércoles Lin Jian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. “Esa no es manera de interactuar con China”.

Jiang Tianjiao, profesor adjunto de la Universidad de Fudan, dice que los funcionarios chinos observaron los recientes esfuerzos de Estados Unidos para reactivar su propia industria de tierras raras y quieren demostrar su poder de influencia antes de la posible reunión de Trump con Xi. Los funcionarios y analistas norteamericanos aseguran que el impacto del sistema de licencias chino sería mucho más amplio que el de los controles tecnológicos de Estados Unidos, que atañen exclusivamente a los chips informáticos más avanzados.

No se sabe en qué momento el gobierno de Pekín empezó a elaborar su sistema de licencias para las tierras raras. Sin embargo, las agresivas medidas de Trump —incluidas nuevas tarifas para los buques de propiedad china que atracan en puertos estadounidenses—, le dieron a Pekín la oportunidad y la excusa para poner en práctica estas medidas.

“Al mundo lo aterra pensar hasta dónde está dispuesta a llegar China para transformar la cadena global de suministros”, señala Xiaomeng Lu, director de Eurasia Group, un grupo de investigación con sede en Washington.

Estados Unidos viene aplicando desde hace años restricciones al comercio de chips

Chris Miller, profesor de la Universidad de Tufts y autor de Chip War: The Fight for the World’s Most Critical Technology(“Guerra de chips: la lucha por la tecnología más crítica del mundo”), asegura que las consecuencias del nuevo sistema de licencias chino podrían ser “extraordinariamente amplias”, afectando a casi todos los semiconductores que se fabrican a nivel mundial.

A las empresas y gobiernos de Estados Unidos, Europa, Japón, la India, Corea del Sur y otros países también los preocupa la extensa información corporativa que requiere el gobierno chino durante el proceso de otorgamiento de licencias.

Estados Unidos y China se están apalancando en una cadena de suministro que ambos se han esforzado por impulsar a nivel interno durante años, pero mientras que China invirtió miles de millones de dólares en su industria de chips, impulsando el crecimiento de sus propios fabricantes, Estados Unidos podría tardar años en lograr relanzar la producción de tierras raras.

“Si China tarda menos en eludir las restricciones a los chips norteamericanos que Estados Unidos en eludir los controles sobre las tierras raras chinas, el que estará en graves problemas será Estados Unidos”, apunta Martin Chorzempa, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional.

Yeling Tan, profesora de la Universidad de Oxford, señala que los acontecimientos de los últimos meses colocan a China en una posición negociadora más sólida que la que tenía durante el primer gobierno de Trump. Sin embargo, “si terminan alarmando a sus otros socios comerciales, a China esos requisitos extraterritoriales podrían costarle muy caros,” agrega Tan.

“Esto amenaza con socavar la credibilidad de China como un país comercialmente confiable”, concluye Tan. “Es un equilibrio endiabladamente difícil de lograr”.

Ana Swanson y Meaghan Tobin

(Traducción de Jaime Arrambide)

Por Ana Swanson y Meaghan Tobin

La entrada La nueva arma comercial de China con la que busca derrotar a Estados Unidos en su propio juego se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.