LONDRES.- La visita oficial del presidente estadounidense Donald Trump y la primera dama Melania a Gran Bretaña quedó marcada este miércoles no solo por el protocolo diplomático en el Castillo de Windsor, sino también por la inesperada “batalla de sombreros” que protagonizaron la exmodelo eslovena y la princesa de Gales, Kate Middleton.
El encuentro con el rey Carlos III, la reina Camilla y el príncipe Guillermo estuvo acompañado de gestos de cortesía, declaraciones informales del mandatario norteamericano y un despliegue de moda que acaparó titulares en la prensa británica y estadounidense.
Melania Trump descendió del helicóptero presidencial Marine One vestida con un sobrio traje gris oscuro de Christian Dior Couture. El conjunto estaba compuesto por una chaqueta de corte militar, ajustada a la cintura, y una falda tubo con abertura lateral, acompañados de tacones negros, joyas de diamantes y una manicura blanca. Sin embargo, el elemento que captó toda la atención fue su sombrero: un modelo de ala ancha, rígido y de tono morado uva que ocultaba su mirada en casi todos los ángulos.
La elección fue interpretada como una continuación de su estilo marcado por la teatralidad desde la investidura presidencial de enero de este año, donde también había lucido un sombrero imponente.
La princesa de Gales respondió al despliegue con un abrigo cruzado color burdeos de Emilia Wickstead, complementado con un sombrero de Jane Taylor en un tono similar, que coordinaba con la corbata del príncipe Guillermo. Los analistas de moda en ambos lados del Atlántico señalaron que la coincidencia cromática entre ambas damas no parecía casual y podría reflejar un intento de equilibrar el mensaje visual en un encuentro cargado de simbolismo.
El saludo entre Kate y Melania fue cordial, en contraste con la espontaneidad de Donald Trump, que al estrechar la mano del príncipe Guillermo lo llamó “amigo” y le dio una palmada en el brazo, mientras que hacia Kate lanzó un cumplido: “Hermosa, estás preciosa”. El gesto, considerado fuera de protocolo por la prensa británica, fue uno de los momentos más comentados de la jornada.
La reina Camilla también acaparó miradas al aparecer en el último momento, tras haberse recuperado de una sinusitis que puso en duda su asistencia. Eligió un vestido-abrigo azul eléctrico de Fiona Clare Couture, acompañado de un sombrero de Philip Treacy, un conjunto que ya había lucido en Ascot el año anterior. Su presencia completó el cuadro de la familia real en la recepción oficial, antes del almuerzo ofrecido en la Casa Victoria del castillo.
Más allá de la etiqueta, el vestuario de Melania fue interpretado como un ejercicio de “diplomacia sartorial”, que comprende el uso de la vestimenta y el estilo como una herramienta para influir en la opinión pública y las relaciones internacionales.
Marian Kwei, estilista y colaboradora de Vogue, destacó que el sombrero morado, que ocultaba el rostro de la primera dama, buscaba transmitir la idea de que “toda la atención debía estar puesta en su marido y en su agenda política durante esta visita de Estado”. También subrayó que el color coincidía con la corbata del presidente, lo que leía como un gesto deliberado de apoyo a Trump.
La moda británica también tuvo un papel en la agenda de la primera dama. Al día siguiente de su llegada, Melania apareció en Londres con una prenda icónica: una gabardina color miel de Burberry, con el cuello levantado y el característico forro a cuadros visible. La pieza, considerada un emblema de la tradición textil del Reino Unido, fue interpretada como una señal de respeto hacia la cultura británica y como parte de un mensaje de conciliación. “Usar una marca nacional en un viaje de Estado es un recurso habitual de las primeras damas, que apelan a la moda como lenguaje diplomático”, explicó Vanessa Friedman, crítica de The New York Times.
Durante su última visita oficial a Londres en 2019, Melania ya había recurrido a firmas británicas, combinándolas con casas de moda europeas como Céline o Dolce & Gabbana y estadounidenses como Michael Kors. Esta vez, la elección de Dior y Burberry fue vista como una declaración de intenciones: reforzar la imagen de Europa como aliado estratégico en un momento en que la política exterior de Trump busca reafirmar lazos, pero también marcar diferencias.
Agencias ANSA y AP
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