La tensión entre las principales productoras de gas del país y el Gobierno escaló en los últimos días. Las compañías le enviaron una dura carta a los secretarios de Energía, María Tettamanti, y de Hacienda, Carlos Guberman, en la que advierten por el creciente atraso en los pagos del Estado y reclaman una deuda que, según fuentes privadas, ronda los US$250 millones. Según dijeron, esta situación “pone en riesgo los planes de inversión”.
El reclamo se realizó el viernes pasado y se canalizó a través de la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH) y de la Cámara Argentina de Energía (CADE), que nuclean a las principales empresas productoras del país. Entre ellas, YPF, TotalEnergies, Tecpetrol, Pan American Energy (PAE), Vista, Shell, Chevron, Pluspetrol y Pampa Energía.
Ambas cartas apuntan directamente contra la empresa estatal Energía Argentina (Enarsa), encargada de administrar los contratos del Plan Gas.Ar, el programa que asegura un precio mínimo por la compra de gas, que fue creado en 2020 y extendido en 2022 con el objetivo de asegurar el abastecimiento interno y sustituir importaciones.
En las cartas, las cámaras expresan “una vez más la preocupación de las empresas asociadas” por los continuos atrasos en los pagos correspondientes al gas natural entregado a Enarsa.
Según detallan, la deuda acumulada abarca las liquidaciones de abril y mayo pasados, a lo que se suman los intereses por mora y las penalidades derivadas de los incumplimientos de las cláusulas Take or Pay [tomar o pagar] previstas en los contratos. Estas establecen compensaciones en caso de que la demanda no alcance los volúmenes comprometidos por parte de la empresa compradora.
Fuentes del mercado explicaron que Enarsa tomó menos volúmenes de gas de los previstos en mayo, pero debe pagar por la totalidad contratada. Adicionalmente, se suma que en septiembre vencerá la factura de junio, donde hubo mayor consumo de gas, por lo cual la deuda podría ascender a US$450 millones en pocos días.
El reclamo no es nuevo. Las petroleras habían cursado previamente intimaciones individuales a la compañía estatal, pero aseguran que la falta de respuesta y la magnitud de los atrasos ponen en riesgo la hoja de ruta de inversiones comprometida en el marco del plan.
“La reiteración de estas faltas impacta severa y negativamente en el flujo de fondos previsto en las inversiones de nuestros asociados”, señala la carta, que lleva la firma del presidente de la cámara.
El Plan Gas.Ar fue concebido como una herramienta clave para garantizar la producción local de gas, con el fin de evitar mayores importaciones de GNL y asegurar precios competitivos. La condición indispensable, remarcan las empresas, es el estricto cumplimiento de las obligaciones de pago en tiempo y forma.
En la carta a Tettamanti, los productores advierten que sin esa previsibilidad financiera resulta imposible sostener el nivel de inyección de gas natural comprometido en los contratos. Dicho de otro modo: si la deuda persiste, podrían resentirse tanto las inversiones en marcha como la capacidad de entregar el volumen de gas acordado para abastecer el sistema energético.
“Cumplir con los plazos establecidos constituye una condición esencial para alcanzar los niveles de inyección y entrega de gas natural originalmente comprometidos”, dijeron.
Entre los miembros de las cámaras se encuentran las principales productoras de gas del país, tanto compañías internacionales como locales, que en conjunto representan la mayor parte de la oferta en cuencas como la Neuquina, donde se concentra Vaca Muerta.
El hecho de que la nota haya sido enviada de manera colectiva busca reforzar la presión sobre el Gobierno en un contexto en el que la Secretaría de Energía intenta sostener el delicado equilibrio entre los compromisos fiscales y la necesidad de garantizar el abastecimiento energético para el invierno.
Aunque el tono de la carta se mantiene dentro de la formalidad, la advertencia es clara: si no se regulariza la deuda en breve, la capacidad de sostener el nivel de inversiones y de producción podría verse seriamente comprometida.
La “rebelión” de las petroleras no solo expone una deuda millonaria, sino que también tensiona la relación con un sector que en los últimos años se volvió clave para reducir importaciones energéticas y mejorar la balanza comercial.