WASHINGTON.-El presidente de Estados Unidos,Donald Trump, aseguró el lunes que espera que su reunión con el mandatario ruso Vladimir Putin, prevista para el viernes en Alaska, sea “constructiva” y permita “explorar opciones” para reducir tensiones. Por su parte, el homólogo ucraniano, Volodimir Zelensky, descartó este martes cualquier retirada de las fuerzas de Kiev en Donbass para poner fin a la guerra con Rusia. El encuentro se llevará a cabo en medio de una ofensiva diplomática europea sin precedentes para que Washington no comprometa los intereses estratégicos y de seguridad de Ucrania.
“No nos retiraremos de Donbass”, que engloba las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, declaró el presidente ucraniano a la prensa. Éste considera que si este territorio cayera bajo control de Moscú, serviría luego para que el Kremlin lanzara una “futura ofensiva” contra otros sectores de Ucrania.
Según el propio Trump, la cita en Alaska servirá para sondear el terreno y abrir un canal más directo de diálogo con Moscú. Incluso elogió a Putin por ser “muy respetuoso” y aceptar viajar a suelo estadounidense, un gesto que, para la Casa Blanca, supone una oportunidad de reposicionar el papel de Estados Unidos como mediador global.
Pero las palabras del republicano encendieron todas las alarmas en Kiev y en las principales capitales europeas. El motivo: insinuó que un eventual acuerdo de paz podría incluir intercambios territoriales entre Rusia y Ucrania, algo que la Constitución ucraniana prohíbe expresamente y que, para la mayoría de la población, resulta moralmente inaceptable después de más de tres años de guerra a gran escala. Esta posibilidad no solo contradice la postura oficial de Kiev, sino que también amenaza con dividir el frente occidental que hasta ahora mantuvo una política de apoyo militar y financiero a Ucrania.
Trump, que rompió con la estrategia de apoyo incondicional de su predecesor Joe Biden, subrayó que la reunión con Putin -la primera en persona desde 2019- podría allanar el camino para una futura cumbre que incluya al presidente ucraniano Volodimir Zelensky. “La próxima reunión será con Zelensky y Putin, o Zelensky y Putin conmigo. Estaré allí si me necesitan”, dijo, dejando abierta la puerta a una mediación directa. Luego fue más allá y sugirió que podría incluso desvincularse del conflicto: “Quizás les diga ‘buena suerte, sigan luchando’ o quizás diga ‘podemos llegar a un acuerdo’”.
En un tono que generó fuerte rechazo en Kiev, Trump criticó la posición de Zelensky sobre la necesidad de cumplir la Constitución para cualquier cesión territorial. “Me molestó un poco que Zelensky dijera: ‘Tengo que obtener la aprobación constitucional’. O sea, consiguió la aprobación para entrar en guerra y matar a todo el mundo, pero necesita una autorización para intercambiar territorio”, ironizó. El mandatario estadounidense insistió en que “habrá algunos intercambios de territorios”, reconociendo que implicarían “cosas malas para ambos” lados.
Mañana, líderes de la Unión Europea (UE), representantes de Ucrania y la OTAN celebrarán una videoconferencia urgente para intentar influir en la postura de Washington antes de la cumbre de Alaska.
Según Alemania, la reunión se centrará en posibles “acciones adicionales” para “ejercer presión sobre Rusia”, pero también en la “preparación para posibles negociaciones de paz” y en temas “relacionados con las reivindicaciones territoriales y las garantías de seguridad”.
En un comunicado conjunto -del que Hungría se desmarcó- recordaron que “una paz justa y duradera” debe respetar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, y que cualquier negociación significativa solo puede tener lugar con un alto el fuego o una reducción clara de las hostilidades. “Compartimos la convicción de que una solución diplomática debe proteger los intereses vitales de seguridad de Ucrania y Europa”, afirmaron.
En Kiev, la respuesta de Zelensky fue contundente: “Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante”. El presidente recordó que la ley fundamental del país prohíbe modificar las fronteras sin la aprobación de un referéndum nacional, y advirtió que recompensar a Moscú por su agresión sería no solo inmoral, sino también irracional, pues alentaría a Rusia y a otros actores internacionales a repetir estrategias de conquista territorial. “Rusia se niega a detener las matanzas y, por lo tanto, no debería recibir ninguna recompensa ni beneficio. Y esta no es solo una postura moral, sino racional”, afirmó en redes sociales.
Zelensky dio las gracias a los líderes europeos por su apoyo y pidió más presión diplomática y económica sobre Moscú mientras “continúen la guerra y la ocupación”.
“Vemos que el ejército ruso no se está preparando para terminar la guerra”, afirmó el mandatario en Telegram. “Por el contrario, están realizando movimientos que indican preparativos para nuevas operaciones ofensivas. En estas condiciones, es importante que nada amenace la unidad global”.
Mykhailo Podolyak, asesor jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, advirtió que cualquier acuerdo que no contemple la derrota estratégica de Rusia supondría aceptar un alto el fuego en términos del Kremlin, lo que socavaría el derecho internacional y enviaría una señal peligrosa a otros regímenes autoritarios. “El objetivo final de Putin es eliminar a Ucrania como Estado soberano, desmantelando su ejército, su política exterior y su derecho a la autodeterminación”, dijo Podolyak.
En Bruselas, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, lanzó un mensaje claro a Trump: “La estabilidad de Europa está directamente ligada a la supervivencia de Ucrania como Estado soberano”.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que cualquier debilitamiento del apoyo occidental sería interpretado por Moscú como una luz verde para intensificar la ofensiva. Varios líderes coincidieron en que la próxima década de seguridad europea podría definirse en la negociación de Alaska. Para la UE, la línea roja es inamovible: “El camino hacia la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania”.
Putin también intensificó sus gestiones diplomáticas. En apenas tres días mantuvo conversaciones con nueve líderes internacionales, incluidos el presidente chino Xi Jinping, el primer ministro indio Narendra Modi y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Para los observadores, este esfuerzo busca llegar a Alaska con una posición fortalecida, tanto en el frente militar como en el político.
Rusia controla cerca de una quinta parte del territorio ucraniano, incluyendo Crimea, gran parte de Lugansk y Donetsk, zonas estratégicas en Kherson y Zaporiyia -donde se ubica la mayor central nuclear de Europa-, además de pequeños enclaves en Kharkiv y Sumy. Moscú avanza también en Dnipropetrovsk, mientras que Ucrania mantiene una presencia limitada en la región rusa de Kursk.
El Institute for the Study of War advirtió que la pérdida de Donetsk permitiría a Rusia mejorar enormemente su capacidad ofensiva, eliminando el “cinturón defensivo” que Ucrania ha mantenido desde 2014.
En Donetsk, la situación se deteriora rápidamente: las fuerzas rusas están a punto de tomar Pokrovsk, una ciudad clave para las líneas de suministro ucranianas. Analistas del grupo Black Bird prevén que las próximas 48 horas podrían ser decisivas. Si la ciudad cae antes de la cumbre, el Kremlin llegaría a Alaska con una ventaja militar simbólica y estratégica. El alto mando ucraniano reconoció que la situación es “difícil, desagradable y dinámica”, pero aseguró que las unidades rusas que intenten infiltrarse “enfrentarán una muerte inevitable”.
Putin a punto de hacerse con territorios clave antes de la cumbre del viernes, podría utilizar esta carta para lograr algún tipo de ventaja en una negociación de paz.
Agencias AFP, AP y Reuters
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