Vivir sobre ruedas dejó de ser una fantasía de película para convertirse en una alternativa real para quienes buscan escapar del alquiler o moverse con libertad. Las casas rodantes, ya sean pequeñas y funcionales o grandes y completamente equipadas, ganan cada vez más protagonismo como solución de vivienda temporaria, vehículo de ocio o incluso como estilo de vida. Sin embargo, antes de lanzarse a la ruta, hay una pregunta clave que conviene responder: ¿qué tipo de auto se necesita para poder remolcar una casa rodante de forma segura y legal?
En la Argentina, la legislación vigente –regulada por la Ley Nacional de Tránsito 24.449– establece que no todos los vehículos pueden tirar un remolque, y que la posibilidad de hacerlo dependerá del peso total del conjunto, de las características del tráiler y del tipo de frenos que incorpore.
Para poder circular en regla, es fundamental verificar qué capacidad de remolque admite el fabricante del vehículo, contar con un enganche trasero certificado y, en algunos casos, tener una licencia de conducir de categoría especial.
El primer punto a tener en cuenta es el peso de la casa rodante. La normativa distingue dos grandes grupos: los remolques livianos, que pesan hasta 750 kilos y no tienen freno propio, y los remolques medianos o pesados, que superan ese peso y requieren freno independiente, ya sea inercial o eléctrico.
En el primer caso, el remolque puede ser arrastrado por vehículos medianos o SUV compactos con motores de al menos 1.6 litros, siempre que cuenten con enganche homologado. Modelos como Renault Duster, Chevrolet Tracker o incluso sedanes como el Toyota Corolla pueden cumplir con esa función si el peso de la casilla es reducido y se mantiene dentro de los límites permitidos. Este tipo de casas rodantes suelen ser del tipo teardrop o con diseño básico, sin baño ni grandes comodidades, pensadas para escapadas cortas o uso recreativo.
En cambio, para remolcar casas rodantes más grandes –aquellas que incluyen baño, cocina, mobiliario fijo y depósitos de agua– es imprescindible contar con vehículos más robustos y con mayor potencia. Las pick-ups medianas como la Toyota Hilux, la Ford Ranger o la Volkswagen Amarok están preparadas para este tipo de tarea, ya que combinan motores potentes con chasis reforzados y homologaciones específicas para remolque.
También entran en esta categoría las SUV de gran tamaño, como la Toyota SW4 o la Chevrolet Trailblazer, y algunos vehículos utilitarios como la Renault Master o la Mercedes-Benz Sprinter. En todos los casos, si el remolque supera los 750 kilos y tiene freno propio, se requiere una licencia de conducir categoría B2.
Por otro lado, es importante aclarar qué tipos de vehículos no son aptos para esta actividad. En general, los autos compactos como el Fiat Uno, el Chevrolet Onix, el Renault Kwid o el VW Gol no están diseñados para remolcar casas rodantes. Ya sea por su estructura liviana, su potencia limitada o la falta de homologación para arrastre, no cumplen con los requisitos mínimos de seguridad ni mecánica. Aunque algunos modelos puedan incorporar un gancho trasero, su uso para tirar una casilla puede representar un riesgo tanto para quienes viajan como para terceros.
Además del tipo de vehículo, hay otros aspectos técnicos y legales que deben considerarse antes de salir a la ruta. El enganche trasero debe estar certificado e instalado por un profesional habilitado, y tanto el auto como la casa rodante deben tener sus respectivas cédulas verdes, patentes visibles y seguros actualizados.
En caso de que la casa rodante tenga freno propio, este debe estar en perfecto estado y correctamente conectado. También es obligatorio respetar los límites de velocidad para vehículos con remolque: en rutas nacionales, la máxima permitida es de 80 km/h. Por otro lado, el largo total del conjunto (vehículo + casa rodante) no debe superar los 22 metros.
En los últimos años, algunos fabricantes nacionales de casas rodantes comenzaron a diseñar modelos más livianos pensados para vehículos de menor porte, lo que amplía las posibilidades para quienes ya tienen un auto mediano y no desean invertir en una pick-up. Sin embargo, aún en estos casos, es fundamental no improvisar: antes de comprar o alquilar una casa rodante, es recomendable consultar el manual del vehículo y asegurarse de que el conjunto esté dentro de los parámetros permitidos.
Tirar una casa rodante no es solo una cuestión de engancharla y avanzar: implica conocer el marco normativo, evaluar el equipamiento del vehículo y tomar recaudos técnicos que garanticen una experiencia segura. Para quienes están dispuestos a cumplir con esas condiciones, la vida en movimiento puede comenzar sin sobresaltos, con el respaldo de una decisión bien fundamentada y, sobre todo, en regla.