La ofensiva israelí contra Irán plantea un dilema para Occidente, que apuesta a una solución diplomática

1


PARÍS.– “Los próximos días serán extremadamente peligrosos, hemos entrado en una nueva fase de la guerra en la región de Medio Oriente”. Con esa frase, Emmanuel Macron resumió el viernes el sentimiento de las cancillerías europeas tras los ataques israelíes contra objetivos militares y nucleares en Irán. Sumadas al contraataque de Irán, una vez más, el mundo retiene el aliento ante la posibilidad de una brutal conflagración.

Aunque el presidente francés subrayó que su país no participó en las acciones ofensivas contra Teherán, justificó la alarma sobre el programa nuclear iraní y precisó que París brindará apoyo a Israel, como ya ocurrió en el pasado cuando los cazas franceses con base en Jordania intervinieron para apoyar la defensa israelí. “Francia está lista para ayudar y defender a Israel”, agregó evocando la represalia de Teherán.

El jefe del Estado francés, que en las últimas semanas fue uno de los líderes más críticos del gobierno israelí por la ofensiva en Gaza, reiteró el derecho de Israel a “defenderse”, pidiendo sin embargo que esto ocurra “con la máxima moderación”. Por la noche, después de mantener numerosos contactos con líderes de Medio Oriente y occidentales, Macron lanzó un llamado a la “reanudación de los esfuerzos diplomáticos”. Una invitación que no ocultó, sin embargo, una dura crítica al programa nuclear iraní, que ya ha llegado —según dijo— “a una fase crítica”.

Un rescatista intenta retirar escombros de edificios dañados durante un ataque israelí en TeheránSha Dati – XinHua

“Teherán ha continuado enriqueciendo uranio sin ninguna justificación civil”, violando sistemáticamente sus compromisos internacionales, precisó. “Un camino que representa una amenaza directa para la región y para Europa”.

También el canciller alemán Friedrich Merz expresó su apoyo al derecho de Israel a la defensa, invitando a todas las partes “a la máxima prudencia para evitar una escalada adicional”. La misma preocupación fue compartida por el primer ministro británico Keir Starmer, quien el viernes por la mañana habló por teléfono con Macron y Merz. Los tres líderes insistieron en la necesidad de una solución política: “Evitar una escalada adicional es ahora fundamental para la estabilidad de Medio Oriente”.

Pocas horas antes del ataque israelí, Francia, Alemania y Reino Unido —en el formato E3— habían promovido, junto con Estados Unidos, una resolución del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que condenó a Irán por su “incumplimiento” de las obligaciones nucleares.

Para el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, se trató solo de la confirmación internacional de lo que el Estado judío denuncia desde hace tiempo. Pero ahora el riesgo es el de una escalada regional. Macron —que habló por teléfono con Netanyahu— indicó una tregua en Gaza como “prioridad absoluta”, junto con la necesidad de involucrar plenamente a los socios europeos en las negociaciones iniciadas por Estados Unidos con Teherán.

Palestinos evacuados de Khabalia, en el norte de la Franja de Gaza, llegan a la Ciudad de Gaza (Archiv)Rizek Abdeljawad – XinHua

Un llamado también compartido por las instituciones europeas, aunque probablemente inútil, ya que todo parece indicar que el primer ministro israelí está decidido a seguir adelante con sus planes sin consultar con nadie.

“Europa insta a todas las partes a mostrar la máxima moderación y a abstenerse de represalias”, dijo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. “La diplomacia sigue siendo el mejor camino a seguir”, declaró a su vez la alta representante de la Unión Europea (UE) para la política exterior, Kaja Kallas.

La UE, en 2015, fue una de las protagonistas del acuerdo nuclear (JCPOA) con Irán, luego roto por Donald Trump durante su primer mandato. “No hemos abandonado esta lucha”, remarcó un vocero de la Comisión Europea.

Rusia, que normalmente mantiene buenas relaciones con Israel, marcó claramente su diferencia, calificando los ataques como “absolutamente inaceptables”. Los lazos entre ambos Estados se degradaron poco a poco cuando Moscú comenzó a acercarse a Teherán, país que lo provee de drones para su guerra contra Ucrania. No sin cierto cinismo, el Kremlin denunció “ataques militares no provocados contra un Estado miembro soberano de la ONU (…), ciudades pacíficas e instalaciones nucleares y energéticas”.

China también expresó su diferencia, declarándose “opuesta a la violación de la soberanía iraní, así como de su seguridad e integridad territorial”. Pekín se dijo dispuesto a “jugar un papel para apaciguar las tensiones”, mientras que el otro gigante demográfico, India, invitado al próximo G7 que comienza el domingo en Canadá, ha exhortado a utilizar “los canales que existen para el diálogo y la diplomacia”.

Fuertes daños tras un ataque iraní, cerca de Tel Aviv Agencia AFP – AFP

Por su parte, los ricos estados petroleros del Golfo condenaron, sin sorpresa, con gran vehemencia los ataques. Omán, mediador en las discusiones entre Washington y Teherán sobre el programa nuclear iraní, fue el primero en reaccionar para condenar una “escalada peligrosa”. Arabia Saudita, durante mucho tiempo rival de Irán, denunció, con un tono mordaz, “agresiones israelíes flagrantes” contra “la República Islámica hermana”, criticando “una violación flagrante de las leyes y normas internacionales”. Qatar, a través de la voz de su primer ministro, denunció una “acción absurda” que “destruye las perspectivas de paz”. El Ministerio de Relaciones Exteriores turco, por su parte, pidió a Israel que “ponga fin inmediatamente a sus acciones agresivas” que “podrían provocar nuevos conflictos”.

Tampoco es cómoda la situación de Donald Trump, absolutamente opuesto a un ataque israelí contra Irán dos días antes de realizarse en Mascate el sexto ciclo de negociaciones lideradas por el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, sobre la actividad nuclear iraní.

Si el presidente estadounidense saluda hoy una “excelente” operación israelí, “se trata, sin embargo, del mayor desaire sufrido por Donald Trump en Medio Oriente desde su regreso a la Casa Blanca”, afirma Kevan Gafaïti, especialista en Irán e investigador en Relaciones Internacionales en la Universidad Paris-Panthéon-Assas. “Un acuerdo con los iraníes es el mayor logro que Donald Trump buscaba obtener en la región”, agrega.

La reacción del secretario de Estado Marco Rubio, tras los ataques, fue bastante reveladora en ese sentido. El jefe de la diplomacia estadounidense mencionó rápidamente “una acción unilateral” de Israel contra Irán, y recordó que Estados Unidos no estaba “implicado” en estos ataques.

Donald Trump saluda al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca (Archivo)SAUL LOEB – AFP

“Israel se ha emancipado de Donald Trump y de las autorizaciones estadounidenses para intervenir en la región”, analiza Sylvain Gaillaud, investigador en Historia Contemporánea en la Universidad Paris Panthéon-Sorbonne.

“Es un revés en la relación con Israel. La voz estadounidense pesa de manera relativa”, subraya. Aunque señala que “Israel difícilmente puede hacer este tipo de cosas sin que Estados Unidos esté al tanto”.

Los ataques israelíes contra la República Islámica que comenzaron en la noche del viernes 13 de junio marcan, en todo caso, el inicio de una ofensiva que se quiere decisiva, después de la liquidación militar de Hamas en Gaza, del Hezbollah en el Líbano y del régimen de Bashar al-Assad en Siria. Su eventualidad había aumentado bruscamente dos días antes, cuando el personal diplomático estadounidense “no esencial” fue evacuado de los países vecinos, por temor a posibles ataques de represalia de Teherán.

Sin embargo, las conversaciones sobre la cuestión nuclear habían comenzado el 12 de abril por medio del sultanato de Omán entre el equipo de Donald Trump y el gobierno de los ayatollahs y circulaban múltiples escenarios sobre la reintegración prevista de un Irán “domado” en la comunidad internacional.

El brusco deterioro de la situación, el ataque particularmente eficaz contra dirigentes militares, científicos especialistas en energía nuclear y bases aéreas, eleva el enfrentamiento israelí-iraní a un nivel nunca visto antes. Para numerosos especialistas, se ha desencadenado una espiral que debería conducir ya sea a concesiones iraníes bajo presión, ya sea a una guerra que podría incendiar la región, si no el planeta, completando la conmoción mundial que inauguró la razzia pogromista de Hamas el 7 de octubre de 2023.

Manifestantes pro-palestinos reclaman el fin de la guerra durante una protesta en Londres (Archivo)HENRY NICHOLLS – AFP

La precipitación de los acontecimientos se sitúa, sin embargo, en la intersección de varias perspectivas. La primera de ellas es propiamente israelí. “La continuación de la ofensiva en Gaza deseada por Netanyahu, que ha causado más de 50.000 muertos y la devastación completa del territorio, creando allí una situación apocalíptica, ya no tiene racionalidad militar, dado que Hamas es ahora incapaz de infligir golpes significativos al Estado hebreo”, analiza Gilles Keppel, especialista en Medio Oriente.

Según Keppel, la causa principal de esa continuación es política y está directamente relacionada con la supervivencia del primer ministro, “quien se ha embarcado en una estrategia para salvar su puesto y así evitar responder a la cuestión de sus responsabilidades por no haber sabido detectar y evitar las masacres de 1210 personas y el secuestro de otras 250 llevadas a cabo por Yahya Sinwar en territorio israelí”.

Esta política, que ha alcanzado un punto de no retorno, suscita reacciones hostiles en todo el planeta, en una parte significativa de la comunidad judía y en el propio Israel, donde ahora se la califica de “genocida” en las columnas mismas del diario Haaretz. Todo lo contrario había sucedido con la liquidación del Hezbollah, y luego con la del régimen de al-Assad, que contó con un amplio consenso, incluso, en el mundo árabe.

“La ofensiva lanzada contra Irán este viernes 13 de junio prolonga la aniquilación de Gaza, que se ha convertido en una carga política para Netanyahu”, precisa Keppel.

El presidente iraní, Masoud Pezeshkian (Archivo)– – Iranian Presidency

Pero el riesgo asumido por el primer ministro en este último caso es de otra magnitud: la caída del régimen de los ayatollahs —consecuencia inevitable de su incapacidad para disponer del arma nuclear—, no suscitaría muchas más reprobaciones de orden moral o humanitario en todo el mundo que el fin de al-Assad. Sin embargo, Irán, aunque devastado por la ineptitud y la corrupción, y donde los ideales islamistas son tan poco populares como los del comunismo en la URSS moribunda, sigue disponiendo de una gran capacidad de daño, aunque sea solo en su entorno inmediato, la región del golfo Pérsico y la península arábiga, rica y a la vez frágil productora y exportadora principal de los hidrocarburos que hacen funcionar el planeta y poseedora de las principales liquideces financieras que abundan en la economía mundial.

En las horas que siguieron a la ofensiva, el aumento de los precios del crudo alcanzó un pico del 12 % en los mercados asiáticos, y alrededor del 5 % en el mundo al final del viernes, mientras el planeta esperaba la reacción de Teherán. Este sábado, Israel anunció haber atacado una refinería de gas iraní y amenazó con ampliar su acción contra las infraestructuras energéticas del país. Ese tipo de operaciones, no solo fragilizaría en forma dramática la maltrecha economía iraní, sino que pondría aun más en peligro la economía mundial.

A juicio de Keppel, “el bloqueo del estrecho de Ormuz, por donde transita el 20% de los flujos mundiales de petróleo, se traduciría inmediatamente en una fuerte desestabilización de los mercados, en paralelo a las tensiones en otro eje marítimo muy cercano al mar Rojo y al canal de Suez, donde los aliados hutíes de Irán ya han demostrado abundantemente sus capacidades de perturbación y piratería”.