En medio de versiones sobre un fuerte recorte del INTA que pondría en riesgo la continuidad de las principales líneas de investigación y desarrollo tecnológico de la entidad, un informe del Centro Regional Córdoba del INTA dio a conocer un informe en el que releva los diferentes aportes que realiza y la vinculación con el sector privado.
“A través de convenios, ensayos, clústers y programas de mejoramiento, el INTA consolidó experiencias que muestran resultados concretos, como la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (Recso), el programa de soja no transgénica del INTA Marcos Juárez, la mejora del rendimiento en maní en Córdoba y el clúster de alfalfa del INTA Manfredi”, señalaron.
Con más de cuatro décadas de historia, Recso evalúa casi la totalidad de los cultivares comerciales disponibles en el mercado argentino. A partir de un convenio entre el INTA y la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), el sistema abarca unas 80 localidades en 13 regiones del país y más de 400 ensayos comparativos de rendimiento.
“Como sector privado, subrayamos el profesionalismo de los técnicos del INTA y la territorialidad del organismo. La red es auditada por profesionales que conocen la realidad de cada región. Eso genera una garantía de transparencia y objetividad”, afirmó Juan Erdmann, gerente de Operaciones de ASA e integrante del comité técnico de Recso desde 2008.
El modelo institucional incluye un arancelamiento por variedad evaluada, un protocolo técnico, comités mixtos y auditorías. “A partir de ese modelo se empezó a diseñar la red: cómo eran las parcelas, dónde se ubicaban, cuántas repeticiones se hacían, qué testigos debía haber por grupo”, detalló Erdmann.
Cada año se evalúan las variedades de los semilleros que están registradas en el Inase, con el foco en el germoplasma. “Se evalúa el comportamiento de los materiales frente a un testigo en cada región, de norte a sur del país”, explicó. Esta segmentación permite “posicionar las mejores variedades de cada zona, en base a datos consistentes”.
“El valor de este trabajo lo ponen los usuarios, que son los productores, los asesores y semilleros. La presencia del INTA en la evaluación, en el manejo de los datos y en el seguimiento le da a los resultados una credibilidad muy alta. Por eso, muchos asesores técnicos esperan los informes de Recso para decidir el recambio varietal en sus zonas”, subrayó. Agregó: “Destaco mucho la interacción entre lo público y lo privado. Es muy cómodo trabajar con profesionales que saben qué hay que hacer y para qué está la red”.
Erdmann resaltó: “En toda América no existe otra red con tantos años ni con la cantidad de información que manejamos nosotros sobre germoplasma de soja. Esa es nuestra fortaleza”.
Soja no transgénica con altos rendimientos
Otro caso es el aporte en el desarrollo de soja no transgénica. Al respecto cita el caso del productor Alejandro Urquiza que, en su campo de Pergamino, cosechó este año soja no GMO con rendimientos de 3800 kilos por hectárea. “El logro fue posible gracias al convenio con el programa de mejoramiento del INTA Marcos Juárez, que reúne a 10 empresas”, señala el informe.
“Queríamos hacer algo más de nicho, a diferencia de los commodities que compiten con la gran industria en el puerto de Rosario”, explicó Urquiza, responsable de Agrofontezuelas SA: “La empresa buscaba alternativas al modelo tradicional, pero todos eran convenios cerrados. Te daban las semillas, pero después tenías que entregar el grano en un lugar predeterminado”.
En ese contexto conocieron el programa del INTA. “Arrancamos con este convenio hace seis años, y nos permitió acceder a semillas, producir cultivos, procesarlos y generar productos no GMO, como aceite”, detalló. Hoy integran este grupo de empresas que acceden a genética desarrollada por el INTA en función de parámetros industriales: proteína, color de hilo y rendimiento.
Una variedad clave fue la INTA ALIM 5,09. “Aún quedaba por mejorar el rendimiento, pero las variedades que sembramos esta campaña, como las INTA ALIM 5C, 5M y 5L, son más competitivas contra una soja RR”, señaló. En el ciclo 2024/25 sembraron unas 100 hectáreas con esa variedad y obtuvieron cerca de 4000 kg/ha.
Esta producción se destina a harinas y aceites no GMO para consumo humano y nutrición animal. Ahora están iniciando exportaciones. “Para nosotros es fundamental contar con una buena base genética que mejora año a año”, señaló.
“La articulación con el INTA permite orientar el mejoramiento y retroalimentarlo”, enfatiza el informe. “De otra manera, sería muy difícil acceder a esta genética. Por otra parte, al INTA también lo ayuda a estar más cerca de las necesidades reales del mercado”, sostuvo el productor.
Urquiza valoró al equipo de trabajo: “Tanto profesionalmente como humanamente, siempre están muy bien predispuestos, atentos y escuchando qué necesitamos en las empresas para estar bien alineados. El grupo humano de Marcos Juárez, con el que me toca relacionarme, es muy bueno”.
Conocimiento aplicado, duplicar el maní
En los últimos 25 años, los rindes del maní en Córdoba pasaron de 2000 a más de 4000 kilos por hectárea. Este avance fue resultado del trabajo conjunto entre el INTA y empresas como AGD. “Eso no fue casualidad, es producto de una actividad público-privada bien gestionada”, dijo Carlos Alberto Marescalchi, gerente de Producción Agropecuaria de AGD.
“El INTA aportó genética y manejo, y desde el sector privado pusimos en marcha ese conocimiento para producir de forma sustentable”, explicó. La articulación comenzó en los 80, cuando el cultivo estaba amenazado por enfermedades del suelo: “El maní tenía una espada de Damocles: las enfermedades del suelo — Sclerotium rolfsii, Sclerotinia spp. y Fusarium spp.— prácticamente habían hecho desaparecer el cultivo”.
Al respecto, Marescalchi destacó el aporte de ensayos realizados con el INTA General Cabrera y otras unidades del organismo para desarrollar tecnologías de procesos para el control sanitario y de malezas, la mecanización y el desarrollo de variedades como ASEM 400, ASEM 450 y ASEM 353, tolerantes a enfermedades y de alto rendimiento.
“En un lote demostrativo del INTA Manfredi, sumamos unas 40 hectáreas donde se pueden desarrollar los ensayos. Ya llevamos cuatro años de trabajo con resultados muy interesantes”, mencionó.
“Es una lástima que el Estado nacional no entienda la función que cumple el INTA dentro del federalismo. Sería un error destruir el único Instituto de Tecnología Agropecuaria que tenemos”, afirmó Marescalchi. Y concluyó: “Desde la producción hasta la exportación, el maní genera valor y empleo. Para que siga siendo rentable, hay que seguir sumando conocimiento, romper paradigmas y mejorar los costos”.
Exportación y salto tecnológico en alfalfa
Otro caso es el de la alfalfa. Al respecto, cita el caso de Lucas González, que produce 700 hectáreas de alfalfa en Arroyito, Córdoba. “Gracias al clúster -de la provincia de Córdoba en convenio con INTA Manfredi- se capacitó y este año vendió 1100 toneladas de rollos con destino a exportación, con el objetivo de, a futuro, avanzar en este tipo de operaciones sin intermediarios”, indicó el informe. Además, González adquirió una máquina especializada para optimizar el manejo del forraje, que llegará al país en las próximas semanas y le permitirá ampliar su capacidad operativa.
“Para hacer rollos tenemos un rango de humedad muy acotado. Con esta máquina voy a poder humedecer la alfalfa y dejarla a punto para meter dentro del rollo. Así voy a poder trabajar más horas por día, diluir gastos de estructura y optimizar el uso de las máquinas”, explicó.
González ingresó al clúster hace dos años y medio. “Para alcanzar la calidad demandada me hacía falta incorporar tecnología, manejo e intensificarme. Para eso tuve que captar conocimiento. Y lo fui a buscar al clúster de alfalfa, a partir de un convenio con el INTA Manfredi”, explicó.
Hoy, la iniciativa incluye 105 socios, referentes de toda la cadena de valor. “El clúster manager Gastón Urretz Savalia, quien es especialista en alfalfa del INTA, más las charlas técnicas, nos aportaron una capacitación muy importante”, indicó. También destacó el club de alfalfa, donde puede realizar consultas a especialistas.
En este tiempo González participó de giras técnicas a España, Canadá y EEUU. organizadas por el organismo, y se capacitó en comercialización. “El INTA nos ayudó a dar un salto tecnológico. A mí, que me gusta lo que hago y apunto a mejorar, tecnificarme y volar alto, el INTA me ayuda a impulsarme para crecer”.
“Todas las decisiones importantes que tomamos en mi empresa son en base a información del INTA. Para tratar el cultivo por una plaga o maleza, lo primero que hago es buscar el manual de alfalfa del INTA Manfredi. Para elegir una variedad, la busco en la red de cultivares”, dijo, y concluyó: “El INTA es importante para nosotros porque, al ser una entidad pública, no tiene intereses comerciales. Eso tiene un valor agregado”.
La entrada Evaluación de cultivos, soja no OGM, maní y alfalfa: el sorprendente salto tecnológico que se logró junto con el INTA se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.