Tres opciones para Siria tras la caída de Al-Assad: qué esperan las potencias y cuál es el peor escenario posible

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DAMASCO.- Los sirios despertaron el lunes con un futuro esperanzador aunque cargado de incertidumbre después de que los rebeldes tomaron la capital, Damasco, y el presidente Bashar al-Assad huyó a Rusia, lo que puso fin a una guerra civil de 13 años y a más de 50 años de gobierno brutal de su familia.

El avance relámpago de una alianza de milicias encabezada por Hayat al-Tahrir al-Sham (HTS), antigua rama de Al-Qaeda, marcó uno de los mayores puntos de inflexión para Medio Oriente en generaciones. La caída de Al-Assad acabó con un bastión desde el que Irán y Rusia ejercían influencia en todo el mundo árabe.

Un hombre pisa una foto del derrocado presidente de Siria, Bashar al-Assad, mientras la gente entra a su residencia en el área de Malki en Damasco el 8 de diciembre de 2024OMAR HAJ KADOUR – AFP

El presidente ruso, Vladimir Putin, dio asilo a Al-Assad y a su familia, confirmó este lunes el Kremlin, sin dar mayores detalles.

Los gobiernos internacionales acogieron con satisfacción el fin del gobierno autocrático de los Al-Assad, mientras trataban de hacer balance de un Medio Oriente con nuevas perspectivas. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que Siria se encuentra en un periodo de riesgo e incertidumbre y que es la primera vez en años que ni Rusia, ni Irán ni la organización miliciana Hezbollah tienen un papel influyente allí.

Por su parte, los rebeldes se enfrentan a la monumental tarea de reconstruir y dirigir un país tras una guerra que dejó cientos de miles de muertos, ciudades reducidas a polvo y una economía golpeada por las sanciones mundiales.

“Una nueva historia, hermanos míos, se está escribiendo en toda la región tras esta gran victoria”, dijo el domingo Ahmed al-Sharaa, más conocido como Abu Mohamed al-Golani, líder del HTS.

(FILES) El presidente sirio Bashar al-Assad espera recibir a su homólogo libanés el 7 de marzo de 2005 en Damasco. Rebeldes liderados por islamistas declararon haber tomado Damasco en una ofensiva relámpago el 8 de diciembre de 2024, lo que obligó al presidente Bashar al-Assad a huir y puso fin a cinco décadas de gobierno del partido Baath en Siria. (Foto de Louai BESHARA / AFP)LOUAI BESHARA – AFP

El primer ministro de Al-Assad, Mohamed Jalali, declaró a Sky News Arabia su disposición a reunirse con Golani y a facilitar documentos y apoyo para el traspaso de poderes, aunque admitió no tener respuestas sobre el futuro del Ejército sirio.

Con la disolución del régimen de Al-Assad, con la presión de las anexiones israelíes de territorio sirio y con la permanencia de las fuerzas de ocupación turcas y norteamericanas en el norte y el este del país, las perspectivas que aguardan al atormentado país que suma 14 años de guerra son complejas.

Ahora, tres escenarios surgen con mayores posibilidades: el de un escenario tipo “libanés” o el de una transición ordenada bajo los auspicios de la ONU. O, acaso, el riesgo de un escenario “libio”, la perspectiva más caótica.

La primera hipótesis considera que Siria sigue un modelo similar al del Líbano, con un frágil equilibrio entre comunidades religiosas y étnicas. Desde esta perspectiva, las potencias extranjeras (Estados Unidos, Turquía, Rusia, Israel) mantendrían una influencia directa en el país a través de aliados locales, estableciendo una división informal del poder.

El Estado formalmente unitario seguiría siendo poco más que una cáscara vacía, con los líderes locales administrando sus propios feudos.

Cada grupo alimentaría el amiguismo y la corrupción, asegurando así la influencia de sus patrocinadores extranjeros.

Un combatiente de la oposición dispara su AK-47 al aire en celebración después de que las fuerzas de la oposición tomaron el control de la ciudad en Damasco, Siria, el domingo 8 de diciembre de 2024.Ghaith Alsayed – AP

Si bien este escenario parece ofrecer una apariencia de estabilidad, conllevaría el riesgo de una parálisis política crónica. Al igual que en el Líbano, las tensiones entre comunidades correrían el riesgo de estallar periódicamente, mientras que la población seguiría padeciendo servicios públicos deficientes y estancamiento económico.

El camino de la resolución 2254 de 2015 de la ONU ofrece una base para el escenario más deseable por la comunidad internacional.

El camino implica un proceso teórico claro pero complejo de aplicar: el mantenimiento de las instituciones del Estado -distintas del régimen-, incluidas las fuerzas armadas regulares y la administración civil, y un proceso político supervisado por actores internacionales.

El presidente estadounidense Joe Biden habla sobre la situación en Siria en la Sala Roosevelt de la Casa Blanca en Washington, DC, el 8 de diciembre de 2024, tras una reunión de crisis para discutir el repentino derrocamiento del presidente Bashar al-AssadCHRIS KLEPONIS – AFP

Un comité constitucional, que represente a todos los componentes políticos, étnicos y religiosos, sería responsable de redactar una nueva constitución. Este proceso incluiría también a los kurdos, actualmente marginados en las regiones nororientales controladas por Estados Unidos.

Una vez completada esta fase, nuevas elecciones garantizarían la participación de todas las fuerzas políticas, desde partidos históricos como el Baaz hasta nuevos movimientos, incluidos los islamistas radicales.

Emerge como el peor escenario posible para Siria, que podría convertirse en un país fragmentado y caótico, como lo es actualmente Libia tras la caída de Muamar Khadafy en 2011. En Libia, la desaparición de un gobierno central fuerte dejó un vacío de poder que fue rápidamente llenado por milicias, militares y grupos extremistas. Este modelo ha llevado a un conflicto prolongado, con constantes enfrentamientos entre facciones armadas por el control del territorio y de los recursos, como el petróleo.

Miembros de la comunidad siria en Libia celebran en Trípoli el 8 de diciembre de 2024, después de que los rebeldes liderados por islamistas declararan que habían tomado la capital de Siria– – AFP

La población seguiría viviendo en la incertidumbre y la pobreza. Con una crisis económica cada vez más extendida, los sirios desplazados (alrededor de 13 millones, incluidos refugiados en el extranjero y desplazados internos) verían disminuir aún más cualquier esperanza de regresar. Este escenario, caracterizado por la ausencia de un Estado central que funcione, dejaría a Siria en el limbo durante años.

Pero permitiría que las potencias externas -principalmente Estados Unidos, Turquía e Irán, que hoy se benefician del colapso de rusos e iraníes- siguieran siendo dominantes en la región.

Agencias ANSA y Reuters

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