En un evento antivacunas realizado la semana pasada en la Cámara de Diputados, se mostró un supuesto fenómeno de “magnetización” aparentemente causado por la vacuna contra el covid. Sin embargo, esto es falso. La razón por la que imanes en ocasiones se quedan pegados a la piel se debe a un fenómeno físico llamado “tensión superficial” y no tiene relación alguna con las vacunas. Esto me llevó a pensar ¿son inofensivas este tipo de exposiciones o pueden ser el germen de un gran desastre?
En 2000, el sociólogo canadiense Malcom Gladwell, publicó el libro The Tipping Point, sobre cómo y por qué ciertas ideas, comportamientos o tendencias se vuelven virales y logran expandirse de manera explosiva hasta generar un cambio significativo en la sociedad. Este mes acaba de publicar Revenge of the Tipping Point, donde examina el lado oscuro de esas viralizaciones: esos mismos mecanismos, sobre todo cuando se manipulan deliberadamente, pueden desencadenar crisis profundísimas y describe cómo empresas, instituciones o grupos pueden usar intencionalmente esas dinámicas para influir en el comportamiento colectivo. Tres ideas centrales del nuevo libro: Las “epidemias sociales” siguen reglas, muchas veces ocultas, que no son azarosas. Fenómenos como crisis sanitarias, adicciones, picos de criminalidad o cambios culturales no ocurren por casualidad. Responden a patrones que se repiten. Entre esos patrones se destacan: la existencia de un pequeño grupo de individuos que llama “superspreaders”(super esparcidores) capaces de provocar cambios masivos, la influencia de narrativas dominantes (“que llama overstories”) que condicionan cómo interpretamos los hechos y el peso del contexto local: variaciones geográficas, culturales o sociales que explican por qué una misma tendencia explota en un lugar y no en otro. Tanto los “superspreaders” como los “overstories” tienen un doble filo: pueden impulsar cambios positivos, pero también verdaderos desastres sociales. El contexto local, histórico y cultural importa tanto o más que la idea misma. Gladwell enfatiza que no existe una “receta universal” para provocar un punto de inflexión. Lo que produce un cambio en un lugar puede no hacerlo en otro debido a diferencias históricas, económicas, institucionales, culturales o sociales.
Esta mirada contextual es clave para quienes quieren aplicar estas ideas en entornos distintos, por ejemplo, en América Latina, donde la historia, la economía y el tejido social son diferentes que en otras latitudes. Para que una idea se esparza no basta con que sea “pegadiza”; importa el ecosistema donde circula y por eso es importante no menospreciarlo ni subestimarlo. Incorporar la pregunta de quién tiene el poder de desencadenar estas epidemias sociales obliga a pensar en responsabilidad institucional, empresarial, política y de cada uno de nosotros como individuos. En definitiva, la pregunta ya no es solo qué tan rápido se difunde una idea, sino quién decide qué se difunde, con qué intención y con qué posible impacto.