En medio de un duro pulso entre republicanos y demócratas, Trump intenta evitar el “cierre” del gobierno

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WASHINGTON.- El Congreso de Estados Unidos se acerca a una nueva parálisis presupuestaria con un plazo que vence el martes a la medianoche, en medio de un enfrentamiento político cada vez más áspero entre republicanos y demócratas. El presidente Donald Trump convocó a los líderes de ambos partidos a la Casa Blanca el lunes en un último intento por destrabar las negociaciones, pero las posturas siguen siendo rígidas: los republicanos exigen aprobar primero una extensión temporal de la financiación, mientras que los demócratas condicionan su apoyo a concesiones en materia de salud.

El líder de la mayoría republicana en el Senado, John Thune, acusó a la oposición de estar dispuesta a llevar al país a un “shutdown” por motivaciones políticas. “Un cierre es totalmente responsabilidad de los demócratas. La pelota está en su cancha”, afirmó el domingo en el programa “Meet the Press” de NBC, insistiendo en que la Cámara de Representantes ya aprobó un proyecto para extender la financiación por siete semanas y que el Senado debería refrendarlo de inmediato.

Del otro lado, el jefe de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, replicó que la responsabilidad recaerá en el oficialismo si no hay voluntad real de negociar. “Dios no quiera que los republicanos cierren el gobierno. El pueblo estadounidense sabrá que es su responsabilidad”, sostuvo, también en la NBC. Schumer señaló que su partido no avalará una extensión sin condiciones: “Estamos escuchando del pueblo que necesitan ayuda en el cuidado de la salud”.

La aritmética parlamentaria complica aún más el panorama. Aunque los republicanos controlan ambas cámaras, en el Senado necesitan al menos ocho votos demócratas para superar un eventual filibusterismo y aprobar cualquier medida. Además, el senador republicano Rand Paul ya anticipó que votará en contra de la extensión, reduciendo el margen de maniobra de su propio bloque.

El proyecto temporal, que mantendría abierto el gobierno hasta fines de noviembre, requiere de un acuerdo bipartidista. El eje del conflicto está en los subsidios de salud de Obamacare: los créditos fiscales temporales que, desde la pandemia, hicieron más accesible el seguro a millones de estadounidenses expiran a fin de año y, de no renovarse, unos 24 millones verán encarecidas sus primas en pocos días.

Los demócratas, presionados por su base, reclaman revertir los recortes sanitarios aprobados este año y garantizar la continuidad de los créditos fiscales de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare), que expiran a fin de año y que resultan clave para millones de estadounidenses de ingresos bajos y medios.

Los republicanos, en cambio, insisten en tratar esa cuestión por separado. “El programa necesita desesperadamente una reforma, está plagado de desperdicio, fraude y abuso”, argumentó Thune. Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, se mostró en la misma línea: “Lo único que tratamos de hacer es ganar un poco de tiempo. Está bien tener disputas partidistas, pero no se puede tomar de rehén a la gente por sus servicios”.

El líder de la minoría demócrata en el Senado Chuck Schumer (d) y el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes Hakeem Jeffries en la Casa Blanca en Washington el 27 de febrero del 2024. (AP foto/Andrew Harnik)Andrew Harnik – AP

El presidente Trump busca proyectar un rol de árbitro en medio de la crisis, aunque la semana pasada canceló abruptamente un encuentro con los líderes demócratas alegando que sus demandas eran “ridículas”.

La reunión del lunes fue presentada por la Casa Blanca como un “primer paso” hacia una negociación, aunque tanto Schumer como Hakeem Jeffries, líder demócrata en la Cámara baja, advirtieron que no habrá avances si se trata de una mera puesta en escena.

“Si en esta reunión el presidente va a despotricar y simplemente gritar a los demócratas, no lograremos nada. Pero mi esperanza es que sea una negociación seria”, dijo Schumer. Jeffries, por su parte, expresó en ABC que mantiene la esperanza de evitar un cierre, pero remarcó que su prioridad es “abordar la crisis de atención médica republicana que está perjudicando a los estadounidenses comunes”.

El escenario no es nuevo en Washington. Desde 1981, el gobierno federal atravesó 14 cierres parciales por falta de acuerdo presupuestario, una dinámica que refleja la creciente polarización. El último gran episodio se produjo en marzo, cuando los republicanos se negaron a negociar con los demócratas y obligaron a Schumer y otros senadores a aceptar un proyecto a regañadientes para mantener el gobierno abierto.

El costo de una parálisis es significativo: cientos de miles de empleados federales quedan suspendidos temporalmente sin sueldo, se interrumpen programas de asistencia social, se ralentizan trámites administrativos y se generan demoras en aeropuertos y tribunales. La Casa Blanca advirtió que, en esta ocasión, podría haber despidos masivos en agencias federales, desde la NASA hasta los parques nacionales.

“Están jugando con fuego y lo saben”, sentenció Thune, reforzando la presión sobre los demócratas. Para Johnson, el trasfondo es político: “Schumer está tratando de defenderse de la base de extrema izquierda de su partido, que lo acusa de no luchar contra Trump”.

Agencias AP, AFP y Reuters

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