En la previa electoral, el Gobierno logró imponer esta semana su plan para contener el precio del dólar, aun cuando ni siquiera había llegado a desafiar el techo de la banda cambiaria pactada con el FMI. Lo hizo, eso sí, a un costo muy alto y complicando, a la vez, su objetivo de intentar volver al mercado global de deuda en los próximos meses.
De esta manera, consiguió que el dólar mayorista, que había subido $30 el lunes (un día de poco movimiento en la plaza local por un feriado en Estados Unidos) y llegado a tocar los $1380 para la venta el martes al mediodía, cierre hoy a $1355, con una baja de $7,50 con relación a ayer y con un alza de apenas $13 respecto del viernes previo.
“Desde el martes podría decirse que volvió el crawling-peg”, observó al respecto el economista Salvador Vitelli, de Romano Group.
La que podría denominarse como una victoria pírrica fue conseguida luego de haber mantenido el tipo de cambio lateralizado en las últimas ruedas, pero tras haber tenido que aportar al mercado un total de unos US$500 millones desde el martes -día del anuncio y la puesta en marcha de las intervenciones de contado sobre el mercado- hasta hoy. Es decir, gastando el 30% de la “munición” en efectivo por US$1669 millones con que contaba el Tesoro Nacional antes del anuncio.
Más de la mitad de esa venta, según pudo determinar LA NACION de fuentes confiables, previsiblemente la habría tenido que realizar hoy, en la última rueda previa a las elecciones en la provincia de Buenos Aires, que el propio oficialismo inusitadamente nacionalizó y convirtió en bisagra. Fue al tener que desprenderse de un total neto algo mayor a US$280 millones, cifra que indica que volcó a la plaza la mitad de los billetes operados -tomando en cuenta un volumen de US$566,5 millones-, mientras el Banco Central (BCRA) intensificaba sus intervenciones sobre el mercado de futuros.
“La caballería oficial llegó sobre el cierre y le dieron con tuti (sic)“, observó tras repasar las pantallas el economista Gabriel Caamaño.
Ese detalle es lo que hizo que el dólar minorista no haya replicado en la jornada la baja del mayorista, al cerrar ofrecido a $1380 (+$10) en el Banco Nación y a un promedio de $1387 (+$5) en el resto de las entidades.
La contracara de esta apuesta oficial fue la mala recepción entre los inversores por el uso de esos recursos, que estaban siendo atesorados para fortalecer -por vía de los encajes– las reservas del BCRA y atender futuros pagos de deuda. Esto se reflejó en un aumento que dejó la tasa de riesgo país por encima de los 900 puntos, cuando había cerrado agosto en 829 unidades. Así se complicó el objetivo de volver en los próximos meses a los mercados internacionales para poder refinanciar los pagos de deuda que se avecinan sin tensionar más la caja local.
Cabe observar que, en lo que va del año, la tasa de riesgo país se amplió 263 puntos (341 desde el mínimo que había tocado en enero), aun cuando el diferencial emergente se comprimió en ese plazo. Pero el 90% de ese recorrido al alza ocurrió en las últimas semanas, una dinámica histórica de volatilidad previa y posterior a los eventos electorales, que se amplió esta vez por la afectación de estos recursos.
“Pakistán, Venezuela, Bolivia y Ecuador lideran las ganancias anuales con subas considerables, y Argentina es el único emisor dentro del espectro de CCC y B- con rendimiento negativo tanto en el mes como en el acumulado anual. Esta mala performance relativa, en un contexto de apetito por emergentes, pero desencanto por los activos argentinos, responde a una marcada incertidumbre electoral. En las curvas comparables, la Argentina continúa rindiendo muy por encima de países previamente superados como Angola, Pakistán, Ecuador y Senegal. Actualmente, la curva ecuatoriana rinde por debajo del 12%, y el tramo corto de la curva de Senegal levemente por debajo de nuestros globales cortos, en torno al 14,3% de TIR. Mientras que países como Angola están en niveles de 9% en sus bonos cortos y al 11% en los largos, es decir, alejados de los niveles del 14% que rinden nuestros bonos cortos y 14,5% nuestros globales largos. Y hace tan solo semanas nos encontrábamos en niveles por debajo de Ecuador y en abril habíamos llegado a superar a Angola e incluso a Pakistán”, hizo notar al respecto el analista Leonardo Chialva, de Delphos Investment.
Para muchos, todo esto sucedió porque el oficialismo transformó la elección en Buenos Aires en un evento clave: una apuesta arriesgada en medio de una política monetaria errática y una política cambiaria que perdió credibilidad por las idas y vueltas del Gobierno.
Con este escenario, “un resultado que el mercado vea favorable al oficialismo podría dar algo de oxígeno, mientras que una derrota amplia complicaría la transición hasta octubre. En cualquier caso, el tipo de cambio luce sin demasiado recorrido a la baja: la demanda estructural persiste y la oferta se mantiene débil, con el Tesoro obligado a recomponer reservas tras las ventas recientes. Más aún, en caso de un mal resultado, la presión cambiaria podría intensificarse con ventas oficiales y eventuales testeos de la banda, lo que reavivaría dudas sobre la consistencia del régimen”, alertó la consultora Outlier.