Atajar los golpes hasta octubre, la estrategia oficial

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El gobierno de Javier Milei no encuentra remanso. Mientras intenta domar un mercado financiero alterado, al tiempo que los embates opositores en el Congreso son cada vez más contundentes, las internas de un gabinete desarticulado paralizan áreas claves. Nadie sabe a esta altura por dónde entrará la próxima bala. Contrario a lo que sucedió hasta ahora, hace tiempo que la administración libertaria no parece ser la que conduce la conversación pública. Las expectativas de la política y del sector privado están puestas para después de octubre. El Gobierno confía en que retomará la iniciativa con un triunfo en las urnas. En el mundo empresarial, no hay industria que no esté esperando para entonces alguna definición, aunque es posible que algunas lleguen incluso antes de la elección.

En una cena este miércoles, la noche previa al evento organizado por el Council of the Americas, el canciller Gerardo Werthein reconoció ante un centenar de ejecutivos y de empresarios que fueron convocados al hotel Alvear lo que hace meses es un secreto a voces. Y es que los Estados Unidos están exigiendo, en el marco de un acuerdo comercial, que la Argentina avance en materia de patentes. Una buena regulación de patentes, aseveró, defendería el trabajo argentino. En la actualidad, relató, los argentinos que quieren patentar algo se van a otros lugares, como Delaware, en Estados Unidos, con lo cual un cambio normativo ayudaría a retenerlos, dijo en respuesta a una consulta de los presentes.

El de las patentes es el reclamo histórico de las multinacionales que operan en el país, sobre todo, en la industria farmacéutica. Son tres los temas que incluye el debate: un tratado de cooperación de patentes (PCT, por sus siglas en inglés), una modificación de los criterios de pantentabilidad y una nueva ley de protección de datos. Está claro que, con un Congreso adverso, difícilmente pueda plantearse alguno de estos temas en el ámbito legislativo. Pero hay versiones en el sector privado de que se podría avanzar, al menos en un comienzo, en algunos puntos que no requieran de un aval del Congreso. Siempre es sensible el tema de la salud, no hace falta que medie una pandemia. El escándalo de HLB Pharma y, más recientemente los audios que terminaron en la salida del responsable de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), Diego Spagnuolo, son apenas las muestras más recientes.

Werthein, que estuvo sentado en la mesa junto a Michael Jensen, el asesor especial del presidente Trump sobre Asuntos del Hemisferio Occidental en el National Security Council, que estuvo esta semana Buenos Aires, se excusó de no poder dar más detalles de la negociación porque hay un acuerdo de confidencialidad, pero insistió en que la Argentina sería uno de los países con menores aranceles.

En el sector privado no pierden la esperanza de que los anuncios lleguen pronto. “Ahora se habla de un viaje de Milei a Estados Unidos en septiembre”, deslizó un hombre que sigue de cerca la agenda. A fin del mes próximo, Milei recibiría un premio, uno más, en Nueva York, en el marco de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas (ONU). Se trata del Global Citizen Award que entrega The Atlantic Council, un think-tank apartidario, de los más respetados en Washington. Compartiría la distinción con el primer mandatario francés, Emmanuel Macron, y con el número uno de la FIFA, el suizo-italiano Gianni Infantino. “El reconocimiento del presidente Milei refleja la importancia y la trascendencia de su ambiciosa agenda de reforma económicas”, dice el think-tank.

La relación con Estados Unidos sigue siendo hoy un puntal de la gestión libertaria. La Argentina, dijo, es de interés estratégico para la administración Trump en materia de energía y minerales críticos. En su breve visita esta semana al país, Jensen se tomó el tiempo de reunir a algunas de las empresas norteamericanas con mayor presencia en estos sectores. En el Palacio Bosch, el lunes, las instó a participar con nuevas inversiones en la Argentina, y a que, en el proceso, les dijo, procuraran incluir a empresas norteamericanas como proveedoras en su cadena de producción. Make America Great Again, MAGA, ante todo. Lo escuchaban atentamente los ejecutivos de las norteamericanas Chevron, Glencore, Newmont, y de empresas argentinas que cotizan en Wall Street o que tienen accionistas norteamericanos como Genneia, YPF y Vista. No habló directamente de China, pero la tensión con el gigante asiático surge en cada conversación que delegados de la gestión Trump mantienen en privado. El swap (préstamo) de US$5000 millones que el Banco de China tiene con el Banco Central (BCRA) incomoda sobremanera al gobierno norteamericano. Fuentes al tanto de las negociaciones comerciales entre la Argentina y Estados Unidos admiten que el tema está constantemente sobre la mesa. Difícil, por no decir imposible, que la Argentina hoy pueda prescindir de ese financiamiento si no hay un reemplazo equivalente.

También en Washington empiezan a mirar con desconfianza el intercambio comercial entre la Argentina y China. No es para menos. El empresario y el consumidor argentinos son rápidos buscando precios. China sigue ofreciendo los más competitivos. El intercambio comercial argentino con China, en los primeros siete meses de 2025, dice Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, dio el mayor déficit bilateral en el mundo en términos relativos. “Las importaciones desde China crecieron 73,9%, de enero a julio contra igual período de 2024, mientras que las exportaciones a ese país bajaron en un 1,3 por ciento”, ilustró Elizondo. “En el mismo periodo, las importaciones que provienen de todo origen subieron 31,7%”, agregó. El peso relativo de China es evidente.

Como nunca antes, Trump puso el comercio global al tope de la agenda de los países desarrollados. Y la Argentina, pese a sus altibajos, no deja de ser un mercado prometedor. Tanto que hasta existe la posibilidad de que el ministro de Comercio del Reino Unido, Jonathan Reynolds, visite Buenos Aires el mes que viene. Será probablemente la comidilla de la oposición, que acusa a Milei de anglófilo, por su manifiesta admiración por Margaret Thatcher.

Aún en plena tormenta financiera, el equipo de Luis Caputo hace sus deberes para eventualmente poder recuperar acceso a los mercados de capitales. Entre otros temas, hay contactos con algunos de los acreedores que todavía reclaman en las cortes de Estados Unidos por el default de 2001.

Según confían las fuentes, se está conversando para lograr algún tipo de acuerdo para aquellos que no entraron al canje de deuda de 2016, y que tienen sentencias a su favor. Sebastián Maril, director regional de Latam Advisors, detalla que hay todavía tres demandas en la Corte del Distrito Sur de Nueva York por un total de US$587 millones, además de una en Alemania por US$ 1227 millones. Algunos de los fondos involucrados son Attestor Master Value, White Hawthorne, Trinity Investments Limited, Bison Bee y Bainbridge Fund. No parece una millonada si se considera que la negociación en marcha incluiría un pago con una quita más que importante. Serviría, sin embargo, para terminar de dar por cerrada una de las decisiones más costosas para la reputación de la Argentina en el mundo inversor. Otra herencia que puede atribuírsele a legisladores que, muchas veces escudados en la noble tarea de representar los deseos del pueblo, gozan de la impunidad de no tener que rendir cuentas de las consecuencias de sus actos. Aplaudir el default tuvo, para la mayoría, costo cero.

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