Cada vez más productores argentinos incorporan bioinsumos a sus esquemas productivos. Aunque todavía representan una porción menor del mercado, estas tecnologías crecen a tasas muy superiores a las de los productos de síntesis química. Sin embargo, este avance se enfrenta a algunas dificultades como falta de información, necesidad de capacitación y la dificultad de evaluar sus efectos en el corto plazo.
“La sensación que tenemos es que estamos en el lugar adecuado, con la temática adecuada, en el sector adecuado”, expresó Federico Landgraf, director ejecutivo de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), en el Congreso Aapresid 2025. La entidad, tradicionalmente con empresas vinculadas a la síntesis química, está liderando un giro estratégico para impulsar los bioinsumos como tecnologías complementarias. “No los vemos como competencia, sino como complementarios de la síntesis química. Y esa complementariedad se da en un muy buen espacio de interacción entre ambos enfoques”, afirmó.
Según detalló, el mercado global de productos de síntesis química crece a un ritmo del 5% anual, mientras que el de bioinsumos avanza al 14%. En la Argentina representan hoy el 4% del mercado de fitosanitarios, con un monto estimado de 124 millones de dólares y una cobertura de 18,6 millones de hectáreas. El segmento más desarrollado es el de tratamiento de semillas —especialmente con Bradyrhizobium—, con casi la mitad del mercado.
“El crecimiento total interanual fue del 10,9%, pero con fuertes diferencias entre categorías: los bioinsecticidas crecieron un 109%, los biofertilizantes un 68,9%, los biofungicidas un 34% y los bioestimulantes un 8,4%”, detalló Landgraf.
También reconoció los principales obstáculos. “El 57,1% de los encuestados mencionó la falta de información como el principal limitante. Le sigue la falta de personal capacitado, con un 53,7%. La variabilidad en la calidad de los productos también fue destacada, con un 43,1%”, enumeró. Además, muchos productores señalaron que los beneficios no siempre son visibles en el corto plazo.
Uno de los puntos sensibles es el modo de aplicación. “Los probé, pero no funcionaron”, es una frase que, indicó, es recurrente y evidencia errores de manejo. A eso se suma la idea errónea de que los bioinsumos son inocuos por definición. “No existe ningún producto completamente inocuo. La inocuidad es un concepto teórico. Lo dijo hace muchos años Paracelso: ‘La dosis hace al veneno’. Por eso, la aplicación de insumos biológicos requiere de buenas prácticas agrícolas, y es fundamental que seamos muy cuidadosos con eso”, advirtió.
Desde la mirada de los productores, Paola Díaz, integrante del Comité Ejecutivo de Aapresid, destacó que el interés por estas tecnologías viene creciendo. “En las últimas campañas, tanto productores como asesores han comenzado a entender que los cultivos deben abordarse desde distintos ángulos”, señaló. Y agregó: “La exigencia es clara: producir más y mejor, pero sin expandir la frontera agrícola”.
Detalló que lanzaron una encuesta interna para relevar el uso de bioinsumos. “En la campaña 2023/24, un 30% de los productores utilizaron bioinsumos. De ese total, un 50% fueron bioestimulantes, un 30% biofertilizantes, un 10% biocontroladores (por ejemplo, para chicharritas), y otro 10% otros microorganismos”, detalló. No se incluyeron inoculantes, que representan una parte importante del universo de los bioinsumos.
En este contexto, Manuel Chiappe, subsecretario de Producción Agropecuaria y Forestal, aseguró que en el Gobierno trabaja para mejorar el marco regulatorio y dar respuesta al creciente interés por estas herramientas. Según detalló, la estrategia gubernamental se basa en cinco ejes, entre ellos la simplificación normativa y la incorporación de tecnología. “La tecnología aplicada al agro —a través de la biotecnología, los bioinsumos y los organismos genéticamente modificados— es una herramienta para mejorar la producción y darle más argumentos a los productores en esta época tan competitiva”, afirmó.
Uno de los avances destacados fue la renovación de la Comisión Asesora de Bioinsumos de Uso Agropecuario (Cabua), que ahora suma a CREA y Aapresid junto a organismos técnicos y reguladores.
Además se agilizó la aprobación de microorganismos genéticamente modificados mediante un formulario digital unificado, lo que permitió facilitar los procesos y aumentar la cantidad de aprobaciones desde el inicio de la gestión de Milei.
Según detalló, hasta ahora se entregaron 55 sellos de “Bioproducto Argentino”, 13 de ellos para bioinsumos, y el 40% de esas aprobaciones se concretaron durante esta gestión. También se busca avanzar en la armonización normativa con los países del Mercosur, bajo una definición común de bioinsumo que facilite el comercio regional.