¿Pueden (y quieren) Putin y Trump terminar la guerra de Ucrania?

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PARÍS.- Donald Trump confirmó esta semana una reunión con Vladimir Putin el 15 de agosto en Alaska, en el marco de su mediación para poner fin a la guerra en Ucrania. Esta incluirá, según él, “intercambios de territorios”. Una afirmación que provocó la respuesta inmediata de Volodimir Zelensky, que no ha sido invitado a la reunión, afirmando que los ucranianos “no abandonarán su tierra a los ocupantes”.

¿Qué posibilidades tiene ese encuentro de sentar las bases de una paz entre ambos beligerantes? Nadie, por el momento, parece creer que pueda ser así.

“No hubo ningún cambio en la posición de Rusia sobre el conflicto con Ucrania, a pesar de la reunión anunciada entre el presidente Vladimir Putin y su homólogo estadounidense Donald Trump”, advirtió el jueves pasado el asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, inmediatamente después de la visita del enviado especial norteamericano, Steve Witkoff.

Soldados ucranianos cargan munición en la región de Zaporiyia, el 7 de agosto de 2025Evgeniy Maloletka – AP

Según medios estadounidenses, Washington y Moscú buscarían concluir un acuerdo de paz que incluiría la consolidación de las tomas territoriales rusas desde el inicio de la guerra en 2022. Los responsables estadounidenses y rusos trabajan en ese plan antes del encuentro previsto la próxima semana entre Trump y Putin, declararon fuentes del gobierno a la agencia Bloomberg. Washington también se esfuerza por obtener la adhesión de Ucrania y sus aliados europeos, lo cual está lejos de producirse, añadieron las mismas fuentes bajo condición de anonimato.

Moscú exige que Ucrania le ceda las cuatro regiones parcialmente ocupadas: Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Kherson. Pero esto requeriría que el presidente ucraniano ordene el retiro de las tropas de ciertas partes de las regiones de Lugansk y Donetsk aún controladas por Kiev, ofreciendo así a Rusia una victoria que su Ejército no ha podido lograr militarmente desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022.

Flexibilidad

Ucrania ya ha manifestado su voluntad de ser flexible en la búsqueda de una salida a una guerra que ha devastado sus ciudades y provocado la muerte de un gran número de sus soldados y ciudadanos. Pero aceptar la pérdida de aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano sería políticamente imposible para Zelensky y su gobierno.

“Cualquier decisión que se tome en contra nuestra, cualquier decisión que se tome sin Ucrania, será una decisión contra la paz”, advirtió el presidente de Ucrania después de que Donald Trump evocara un “intercambio de territorios”.

Donald Trump y Vladimir Putin se dan la mano al comienzo de una reunión en Helsinki, el 16 de julio de 2018Pablo Martinez Monsivais – AP

Tyson Barker, exrepresentante especial adjunto del Departamento de Estado norteamericano para la recuperación económica de Ucrania, declaró que la propuesta de paz tal como se describe en el artículo de Bloomberg sería rechazada inmediatamente por los ucranianos.

“Lo mejor que pueden hacer los ucranianos es mantenerse firmes en sus objeciones y condiciones para un acuerdo negociado, al tiempo que manifiestan su gratitud por el apoyo estadounidense”, afirmó Barker, actualmente investigador en el Atlantic Council. Según Bloomberg, en el marco del supuesto acuerdo, Rusia pondría fin a su ofensiva en las regiones de Kherson y Zaporiyia, a lo largo de las líneas de frente actuales.

Rusia pretende también conservar la península de Crimea anexada en 2014, que Kiev renuncie a las entregas de armas occidentales y a toda adhesión a la OTAN. Exigencias inaceptables para Kiev, que quiere la retirada de las tropas rusas de su territorio y garantías de seguridad occidentales, incluyendo la continuación de las entregas de armas y el despliegue de un contingente europeo. Posibilidad, ésta, rechazada con vehemencia por Rusia.

En todo caso, la cuestión territorial parece en verdad irreconciliable para ambos beligerantes. No solo porque Ucrania no está dispuesta a renunciar a una quinta parte de su espacio nacional sino porque, tras ocuparlas en forma ilegítima, Vladimir Putin se apresuró a inscribir esas cuatro provincias en la Constitución rusa.

Residentes observan un edificio destruido en un ataque aéreo ruso, en Kramatorsk, Ucrania Yevhen Titov – AP

Sin embargo, fuentes cercanas al Kremlin, así como otros analistas políticos, dicen que, para Putin, excluir a Ucrania de la OTAN, limitar las capacidades militares ucranianas y sentar las bases para un gobierno más favorable a Moscú en Kiev son más importantes que los detalles específicos sobre los territorios que controlará finalmente Rusia.

Intercambio territorial

Tatiana Stanovaya, investigadora principal en el Centro Carnegie para Rusia y Eurasia, señala que Moscú, desde el principio, no ha demarcado formalmente las fronteras de las cuatro regiones “anexadas”. A su juicio, esto muestra que siempre hubo cierta flexibilidad en el tema territorial. Tampoco descarta la posibilidad de que Moscú esté abierto a intercambiar ciertos territorios.

“Lo más importante para Putin es la OTAN y garantías inquebrantables de que Ucrania no estará en la OTAN y que los países de la OTAN no tendrán una presencia militar dentro de Ucrania, además de un conjunto de demandas políticas sobre Ucrania misma”, dice Stanovaya, para quien “otras demandas podrían estar abiertas a negociación”.

Volodimir Zelenskyy durante una conferencia de prensa en Viena (Archivo)Heinz-Peter Bader – AP

A juicio de muchos especialistas, la única solución posible para los territorios en litigio sería un “congelamiento” de la situación actual, que permita avanzar hacia una tregua duradera, dejando en suspenso esa cuestión. Agotadas, ambas poblaciones podrían aceptar ese argumento que, si bien no resuelve nada, permitiría sanar las heridas provocadas por tres años de una guerra salvaje e inhumana.

“Todo lo demás podría ser negociado. Pero, ¿con quién? ¿entre quién? Trump y Putin no pueden decidir solos los destinos de Ucrania. Esta gesticulación demuestra una sola cosa: Donald Trump sigue siendo manipulado por el presidente ruso”, afirma Alexandre Melnik, ex diplomático ruso, profesor del ICN Business School, que desecha la idea de que el enojo manifestado por el ocupante de la Casa Blanca en los últimos días haya sido auténtico.

“Ni siquiera el ultimátum de diez días que le fijó a Putin fue serio. Nadie creía que fuera a respetarlo. Y así fue. Witkoff fue a Moscú y volvió con la noticia de una reunión bilateral. ¡Qué casualidad!”, añade.

“Incluso los mayores admiradores de Trump no pueden creer que sea tan estúpido. Putin no quiere la paz, Putin quiere Ucrania. Por eso empezó la guerra y elige continuarla todos los días. Recompensar a Rusia por su agresión genocida solo promete más (violencia), y a Trump eso le parece bien”, escribió el opositor y ex campeón del mundo de ajedrez, Garry Kasparov.

Soldados rusos en el puerto de Sebastopol, en la península de Crimea AP

Entonces, ¿para qué servirá esa reunión, de cuyos resultados, europeos y ucranianos temen lo peor?

“Parafraseando al comentarista político norteamericano James Carville, ¡es la economía, estúpido! Rusia está al borde del colapso económico y necesita desesperadamente que Estados Unidos la ayude a recuperarse, a recuperar sus fondos congelados en bancos occidentales y a levantar las sanciones comerciales que poco a poco la están asfixiando. Y Vladimir Putin sabe muy bien que Donald Trump solo razona en términos de ‘deals’”, afirma el geopolitólogo Alan Bauer.

Prueba límpida de los métodos utilizados por Vladimir Putin para “domesticar” a Trump fueron las declaraciones hechas por uno de sus principales asesores, Kirill Dmitriev, tras la reunión del presidente ruso con Witkoff.

“La reunión entre ambos dirigentes la semana próxima podría convertirse en un acontecimiento histórico, gracias al cual la posición de Rusia será claramente transmitida al presidente Trump. Y esperamos que ese dialogo continuará en forma aun más activa, incluido el terreno económico. Constatamos que las inversiones conjuntas, sobre todo con inversores norteamericanos —por ejemplo, en el proyecto en el Ártico, los metales raros y los proyectos de infraestructura— deberían ser beneficiosos para Rusia y para Estados Unidos. También pensamos que podemos desarrollar inversiones conjuntas en empresas tecnológicas y en muchos otros terrenos”, declaró.

Un petrolero ruso en el puerto Novorossiysk (Archivo)AP

Moscú tiene, en efecto, la intención de desarrollar económicamente el Gran Norte ruso, después de haber modernizado en los últimos años varias bases militares que habían sido abandonadas desde la época soviética.

“Aumentaremos la capacidad y el volumen de negocios de nuestros puertos del norte a un ritmo más rápido”, afirmó Vladimir Putin en marzo de este año en ocasión del VI Foro Ártico Internacional, en Murmansk. También se mostró abierto a una colaboración de Rusia con “países amigos” en el Ártico, y con países occidentales, “si muestran interés”.

El apetito de Trump

Rusia espera especialmente desarrollar en el Ártico la Ruta Marítima del Norte, una vía comercial posible gracias al deshielo y que podría competir a largo plazo con el canal de Suez aprovechando el impacto del cambio climático. “Nada de eso puede escapar al apetito de Donald Trump. Y Putin sabe muy dónde le aprieta el zapato el presidente norteamericano”, ironiza Melnik.

Por esa razón, el Kremlin necesitaba en forma urgente esa reunión. En los últimos días se hablaba en Moscú y en Washington de una idea de alto el fuego aéreo que, además, tendría la ventaja de impedir que Kiev continúe atacando las refinerías rusas, el nervio de la guerra ruso. Este proyecto fue mencionado durante el encuentro de tres horas, el miércoles, entre Vladimir Putin y Steve Witkoff.

El presidente ruso, Vladimir Putin, junto al enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, en el KremlinKremlin Press Office – XinHua

Pero hay otro mensaje enviado por Vladimir Putin, que Donald Trump parece haber recibido “5/5” y explicaría mejor que cualquier otra cosa esa persistencia del presidente de Estados Unidos en ponerse siempre del lado del autócrata del Kremlin.

“Trump no debería pensar que el archivo de videos de sus inmoralidades pasadas está solo en manos del Mossad”, escribió en X el ex presidente ruso Dimitri Medvedev el 2 de agosto, durante su cruce de armas con el ocupante de la Casa Blanca debido al plazo impuesto por este último a Vladimir Putin si no daba un paso hacia la paz con Ucrania.

“Como decía Napoleón: el diablo se encuentra siempre en los detalles”, ironiza Alain Bauer. Su colega, el geopolitólogo Florent Parmentier confirma: “Existe una parte secreta en todo esto que difícilmente se conocerá”.

Escéptico como la mayoría de sus colegas, John Lough, experto del think-tank Chatam House, advierte que no se debe esperar demasiado de una cumbre que apenas puede constituir un primer paso. “Una solución rápida es imposible, sobre todo porque las exigencias rusas siguen siendo muy altas”, explica.

Y Trump, aunque muera por patrocinar un acuerdo —¿y ganar así por fin ese famoso premio Nobel de la Paz?— no puede dar la impresión de ceder todo al Kremlin.

“Aunque, ¿por qué no? Con Donald Trump nunca se sabe. Es el maestro de saber transformar las derrotas en triunfos extraordinarios”, advierte Melnik.

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