En medio de temperaturas récord estivales, los incendios forestales continúan arrasando los bosques de Turquía. En uno de los focos, activo desde hace cuatro días en la provincia de Sakarya -ubicada en el noroeste de ese país-, se originó un impresionante tornado de fuego.
LN+ difundió imágenes de este fenómeno inusual en que el fuego adquiere una forma de remolino similar a un tornado, que ocurre por la combinación de altas temperaturas ascendentes y fuertes ráfagas de viento.
En los videos se percibe el modo en que los bomberos y avión hidrantes tratan desesperadamente de contenerlo. Según trascendió, se extendió a rutas y aldeas locales, y alcanzó la provincia vecina de Bilecik.
Según trascendió, Turquía vive esta semana una fuerte canícula con temperaturas de hasta 40 grados en la región del Mármara y hasta 43 grados en el sureste de Anatolia, de acuerdo a los informes del servicio meteorológico del país.
A principios de julio, dos grandes incendios devoraron los bosques de Esmirna alimentados por los vientos de más de 85 km/h, las altas temperaturas y vegetación muy seca. La situación fue tan grave que provocó la evacuación de tres localidades cerca de Odemis, a 100 km al este de la ciudad, azotada por el incendio forestal.
Más de 50.000 personas fueron evacuadas por incendios forestales en cinco regiones en Turquía.
Los incendios continúan siendo noticia en el hemisferio norte que está experimentando inusitadas olas de calor. En España y Grecia la situación también es alarmante.
Residentes y turistas difundieron el jueves pasado numerosas fotos del peculiar cielo anaranjado y grisáceo de Madrid, cubierto por una extensa y espesa columna de nube y ceniza proveniente de un incendio forestal del municipio de Méntrida, provincia de Toledo, ubicado a 50 kilómetros de la capital española.
Semanas atrás, la Isla de Creta, la más grande de Grecia, ardió en un contexto de una extrema de un calor agobiante que situó a varias localidades del país en alerta roja debido al peligro que representa el clima.
Allí el fuego arrasó con campos, olivares y una gran cantidad de viviendas en el área metropolitana de Atenas y las islas del Mar Egeo.