“Esto es la Argentina”, sentenció una encumbrada fuente de la Casa Rosada cuando se le preguntó por el impacto de la tensión cambiaria en el IPC de julio. “Si lo cargan a precios no van a vender nada”, vaticinó. En el Gobierno no creen que el salto de $67 que tuvo el dólar mayorista desde el 27 de junio produzca una remarcación significativa de los precios. Esta vez, el diagnóstico de los privados coincide con el oficial.
A diferencia de lo que sucedió en marzo pasado, en la previa de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que modificaría el esquema cambiario, los economistas ven la misma película que en la Rosada. No hay en sus relevamientos saltos en los valores de los bienes, y aquellos que los encuentran creen que son muy marginales.
“No hay certeza de que esté ocurriendo”, indicaron en la industria de los alimentos sobre posibles remarcaciones. “Hay categorías que no tienen margen; después ya es una decisión de negocio”, completaron. “Diría que no. Por ahora”, contestaron en uno de los supermercados más importantes del país ante la pregunta sobre posibles aumentos. En otro dieron exactamente la misma respuesta: “Por ahora, no”.
Cuatro fuentes oficiales consultadas por LA NACION negaron que el avance del tipo de cambio luego del desarme de los vehículos que asentaban una liquidez (LEFI) extraordinaria -movimiento que dejó $10 billones en la calle- termine impactando en los precios de las góndolas. También discutieron que esa decisión fuera mala praxis.
“¿Tendríamos que haberlo hecho más cerca de la elección o no haberlas (las LEFI) tocado? El último día nos movían el dólar. Esto fue ataque especulativo, la política juega. ¡Mirá lo que pasó en el Senado!“, se quejaron en Casa Rosada sobre los avances de varios proyectos tocan el equilibrio fiscal y que el Gobierno vetará. Los números oficiales los costean en 2,5 puntos del PBI para un año completo, según Economía.
“No creo haya traspaso”, dijeron en el quinto piso del Palacio de Hacienda a este medio. “Los comerciantes cada vez más entienden que si suben precios, no venden. Como pasa en cualquier país del mundo. Los costos no determinan los precios”, agregaron cerca del ministro de Economía, Luis Caputo. Para el Gobierno, están determinados solamente por la cantidad de dinero en la economía y en Economía machacan con que esa variable se mantiene fija hace meses, pese a que en estos días fue la codicia -una super tasa de interés para rehabilitar el carry trade– lo que ayudó a apaciguar la tendencia alcista que mostraba el dólar.
“No estamos viendo impacto”, coincidió otro funcionario encargado de coordinar la producción en la Argentina. “Por ahora, lo que el mercado repite es que las lecturas de alta frecuencia de julio no están muy desalineadas con junio”, argumentaron desde un ente encargado de seguir día a día el avance de la inflación, el objetivo número uno del Gobierno de cara a las elecciones de medio término en octubre.
Por qué esta vez la suba del dólar no impactaría. Hay varias razones. Entre ellas, la principal es que la actividad económica y el consumo masivo aún no muestran una consolidación. A esto se suma la apertura comercial, como un gran disciplinador de los precios. Además, en marzo pasado, ya varios actores económicos habrían subido precios en torno al actual tipo de cambio, por lo que tendrían espalda para sostener ahora esos valores. A esto se suma la expectativa de que haya medidas fiscales que mejoren la competitividad de los privados tras las elecciones y el orden fiscal -la emisión cero-, un ancla clave.
“Habrá que ver cómo reacciona la dinámica inflacionaria a un dólar eventualmente testeando la parte media-alta de la banda en el segundo semestre a raíz de una oferta más modesta y una demanda que se sostiene elevada”, estimó la consultora LCG en su último informe.
“No obstante, una actividad que no despega con fuerza, la mayor apertura de importaciones y la percepción de un cambio de régimen en materia fiscal, son todos factores que seguirán actuando como contrapeso achicando (o demorando) el usual pass-through de una eventual depreciación del peso a precios”, cerró entonces.
“Hasta la semana pasada, no había impacto en los precios”, dijo a LA NACION, el exministro de Economía, Hernán Lacunza.
“Por ahora, no hay nada”, reconfirmó Camilo Tiscornia, director de C&T. “Estamos en torno a 2% para GBA. En junio pasado dio 2% también en GBA. Lo único que sube más sí es aquellos que tiene que ver con turismo, por las vacaciones, lo que es habitual”, estimó.
“La semana pasada, que estuvimos conviviendo con un tipo de cambio más alto que el actual, para nuestro relevamiento de consumo masivo, alimentos y bebidas, empaquetados, cuidado personal, cuidado del hogar, que venía creciendo del 0,2% semanal durante las últimas cuatro semanas, hubo un alza de 0,4%. No es obvio que sea respuesta al movimiento del tipo de cambio, pero si ese es el traslado a precios, es una muy buena noticia”, dijo Federico Moll, director de Ecolatina.
“La verdad es que los niveles de venta de junio no fueron muy buenos. En ese marco, la capacidad que tienen las empresas de trasladar listas es muy acotado y eso limita el potencial traslado a precios de algún movimiento del tipo de cambio. Algunas empresas ya venían priceando tipos de cambio más o menos por estos niveles, con lo cual ahí no habría un efecto. De haber traslado sería bastante acotado», estimó.
En Equilibra indicaron que la meseta del nivel de actividad se consolidó en el segundo trimestre del año, lo que servirá como disciplinador ante cualquier posible traslado de precios. De esto fue una muestra el último Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de mayo, que cayó 0,1%, y también los datos de Scentia sobre el consumo en junio (-0,8% interanual), luego de tres meses en los que había mostrado alzas.
“La pregunta relevante es que pasará hacia adelante”, escribió el economista Lorenzo Sigaut Gravina, uno de los directores de Equilibra. “Es probable que el nivel de actividad retroceda -en términos desestacionalizados- en el segundo semestre 2025 por estos cinco factores”, dijo y enumeró: mayor presión sobre el tipo de cambio y menor desinflación, una tasa de interés más alta que impacte sobre el crédito, una producción de transables en riesgo por aumento de importaciones, suba de salarios por debajo o igual que la inflación y empleo estancado, y una producción en Vaca Muerta golpeada por el juicio de YPF.
El reporte de EcoGo, que conduce Marina Dal Poggetto, en la tercera semana de julio indicó que la inflación de junio podría rondar el 1,9% (vale recordar que los números de mayo y junio del IPC estuvieron impulsados a la baja por factores estacionales). “El traslado es bajo”, dijo la economista, que alertó sí sobre el nivel de las tasas.
“La actividad no te habilita aumentos y la apertura comercial hace que suban menos los precios”, coincidió con sus colegas.