MOSCÚ.- El aparente suicidio del Ministro de Transporte ruso, anunciado poco después de ser cesado el lunes pasado por Vladimir Putin entre acusaciones de corrupción, conmocionó profundamente a la élite política.
Cientos de personas, entre ellos ministros y altos cargos de la administración, visitaron anteayer la capilla ardiente de Roman Starovoit instalada en el hospital presidencial de Moscú.
El político de 53 años fue hallado muerto el lunes en su coche horas después de haber sido cesado por el presidente ruso. Los investigadores aseguran que se disparó. Aunque las circunstancias de su deceso no están claras, los medios rusos señalan que Starovoit era objeto de una investigación por corrupción y que pronto iba a ser detenido.
Algunos observadores señalaron que se trataba del primer suicidio de un miembro del gabinete desde que el ministro del Interior soviético Boris Pugo se quitara la vida tras un fallido golpe de Estado en agosto de 1991.
Muchos también señalaron una serie de misteriosos suicidios recientes de altos ejecutivos de empresas estatales rusas de petróleo y gas, entre ellos Andrei Badalov, vicepresidente de la empresa estatal Transneft, operadora de oleoductos, que según la información se cayó de la ventana de su departamento en Moscú la semana pasada.
El ambiente era pesado en el velorio de Starovoit. Sus antiguos compañeros dejaban grandes ramos de rosas rojas junto al féretro abierto y marchaban rápidamente en sus lujosos vehículos. La mayoría esquivaban a la prensa.
“Es una gran pérdida para nosotros, muy inesperada. Estamos todos impactados”, dijo a AFP Vasilisa, una mujer de 42 años, esposa de un compañero del fallecido. “Era tan activo, alegre, amaba tanto la vida. No entiendo cómo ha podido pasar esto”, agregó entre lágrimas.
Roman Starovoit fue gobernador de la región de Kursk, en la frontera de Ucrania, antes de ser ascendido a ministro en mayo de 2024. Tres meses después, las tropas ucranianas tomaron una parte de esa región en una ofensiva sorpresa que supuso un revés para el Kremlin, que sólo retomó completamente el territorio nueve meses después.
El sucesor de Starovoit al frente de Kursk, Alexéi Smirnov, fue arrestado recientemente por el desvío de fondos destinados a reforzar el dispositivo defensivo en la frontera.
Las autoridades “intentaron hacer de él [Starovoit] un chivo expiatorio”, asegura Andréi Pertsev, analista del medio independiente Meduza, prohibido en Rusia y catalogado como organización “indeseable”. La incursión ucraniana “se produjo principalmente porque no había suficientes soldados para proteger la frontera”, pero era “más fácil culpar a un responsable civil”, explica.
El caso se inscribe en una reciente campaña contra altos cargos sospechosos de haberse enriquecido ilegalmente durante la ofensiva rusa en Ucrania. Los escándalos de corrupción han existido siempre en Rusia, pero la campaña militar sobre el país vecino ha cambiado las reglas del juego político, aseguran distintos analistas.
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