La visita a Buenos Aires el miércoles del experto norteamericano Thomas Kent, especializado en campañas de desinformación del Kremlin, medios de comunicación rusa y ética periodística, coincidió con una revelación del vocero presidencial Manuel Adorni, sobre la identificación de una red de cinco ciudadanos rusos residentes que trabajaban en campañas de desinformación en la Argentina.
“El Kremlin está más interesado en la Argentina que los argentinos en Rusia”, dijo Kent en una entrevista con LA NACION, en la que se mostró sorprendido por el escaso conocimiento que existe en el país sobre las campañas de desinformación impulsadas por el gobierno de Vladimir Putin, algo que ahora parece confirmarse con la noticia revelada por el vocero Adorni.
El experto norteamericano, que trabaja en la Universidad de Columbia, tiene una larga trayectoria internacional: fue jefe de la oficina de Moscú de la agencia Associated Press, corresponsal en Bruselas ante las instituciones europeas y la OTAN, y jefe de operaciones en Teherán durante la revolución iraní de 1979. Actualmente trabaja en un libro sobre las campañas de desinformación del Kremlin en el contexto de la guerra en Ucrania. Por esa investigación llegó de forma circunstancial a Buenos Aires, justo cuando se conoció la noticia sobre la red rusa.
-¿Se sorprendió por la aparición de esta red?
-Hasta donde sé, nunca se produjo el arresto de ciudadanos rusos que integran la campaña desinformativa del Kremlin. En general, en el caso de Estados Unidos, trabajaban directamente desde Rusia o, en otros países, se trataba de diplomáticos que fueron expulsados cuando se sospechó que cumplían este tipo de tareas. Por eso creo que sería novedoso lo que supuestamente ocurrió aquí.
-El gobierno dijo que la red en la Argentina formaba parte del Proyecto Lakhta. ¿Qué es eso?
-Me llama la atención que mencionen esa organización porque la dirigía el exaliado de Putin, Yevgeny Prigozhin, que murió en 2023. Las tareas de desinformación del Proyecto Lakhta luego fueron transferidas a otras agencias rusas. Lakhta tuvo una activa participación en interferir en las elecciones norteamericanas de 2018.
-¿Por qué cree que la Argentina le puede importar a Rusia, siendo un país tan alejado de su zona de influencia?
-El Kremlin está más interesado en la Argentina que los argentinos en Rusia. Parafraseando una frase conocida, la Argentina es importante porque es “una puerta para América Latina”. Además de la red de espías rusos desbaratada en Buenos Aires, el gobierno de Putin tiene un presupuesto asignado para su campaña de desinformación en todo el mundo, y lo va a gastar. Aquí hay un gran número de población rusa porque es un país muy abierto a la inmigración y al mundo. A nadie le sorprende tener un extranjero viviendo en su edificio. Pero además, la Argentina le importa a Putin porque es un problema para su estrategia global.
-¿Cómo es eso?
-En primer lugar, la llegada de Javier Milei al poder arruinó el acercamiento con Moscú que hubo durante el gobierno kirchnerista, que incluyó desde la inclusión del canal Russia Today (RT) en la grilla de la Televisión Digital Abierta (TDA), hasta la apertura de una corresponsalía en Buenos Aires, y el acuerdo firmado entre la Universidad de La Plata y RT para capacitar a periodistas argentinos. Además, hay una importante red de influencers rusos en las redes. Pero también la Argentina es hoy un problema para Moscú porque no se está comportando como el resto del “sur global”. Desde la perspectiva rusa, todos los países del sur deberían unirse contra Estados Unidos y Europa, y compartir un interés común. Para ellos, argentinos, congoleños e indios forman una unidad y deberían actuar juntos. Pero, por razones históricas, culturales y políticas los argentinos no se ven a sí mismos en ese contexto. Por eso, su interés en la Argentina para abrirse paso hacia la región.
-¿Y cuál podría ser entonces la estrategia rusa con un gobierno como el de Milei?
-Es un asunto complicado. No esperaban el triunfo de La Libertad Avanza. Obviamente, Rusia intentará ser flexible con este gobierno, como lo es con todos. En tiempos de la Unión Soviética, el Kremlin estaba muy ideologizado. O sea, eras un país comunista y aliado, o no lo eras. Ahora no les importa tanto la cuestión ideológica. Hacen amigos donde pueden, en América Latina están más cerca de los gobiernos de izquierda, pero en Europa sus aliados son la derecha, como Viktor Orban en Hungría o la Alternative für Deutschland, en Alemania. Moscú es hoy un “camaleón ideológico” que se adapta donde haya aliados que promuevan sus intereses.
-¿Cree que la búsqueda de aliados pasa por un interés económico para enfrentar las sanciones occidentales o se trata de un objetivo político?
-Rusia no es una gran potencia económica. Su balanza comercial no es muy importante para ningún país y su ayuda exterior es casi nula. Por lo tanto, creo que en este momento ponen su foco básicamente en un objetivo político relacionado con la guerra en Ucrania. Tratar de que los países adopten la consigna: “No es nuestra guerra”, para dejar a Rusia en mayor libertad de acción.
-¿Y cómo cree que está funcionando esa estrategia en la Argentina?
-En relación con otros países del sur, la Argentina es suficientemente rica y próspera, y cuenta con un fuerte sentido de identidad, como para tener sus propios principios. Por eso aquí la tarea les resulta más compleja. Pero hay otros países muy débiles, muy pobres, y tan desesperados por apoyo que aprovecharán el respaldo de donde sea que venga. Y si Rusia les ofrece un poco de comercio o propaganda para ayudar a su gobernantes autoritarios, o les ofrece mercenarios o ayuda de inteligencia, entonces se sumarán sin problemas a la política rusa. Pero su objetivo final es ganarle la batalla política a Occidente.